¡Hola gente de la S2!

— HISTORIAS DEL SECTOR KHALYPRUM —

"Recuerden ustedes, oh hijas nacidas entre las arenas y las ruinas de nuestro mundo, que alguna vez nuestra especie se alzaba majestuosa a lo largo y ancho de Abalox. Nuestra civilización brillaba como un faro de progreso cuya luz se propagaba más allá de nuestro sol. Sin embargo, nuestras ancestras, cegadas por el orgullo de lo que habían creado, olvidaron que mientras más brillante sea la luz de algo, más grande y oscura será la sombra que proyecte. Fue así pues, que de entre las estrellas hubieron aquellos atraídos por nuestra luz que no quisieron ser opacados por la gloria de nuestra civilización y, con ojos envidiosos, quisieron poseer lo que nos pertenecía." —Anciana de una tribu Drauk.


La civilización Drauk se originó, creció y próspero en un joven y muy diferente Abalox, un entonces paradisíaco mundo jardin T3 de hermosos cielos naranja con enormes valles y planicies llenos de verdor así como enormes mares y profundos océanos con aguas de colores turquesa y cristalinos, todo esto dotado generosamente con toda clase de recursos naturales a su disposición, y de entre todos estos recursos con los que la naturaleza había sido generosa con Abalox, lo que más resaltaba eran una gran cantidad de cristales de especia roja tanto en la superficie como en la corteza del planeta, los cuales fueron encontrados como objetos fascinantes por las Drauk desde el principio de su historia.

Utilizados originalmente como adornos para joyeria, materia prima para hacer estatuas y adornos decorativos, el estudio constante a lo largo de los siglos de estos cristales permitió desentrañar los secretos que estos guardaban y lograr grandes avances tecnológicos enormes al descubrirse su potencial para utilizarse como una fuente de energía casi ilimitada. Fue así pues que la civilización Drauk vio avances científicos y tecnológicos como jamás habrían imaginado llevando al límite su cada vez mayor comprensión de los cristales de especia roja que tanto abundaban en su mundo, logrando crear sus primeras ciudades y vivir organizadas bajo un mismo sistema que impulsaba el constante avance del conocimiento científico y su aplicación en beneficio de su especie.

A pesar de esta época llena de progresos y a la consolidación de su civilización, no fue hasta que lograron entender y manipular el mismo entramado molecular de los cristales de especia roja que su civilización verdaderamente avanzó a pasos agigantados entrando de lleno a una edad dorada como nunca antes habían experimentado llena de avances y logros en prácticamente todas las áreas de la ciencia, pues ahora no solamente eran capaces de utilizar los cristales como una fuente casi inagotable de energía para alimentar sus ciudades de la energía eléctrica que requerian, si no que eran capaces de manipular a voluntad y fusionar así el entramado molecular cristalino de estos con elementos metálicos como el hierro o el cobre, y con elementos orgánicos como el carbono y sus agregados moleculares como el grafeno dando como resultado aleaciones imposibles de conseguir con otros materiales con propiedades y características increíbles con enormes aplicaciones para el día a día.

Fue así pues, que pudieron crear estructuras y materiales imposibles de imaginar con funcionamientos avanzados, logrando diseñar y armar edificios extremadamente resistentes pero livianos hechos de aleaciones de cristal de especia roja con metales, lo que dió origen a qué se construyeran enormes ciudades llenas de magníficas torres y rascacielos que se erigían majestuosos hacia el cielo con superficies lustrosas de una arquitectura y diseño altamente sofisticado y robusto, pero a la vez elegante y delicado a la vista.

Fue así pues, que crearon avanzados medios de transporte, vehículos que funcionaban de forma autónoma con sus propios cristales de especia roja que fungían, gracias a los avances en computación, robótica e inteligencia artificial, como una clase de cerebros artificiales para unas sofisticadas IAs cuyas redes neuronales estaban entramadas y programadas en la misma estructura molecular del cristal, lo que permitía una gran capacidad de procesamiento contenido en un pequeño cristal.

Fue así pues, que finalmente gracias a los casi milagrosos avances tecnológicos se lograron crear naves autónomas pilotadas por avanzadas IAs impulsadas por enormes motores de cristales de especia extremadamente eficientes con las que la civilización Drauk comenzó a explorar más allá de Abalox, estableciendo varias colonias en los planetas de su sistema solar y colocando la mirada en las distantes estrellas y los miles de mundos que se alzaban en el vasto y, en ese entonces, joven manto estelar que cubría a su sistema solar.

En plena edad dorada se enviaron varias naves a explorar aquella joven galaxia, explorando en un primer momento el cúmulo de estrellas local, encontrando en él muy pocos mundos habitables, resaltando algunos T1 con apenas vida vegetal, pero eso sí, muchísimos otros planetas T0 completamente carentes de vida en donde la mayoría eran mundos infernales de reciente formación, atribuible a la entonces juventud de la galaxia. Fue en uno de estos viajes de exploración cuando una de estas naves, explorando uno de los tantos discos protoplanetarios en avanzado estado de consolidación del cúmulo local de estrellas, mientras pasaba por un planeta aún de muy reciente formación (uno que miles de años después sería llamado Argos por sus futuros habitantes) que se encontraron de frente con una flota entera de naves extrañas pertenecientes a unos seres pequeños de naturaleza cibernética los cuales, extrañados por el sofisticado vehículo que navegaba ágil y tranquilamente por el espacio caótico lleno de escombros, asteroides y gases calientes llenos de radiación del disco protoplanetario, decidieron hacer contacto con los tripulantes de aquel aparato.

Fue así que los autodenominados Grox, autoproclamados dueños de aquella Galaxia joven, vacía, y en donde la vida apenas florecía, llegaron al mismísimo sistema Abalox y se presentaron ante los dirigentes de la civilización Drauk en aparente son de paz, bajo la premisa de estar interesados en intercambiar conocimiento, y aprender de las Drauk todo lo que pudieran, en especial todo lo que estás sabían de los cristales de especia y del cómo aprovechar su poder, pues los Grox sabían de la existencia de estos cristales, pero jamás habían logrado hacer algo con estos, por lo que no pasaban de meras curiosidades de la especia de los planetas.
Sin embargo, rápidamente las líderes Drauk vieron las malas intenciones de estos seres cibernéticos, pues demostraron estar particularmente interesados en conocer y comprender el poder y aplicaciones bélicas de los cristales, por lo que decidieron guardarse para sí mismas este y otros tantos conocimientos y tecnologías al respecto que eran extremadamente comprometedores.

Ante esto, los Grox que hasta entonces habían sido neutrales y, hasta cierto punto, amistosos, con una ferocidad que sería característica de ellos incluso miles de años en el futuro, respondieron la negatoria Drauk de compartir el resto de su conocimiento sobre los cristales con todo su poder bélico, destruyendo una a una todas las colonias que las Drauk habían logrado construir a lo largo y ancho de su sistema solar y, a pesar de tener poderosas armas a base de los cristales que eran extremadamente efectivas que más de una veintena de veces hicieron a los Grox retroceder ante su increíble poder destructivo, quedó claro para la civilización Drauk que estaban luchando una batalla que no podían ganar a pesar de su clara superioridad armamentística, pues el enemigo los superaba en número y en capacidad ofensiva, por lo que sin importar lo que hicieran, los Grox no solo terminaría aplastando a su civilización tarde o temprano, si no que una vez cayeran, todo el conocimiento detrás de la tecnología en torno a los cristales de especia roja caería inevitablemente en manos de estos cyborgs, cosa que podría condenar a la joven galaxia y a las futuras especies inteligentes que la llegaran a habitar, llegando incluso a comprometer al universo entero si es que los Grox se lo llegaban a proponer, pues las Drauk conocían muy bien las bondades y las maldiciones que estos cristales podrían suponer si se usaban para el bien o para el mal.

Fue así pues, que cuando la mayor flota Grox jamás vista ni entonces ni ahora, invadió a Abalox y el planeta se vio perdido después de fracasar todos los intentos por defender su hogar tras días de feroces combates en órbita y en la superficie de Abalox que la civilización Drauk decidió sacrificar todo con tal de evitar que su valioso conocimiento cayera en manos de semejante maldad galáctica.
En un gran acto de desesperación final todos los enormes cristales de especia que alimentaban de energía a todas las ciudades fueron sobrecargados al tiempo que todas las bombas y armas hechas a base de los cristales fueron detonados por todo lo ancho y largo de Abalox al mismo tiempo, desencadenando una reacción en cadena que en cuestión de segundos pulverizó y desintegró a la gran civilización Drauk y a la enorme flota Grox que invadía al planeta en un solo estallido unísono que hizo cimbrar hasta las entrañas mismas de Abalox.

Cuando los refuerzos Grox llegaron a Abalox después de perder contacto con la enorme flota de invasión que habían mandado descubrieron a un mundo completamente destrozado, los cristales de especia en la superficie junto a las imponentes ciudades Drauk habían prácticamente desaparecido pues quedaron reducidos a arena y polvo rojizo, los mares y océanos se habían evaporado casi instantáneamente dejando en su lugar enormes cañones y depresiones, y los depósitos de cristales de especia roja en el subsuelo reaccionaron a las monumentales explosiones de la superficie, desestabilizando su entramado molecular iniciando una reacción en cadena de sublimación causando la aparición súbita de una gran cantidad de géiseres de especia roja que era lanzada a lo que quedó de la atmósfera de Abalox en donde se mezcló con la nube ligeramente radioactiva compuesta de cenizas, vapor de agua y polvo que cubrió al planeta entero tras las detonaciones Drauk, lo que terminó creando una especie de invierno nuclear que duraría décadas.

Cuando el invierno nuclear finalmente pasó y en Abalox volvió a brillar la luz de su estrella en su superficie, las pocas sobrevivientes del colapso de la civilización Drauk que lograron mantenerse con vida después del desastre se vieron obligadas a adaptarse a un nuevo mundo en donde la vida animal y vegetal habían quedado muy mermada y en donde ya no existían cristales de especia roja en el planeta, por lo que sin la capacidad de volver a utilizar la valiosa tecnología de los cristales que tanto las había ayudado y de la que dependían demasiado ocasionaron que pronto lo poco que había sobrevivido de su civilización degenerara hasta prácticamente caer en la barbarie, volviendo a los tiempos de las cavernas y la ley del más fuerte, donde no habían reglas y cada quien estaba por su cuenta.

Fue así pues, que los milenios pasaron y la civilización Drauk resurgió lentamente una vez más como la naturaleza en Abalox, pero ahora organizado como un montón de tribus recolectoras y cazadoras nómadas, vagando entre los enormes desiertos, valles y planicies llenos de arena rojiza resultado de la contaminación de la evaporación y pulverización de los cristales de especia roja que alguna vez existieran en su superficie junto a la erosión constante de la superficie de Abalox, respirando un aire enrarecido con un ligero efecto lacrimoso producto de los milenios de expulsión de especia roja a la atmósfera de todos los géiseres del planeta que se formaron tras la sublimación de los cristales del subsuelo.

Aun así, a pesar de los milenios, de que no quedó registro escrito alguno del pasado y de que solo sea algo que se cuenta de boca en boca entre las Drauk, el glorioso pasado de su civilización se preserva en la memoria de su especie, pues sigue siendo contada de generación en generación, y aunque la gran mayoría de las Drauk actuales cree que es solo un cuento de hadas, un mito o una leyenda contada por las más viejas de las tribus para incentivar la imaginación de las más pequeñas, la verdad es que en el fondo, cualquier leyenda siempre tiene algo de verdad, y esta no es la excepción.