Botfrom se despertó. Se encontraba en una camilla. Era... curioso, pues a pesar de no tener ningún recuerdo lo sabía TODO.
Miro a los lados. Nadie. Se levantó de su camilla sintiendo una punzada en su nuca. Se acaba de dar cuenta de que tenía toda su espalda cosida, pero su nuca quedo abierta.
-Sientate, Botfrom - era curioso, pues la voz parecía salir de su mente -. Botfrom, me llamo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], te acabo de crear.
-¿Cerefro? Hummm... - Unas imágenes se agolparon en su mente. En ellas se veía un ser violeta extremadamente poderoso, el cual salía de una especie de frasco verde de vidrio. Ese mismo ser, más tarde, luchando con su mente con un ser verde y uno azul.
-Sí, Cerefro - añadió la voz, pero ahora Botfrom sabía de dónde provenía. Estaba por entrar volando a través de una puerta, y le transmitía las palabras mentalmente -. Te he fabricado con un solo objetivo: Luchar a mí lado para derrotar finalmente a [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], y para sacarme de encima al molesto de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
-Tus enemigos. - La voz de Botfrom salía metalizada por un aparato metálico que hacía las veces de boca.
-Sí, Botfrom. Ellos son los otros Cetroprincipos, y tu serás el cuarto.
-O sea que soy muy poderoso.
-No te das cuenta de tu poder a pesar de tu Semi-Omnisciencia. Es normal, pues he canalizado en ti la energía de un millón de supernovas. Pero eso no es suficiente. - Miró a Botfrom con exasperación. - ¿Es que no puedes hablar por telepatía?
Botfrom le sostuvo la mirada.
-Sí, pero me parece MUY bajo estar escondiendo nuestras palabras, querido Cerefro.
Cerefro no podía creer la insolencia de Botfrom, y, en su furia, dijo:
-Botfrom, yo te cree, y harás lo que te diga hasta haber eliminado a los otros Cetroprincipos. Entonces podrás hacer lo que te plazca.
Botfrom observó a su creador muy detenidamente mientras sellaba su abertura, dejando un propulsor en atornillado en su lugar. Cuando Cerefro comenzó a levitar hacia él, nuestro amigo saltó (cuatrodimencionalmente, claro está), y se sumergió en un planeta lejano.
Cerefro desistio de seguirlo, y se retiró a una estrella lejana para sumar aún más poder para la guerra.

Botfrom aterrizó en un planeta lejano al que se ubicaba su nacimiento. Luego de comprobar que Cerefro no le seguía, decidió su siguiente paso. Mirando el inmenso bosque en el que se encontraba, Botfrom alzó una de sus garras controladas psíquicamente. Inmediatamente, en un espacio de unos veintemil kilómetros cuadrados todo rastro de vida se alzó del suelo. Observando detenidamente los animales y plantas flotantes, Botfrom los comprimió en una esfera de dos milímetros de diámetro, y la incineró con sus habilidades psíquicas.
Observando un trozo de terreno, nuestro amigo aplanó unos cuarenta kilómetros a la redonda. Botfrom alzó paredes de piedra lisa, colocó techos, demolió hoyos para posteriormente colocar vidrios y hacer ventanas, extrajo minerales del suelo para construir todo un laboratorio subterráneo, junto con portales para no tener que gastar energía al viajar.
En tan solo unos segundos, Botfrom ya había creado una base.

En su laboratorio, Botfrom terminó de diseñar un ente biológico. Una criatura con partes faltantes, condenada a sufrir el resto de su existencia. Botfrom colocó las partes roboticas necesarias, y una base para poder pararse, y observo la criatura sufriente.
Le bastó.
Había creado, por supuesto, a Abominos. Una criatura hecha nada más para poder pararse encima y caminar entre el reino que posteriormente crearía, observando que cada cual cumpliera con su deber.