Una habitación blanca, fría, con una luz tenue, producida por una luz tenue en el techo, las paredes, al igual que el suelo eran acolchadas expresamente para que fuera imposible hacerse daño. Dentro de esta, residía una mente de aspecto inocente, un niño. Aquel niño de cabellos negros, parecía emanar una aura confusa, de naturaleza desconocida, tenia puesta una camisa de fuerza la cual se veía sucia e impedía que sus brazos se pudieran mover. El único pasatiempo de aquel niño era mirar la bombilla con gesto pensativo y curioso, pero en lo mas profundo de su mirada se podía apreciar grandes rastros de tristeza y vació mayormente.

Aquella muestra de confusa inocencia no tenia recuerdos, ni sabia porque estaba en tal sitio, era su día a día mas común, lo único que recordaba era su verdadero nombre, no sabia nada de la vida, ni de lo que había afuera de el sitio donde estaba.

Hoy... por alguna razón, la puerta blanca, también acolchada de la habitación se abrió sin previo aviso. El chico, asustado, huyo a una esquina de la habitación, como intentando salvarse del miedo que le producía el exterior, pues no era la primera vez que había salido de allí. Dos hombres entraron en la habitación, parecían militares, uno estaba agarrando un gran fusil, el otro le agarro violentamente de la camisa de fuerza y le lanzo hacia afuera de la habitación, después empezaron a caminar por los pasillos, sujetando al pequeño por el brazo con fuerza.

En aquellos pasillos, nunca faltaba la sangre, pequeños charcos de sangre siempre invadían los pasillos, algún que otro cadáver sin cabeza sobre un charco de la propia sangre que el hueco de la cabeza tenia, podrido, con rastros de infección en el cuerpo con muchos cortes. Esa imagen siempre hacia vomitar al niño, esa era otra de las características que tenia esos pasillos, montones de vómitos resecos en el suelo, con el cual este parecía algo reblandecido... Todo esto, hacia que no solo el estado del pasillo estuviera mal, si no también el olor, era un olor cálido, insoportable y muy poco agradable para la salud. Esa era una de las razones por la cual el niño tenia miedo de salir de su blanca habitación.

Metieron violentamente al chico en una habitación y le encerraron allí. Aquella habitación parecía ser algo mas cuidada, bueno, mejor que eso, estaba muy limpia, tenia una mesa cuyas patas estaban pegadas al suelo, la cual parecía estar hecha de un material duro, hierro posiblemente, en la pared izquierda solo se veía un gran ventanal que daba a una pared de un edificio y debajo de esta, dos sillas plegables. El chico intento abrir la ventana, pero no había lugar por donde abrirla, era imposible.

De pronto alguien entro, era un hombre alto, mayor, de cuello largo, de extremidades delgadas, con unas lentes grandes, ademas de una nariz casi puntiaguda.

-Vaya, veo que los chicos se dieron prisa-dijo con una sonrisa divertida que desprendía un toque de malicia.

El hombre puso las sillas plegables en ambos extremos de la mesa, una a la izquierda, y otra a la derecha, con la palma de la mano limpio por encima el poco polvo de las sillas, el chico lo observaba, no sabia si tener miedo o sentirse alegre, puesto a que el no tenia un aspecto violento, si no mas bien lo contrario, pero por otra parte la sonrisa de antes casi provoca un escalofrió en el.

-Adelante, siéntate, no muerdo... o no mucho-dijo bromista lo ultimo, casi llegando a la risa, después se sentó en una silla-.

El se sentó lenta y cautelosamente, parecía tener mucha desconfianza y posiblemente miedo, ademas de algo de desesperación retenida.

-Mi nombre es Shido, Shido Fudukawa, todo un placer pequeñín- dijo juntando sus manos, entrelazando los dedos entre si, con esa sonrisa de antes en el rostro, mirándome fijamente con una mirada penetrante- Hace tiempo que tengo una curiosidad, la cual quiero saciar ¿cual es tu nombre?- pregunto arqueando una ceja sin cambiar la expresión.

- C-crow...- su voz sonó temblorosa y tímida, no tenia nada de especial en la voz, era como la de cualquier chico de su edad.

-Así que Crow ¿eh?-su rostro cambio a pensativo, sabia perfectamente que el chico mentía, aunque no sabia sus razones -¡Muy bien... “Crow”!- puso los pies encima de la mesa, uno encima de el otro, cruzando así las piernas- dime... ¿Que es lo que paso en Street 22?- me pregunto cerrando los ojos.

El nombre de Street 22, aquel nombre hacia que la mente del chico entrara en una gran confusión al intentar recordarlo, su mente no albergaba ni una imagen de ello en su memoria, sin embargo, una imagen de una sonrisa oscura y siniestra, desdentada se clavo en la mente del chico que se auto nombro Crow. La mente del niño se volvió un caos, se levanto rápidamente agarrando la silla plegable y lanzándose-las con violencia al mayor, dándole en la cabeza, dejándolo en el suelo, acto seguido, se lanzo al ventanal, impactando contra este, dejando apenas rayadas superficiales.

Shido se levanto, no parecía furioso ni enfadado, un pequeño hilo de sangre recorría su frente, pasando alrededor de su ojo, acabando en el cuello del mayor. Los dos soldados entraron y se llevaron al chico rápidamente, mirándolo como si de un monstruo se tratara. El mayor, aun en la sala esa, se sentó donde antes estaba Crow sentado, poniendo nuevamente los pies encima de la mesa.

Una Mujer de cabello largo y gris brillante se encontraba delante de una puerta, con un gran libro entre los brazos. La puerta era de madera, grande en la cual habia una placa plateada que recorría toda aquella puerta horizontalmente, tenia un grabado de un nombre: Shido Pain... Ese era el despacho de aquel extraño hombre. Shido estaba dentro del despacho, mirando a la ventana, con una venda en la cabeza tapando la herida que Crow le había hecho, con rostro tranquilo y relajado. La chica toco a la puerta, el señor miro a la puerta y dijo:

-Adelante-se le volvió a poner la misma sonrisa, aquella sonrisa al parecer era característica suya, a medida que ibas mirándola parecía ser mas perturbadora, era bastante extraño.

-Buenos días Sr. Shido- entro bostezando, mientras que con una mano se frotaba el ojo y con la otra sujetaba el enorme libro, parecía realmente somnolienta, era una mujer joven, con un rostro que emanaba juventud y seriedad, aunque su personalidad no lo fuese tanto.

-¿Otra vez sin dormir, Pandora?- se rio con simpleza, tapándose la boca- dulce e inocente Pandora, adelante, toma asiento, ¿cual es la razón de tu presencia en mi despacho?.

-Quería enseñarte algo-puso el libro encima de la mesa y toma asiento- pagina numero 691, párrafo numero 3, me gustaría que lo leyeras-dijo con una inocente sonrisa de traicionera.

-A ver...-tomo el libro, buscando la pagina y el párrafo indicado, le tomo unos minutos pero lo encontró, se puso la mano en la barbilla leyendo.

-En voz alta Sr. Shido- dijo manteniendo aquella sonrisa inocente- no querríamos que todo acabara en una “equivocación”... ¿o si?.

-Vale vale- apretó los dientes y se puso a leer- “Uno de los oficiales a cargo de el Psiquiatra num. 3 podrá alojar en su residencia dentro de el lugar a un paciente. El paciente tiene que estar cuerdo y no haber violado las reglas mas de dos veces (consultar las reglas en la pagina numero 35 a 37) , el cambio de alojamiento de su cuarto a otro transcurrirá en dos días, el tiempo ese tendrá que aprovecharse para organizar todos los papeles para el cambio de habitación a alojamiento”... así que quieres adoptar un paciente ¿eh? Te sera difícil encontrar a alguien mas o menos cuerdo a aquí, aunque si quieres intentarlo-dijo con un tono burlesco y arrogante.

-Quiero al paciente 886-dijo con tranquilidad, eso dejo a Shido bastante impactado, era la primera vez que se le podía ver el rostro sorprendido- ¿no hay problema verdad? No ha mostrado signos de demencia, y los registros indican que solo a violado las reglas una vez-se rio con ligereza.

-Bien, entonces tienes dos días para arreglar todos los papeles, aquí tienes-le dio los papeles que tenia que rellenar- que te sea de provecho... aun que, me gustaría saber una cosa, una curiosidad que recorre mis entrañas ¿porque precisamente este paciente?.

-No permitiré que conviertas a ese niño en una arma militar, se perfectamente como eres y lo que quieres, ademas me necesitas, no puedes echarme del recinto- Se puso seria y se levanto- hasta dentro de dos días- salio del despacho tranquilamente con los papeles.

Los planes de Shido, efectivamente, eran convertir a Crow en un arma militar, era un objetivo extraño, aunque perfectamente viable teniendo en cuenta los antecedentes del chico, cuya naturaleza nadie sabe... o casi nadie, Street 22 era un misterio para Pandora y para el mismo niño el cual parece estar muy involucrado en ello...

La habitación de Crow seguía exactamente igual, seguía mirando la bombilla como normalmente hacia, después de todo, seguía siendo lo único diferente que había en la habitación sin contar la puerta, claro esta. La rejilla de la puerta se abrió y se metió una especie de tubo por ella, el pequeño se acerco al tubo con mucha cautela, en ese momento el aire se notaba mas denso y extraño, el pequeño empezó a cerrar con lentitud sus ojos, desmayándose en el suelo de la habitación blanca sin poder evitarlo de ninguna forma