Recuerdo del primer mensaje :¡Hola a todos!
Hace mucho que no posteo, y tengo pensado postear una novela en la que llevo trabajando un tiempo, y he pensado en mostrárosla, poco a poco, para que me den vuestra opinión y así pueda realizarla mucho mejor.
La historia tiene parte de novela, ciencia ficción, y naturaleza. Eso sí, habrán muertes sangrientas por culpa de los aliens de Celestia
.
Sin más preámbulos, demos paso a la novela:
_________________________________________________________________________________________________________________________________________
Nos disponíamos a dar el viaje de nuestras vidas.
A encaminarnos a un mundo que ni la mente más brillante podría comprender o imaginar, a un mundo al que nunca habríamos pensado ir, a un mundo donde la raza humana jamás creyó que llegaría en su existencia.
Ese lugar... era Celestia.
CAPÍTULO 1
El gran viaje a Celestia
Me llamo Damián, soy argentino y uno de los enviados a la llamada ''Misión Gliese'', un viaje hacia un mundo fuera de la Tierra con posibilidades de tener, quizá y solo quizá, vida alienígena.
La amable gente que nos está dando indicaciones y recomendaciones sobre nuestro viaje, nos han dicho que apuntemos en un diario los pensamientos, emociones, y otras cosas que tengamos antes y después de nuestro viaje.
Decidí apuntarme a relatar este viaje, ya que mi gran pasión es la escritura y los libros.
Ahora, comenzaré con mi historia.
Día uno.
28 de Julio del año 2132. Era un caluroso día de verano, como cualquier día de Julio. Pero algo en ese día, cambiaría no solo mi vida, sino la de millones de personas en todo el mundo.
Durante años la humanidad trabajó y estudió para encontrar otros mundos parecidos al nuestro. Y, al fin, esos esfuerzos se verían recompensados.
''No muy lejos'' de la Tierra, se halló un sistema estelar de seis planetas, Gliese 581. Pero uno de ellos era el que nos interesaba; Gliese 581 g.
Según nos han contado es el planeta con más posibilidades de albergar vida descubierto hasta ahora. Y, el ser humano, en su afán curioso y en su deseo de descubrir nuevos mundos, ha trabajado durante siglos hasta por fin tener la suficiente tecnología para ir a ese nuevo planeta.
Cuando dieron la noticia de que iban a preparar el gran viaje, solo tenía quince años... pero, supe que eso no me impediría cumplir mi deseo de ir allí, y vivir una nueva aventura.
Así ha sido.
Ahora tengo veintiseis años, y soy uno de los cinco elegidos, para ir a ese planeta, bautizado como Celestia.
Mi corazón late a cien por hora, y sudo como nunca he sudado. No puedo dejar de ir a un lado y a otro, de los nervios y emociones que me han venido tan de repente.
Mientras hacía todo esto, habían compañeros que me miraban espectantes. Eran los otros cuatro elegidos para ir al planeta.
Todos eramos jóvenes muchachos, sin lazos familiares y con pocas relaciones amistosas, lo que se buscaba en una persona para este viaje pues durará nada menos que cuarenta y cinco años. Como cualquier otra persona en ese momento, nos quedamos en blanco ante la impactante noticia, pero lo que más impactante nos parecería es que nos iban a criogenizar.
De hecho, un pequeño robot, llamado de forma cómica, Wall-E, sería el que nos ''descongelaría''.
Pero, a pesar de que el viaje fuera tan duro, de que se enfrentara a tantos peligros, y de que, quizá, no volviera nunca a mi querida Tierra, lo que me impulsaba a ir a ese mundo alienígena, y lo que me llevaba a conocer no otro paisaje, sino otro planeta, eran las ganas de conocer, de saciar mi imaginación, y de aprender.
Día dos.
29 de Julio del año 2132.¿Quién lo iba a decir? sólo falta un día para nuestro encuentro con otro mundo. No puedo creerme que fuera a dar un viaje de años luz hasta aquel sitio. Cumpliría nada menos que el sueño de miles de personas...
De echo, yo soy una de esas personas.
Cuando yo era pequeño, siempre esperaba ansioso el regreso de mi padre. Me contaba increíbles historias de otros mundos, de enormes jirafas, cebras, paraísos y faunas vírgenes, de fábulas sobre extraños habitantes de esos maravillosos mundos... ¿sería Celestia ese mundo?
Salí del apartamento en el que me hospedé para poder estar en contacto con la gente del viaje y para estar cerca de nuestra zona de despegue. Miré alrededor, pensando, reflexionando sobre la vida, y imaginando como sería aquel mundo extraterrestre. Vi a un policía señalando a un conductor que bajara del vehículo, un grupo de muchachos comenzando a reirse por alguna estupidez, y otras personas a lo lejos aprovechando el día a día de la vida cotidiana.
Entonces vi a un pequeño jóven, con su padre, jugando. Recordé aquellos días cuando era pequeño. Mis padres desaparecieron cuando tenía cinco años, era un huérfano. Miraba con envidia a aquellos niños y niñas que disfrutaban de la compañía de sus padres. ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo? ¿por qué mis padres nunca me visitaban y no sabía nada de ellos?
Hasta hoy nunca volví a preguntarme aquello, y mi alma se trastorna y comienzo a rememborar aquellos días de tristeza y soledad. Sólo tenía como compañía un libro de cuentos infantiles, que leía todas las noches, intentando sentir algo de compañía... hasta que caía dormido.
No debía caer en la tristeza, tenía que aprovechar este último día en la Tierra. Pero no fuí el único al que se le ocurrió esa idea. Aquel pequeño grupo de cuatro personas que estaban hablando y conversando, eran mis otros compañeros de viaje planeando una fiesta.
Yo nunca iba con ellos. Soy una persona acostumbrada a la soledad. Quizá demasiado. Con sólo, como única compañia, la presencia de... un libro.
El grupo me vió y con una sonrisa en la boca vinieron hacia mí, para por lo que me imaginé, hablar de la fiesta.
- Hola Damián, ¿qué tal te va todo? -Me preguntó Eva, con su especial timbre de voz-
Eva es una de las dos chicas que irían en el viaje y de todas formas, la que más me cae bien.
Según me contó ella vivía en Inglaterra y decidió ir a Norte América (lugar donde se hará el despegue hacia el planeta alienígena), para poder estudiar su gran pasión, al igual que yo; la astronomía. A ella siempre le había apasionado el universo en todos los sentidos y no quiso dejar escapar esta oportunidad de conocer un nuevo planeta.
Ella tenía una larga melena de color rubio-pálido, una tez pálida y unos profundos ojos azules que cada vez que los veía, sentía algo especial en mi interior.
Yo, en cambio, tengo una piel morena y un pelo y ojos negros, junto con las típicas características de los argentinos.
- Bueno voy tirando, estaba aquí mirando alrededor. Según he oído estabais planeando una fiesta.
- ¡Y estabas en lo cierto! -apuntó-, puedes venirte con nosotros si quieres. De hecho, habíamos venido para preguntártelo.
- Claro, no hay problema. Disfrutemos de un último día aquí en la Tierra.
Y así fuímos los cinco de paseo, hacia un pequeño restaurante tailandés.
No sé si sería una última buena comida, pero, al menos sería un buen recuerdo de la Tierra ... eso espero.
Día tres.
30 de Julio del año 2132.Hoy desperté sobresaltado y muy nervioso. Miré mi reloj y me dí cuenta de por qué. Hoy, iniciaría mi viaje hacia Celestia.
Me sentía como un niño pequeño esperando su regalo de navidad. Un regalo muy, muy grande. Eran las siete de la mañana y los demás estaban dormidos, salvo Eva.
Decidí ir a la cocina y hablar con ella, ¿quién no sentiría curiosidad?
- ¿Eva? -pregunté yo con la voz baja-
- Dios... no me des esos sustos, ¿qué ocurre? -añadió ella, sobresaltada-
- ¿Qué haces despierta tan temprano? son sólo las siete de la mañana.
- Verás... -explicó ella, pensativa- no he podido evitar despertarme temprano por los nervios del viaje. Ni por el deseo de visitar un nuevo mundo.
- Te comprendo, tienes toda la razón. Pero por otra razón por la que me he despertado, es por las ganas que tengo que zampar algo. ¿Cómemos juntos?
- ¡Claro! -musitó Eva, riéndose-
Mientras desayunábamos unos cereales con zumo de naranja no pude evitar recordar la comilona tailandesa de ayer. Comimos nuddles y calamares fritos pero juraría que los nuddles tenían hormigas en el caldo. Quitando las hormigas, todo estuvo delicioso.
Entonces, la voz de Eva interrumpió mis pensamientos.
- Me extraña que los demás no se levanten.
- Será por la comida tailandesa. No te puedes fíar mucho de Asia. Y, por cierto, tengo una duda.
- Dispara -me señaló Eva, apuntándome con su cuchara-.
- ¿Por qué decidiste viajar a Celestia?
Eva al parecer nunca se lo había pensando detenidamente, pues tardó lo suyo en contestar y se lo estuvo pensando detenidamente.
- A parte de aprender nuevas cosas, y viajar a un mundo desconocido y saciar mi curiosidad -dijo ella, dudosa-, también por deseo propio de ir a un mundo alienígena. ¿Quién querría perderse la oportunidad de ir, no a una nueva ciudad, si no a otro planeta? ¿y perderse ver cosas inimaginables, paisajes imposibles, y la maravilla de la naturaleza haciendo sus frutos en un mundo?...
- Tienes toda la razón -musité yo-...
- Y, ¿por qué tú lo decidiste?
- A parte de la misma razón que tú... también por irme de nuestro mundo. Un mundo lleno de guerras, corrupción, enfermedades, y mentiras. Para mí Celestia es otra oportunidad a un mundo mejor.
- Eres más interesante de lo que creía -dijo Eva, mientras se retiraba hacia su habitación-.
Faltaban dos horas para nuestro viaje. Nos recogerían y todo, un servicio completo, se podría decir. ¿Qué me depararía aquel extraño y fascinante mundo? Miles de ideas me inundaban la cabeza, y la imaginación me hacía imaginar un lugar con seres extraños, criaturas gigantes, naves espaciales...
La demás gente comenzó a despertarse, a compartir ideas y pensamientos sobre el viaje, y entonces llegó la esperada hora.
La llamada de un timbre me sobresaltó e interrumpió mis pensamientos. Eran ellos, íbamos a ir a Celestia. Preparé mis cosas y me llevaron en coche, junto con mi grupo, a la base.
Éramos un grupo de cuatro personas, todos de distintos sitios e incluso de distintos continentes. Estaba Eva, que era de Inglaterra, Nelson, de Brasil, y Mary, de norte América.
Mientras viajábamos hacia nuestro próximo destino, silenciosos por los nervios, alguien decidió romper el hielo.
- ¿Vosotros tenéis pensada -dijo Nelson, sentado a mi lado- alguna frase épica que decir al bajar al planeta alienígena?
- Yo soy mala para las ideas -continuó Mary-, y aún más en una situación tan rara como va a ser esa.
- ¿Qué os parece ''aliens, preparaos para ser inspeccionados''? -refutó Eva, que estaba delante de mí-
- Pues no muy convincente, la verdad. He visto guiris hablando con más ingenio -expliqué en voz baja, con tono bromista-.
- Muy gracioso -musitó Eva, sacandome la lengua-.
Llegamos a nuestro destino, y comenzamos a prepararnos física y mentalmente. No cabía duda de que nos resultaría algo difícil.
Despues de tres horas, comenzamos a adentrarnos a nuestra nave, lista ya para despegar. Comencé a entrar en ella, pero antes de desaparecer por la entrada, eché un último vistazo a lo que sería mi último recuerdo de la Tierra.
Un mundo donde he vivido miles de experiencias, y toda una vida entera. Un mundo que nunca olvidaría. Es mi mundo.
Y entonces comencé el mayor viaje, no solo de mi vida, sino de toda la humanidad. A un mundo aún por descubrir.
Un mundo llamado Celestia.
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CAPÍTULO 2
La tierra prometida
Día cuatro.
31 de Noviembre del año 2177.Desperté como un muerto. No sentía mis piernas y mi cabeza daba vueltas alocadamente.
Sentía un gran sofoco. ¿Dónde estaba? ¿qué estaba ocurriendo?.
Caminé lentamente por aquella extraña sala y miré un cristal. Y aquello que ví allá fue la inmensidad del espacio; ya habían pasado cuarenta y cinco años.
Habíamos llegado a nuestro destino.
Todos estábamos igual de mareados y confusos en la sala. Parecía increíble que hubiera estado setenta y siete años congelado como un helado. ¿Faltaría mucho para llegar a nuestro destino?
Nelson era el encargado de los controles de la nave. Despues de incorporarse y estirar sus extremidades, comenzó a correr con ganas de conseguir ver detalles sobre al cuerpo al que nos aproximábamos.
Os puede parecer fácil lo que os estoy contando pero no es así; nos dirigíamos hacia un planeta a millones de kilómetros de distancia, sin saber si habría vida en él, y si lograríamos llegar sanos y salvos nosotros solos, en la inmensidad del espacio.
Nelson y los demás, incluido yo, nos acercamos a aquella multitud de botones y controles. Él comenzó a leer concentrado una pequeña pantalla, y dijo:
- Nos estamos acercando.
Pusimos todos una mirada asesina sobre él.
- Agradecemos tus sabias palabras -dijo Mary-, pero sería de ayuda que dijeras exactamente a qué.
- Según los datos, nos acercamos a un planeta rocoso. Tiene un radio de veinte mil kilómetros, una masa de cuatro tierras, y menos gravedad que en nuestro planeta; pesaremos como un niño de nueve años.
Los demás comenzamos a hablar y especular sobre el planeta, hasta que lancé una pregunta:
- Por cierto, ¿estamos muy lejos de aquel planeta?
- Pues no estoy seguro -señaló él-, primero tenemos que hacer girar este trasto para que pueda calcular de forma más debida la distancia.
La nave lentamente comenzó a girar hacia la derecha.
Mientras hablábamos de nuestros asuntos, Mary miró la ventana, sorprendida.
Nosotros preocupados decidimos mirar también.
Nos encontramos con lo más maravilloso que pudiera haber visto el ser humano. Lo más bello y compacto que mis ojos hubieran podido ver o imaginar.
El brillo de las estrellas se juntó en su maravillosa superficie rojiza.
Eso que vimos, era Celestia.
Un nuevo mundo.
Podía ver lo que ningún otro humano podría haberse imaginado.
En la oscuridad, y el vacío de el inmenso cosmos, se hallaba aquel bello planeta.
Un rayo de esperanza iluminó todos nuestros corazones; ya habíamos llegado. Después de nuestro duro trabajo, pudimos lograr nuestro gran objetivo en la vida.
Todos nos miramos y sonreímos. Era un espectáculo maravilloso.
Estábamos cerca del planeta, tardaríamos dos horas en llegar hacia su órbita y debíamos aprovechar ese tiempo en alimentarnos y prepararnos física y mentalmente.
Todos llevaríamos unas pequeñas mascarillas, que transformaban gases como el dióxido de carbono y el metano en oxígeno, de forma que no harían falta bombonas y podríamos estar en el planeta sin riesgo de asfixiarnos por la atmósfera.
Para nuestra propia defensa adquirimos unas pequeñas armas de aire, minimizando así el riesgo de contaminar el planeta con residuos terrestres.
Además de explorar el planeta por nuestra cuenta traeríamos un pequeño laboratorio portátil con el cual estudiaríamos la composición del suelo, comprobar las sustancias de el agua de el planeta, etcétera.
Me puse mi traje de nailon, y junto con mi equipo nos subimos a unas cápsulas que nos llevarían sanos y salvos al planeta. Eso esperaba...
Nos subimos a nuestras cápsulas.
La cuenta atrás comenzó, con mi corazón en un puño.
Y entonces las cápsulas se despegaron de la nave y comenzamos a bajar lentamente, pero cada vez más deprisa.
- ¿Estáis todos bien? -dijo la voz de Nelson, que se escuchaba desde un transmisor de la cápsula-.
- Yo creo que voy a vomitar... -gimoteó Mary-
- ¡Oh, dios! ¡ni se te ocurra hacerlo, y aun menos en el espacio! ¡si potas en el planeta, podríamos contaminarlo con partículas de la Tierra!
- ¿Es que crees que vomito por gusto?
- Vamos a ver, lo mejor será que nos callemos y nos preparemos para el aterrizaje -replicó Eva, con tono serio. Nunca la escuché hablar tan seriamente-. Lo único que conseguiremos será arriesgar nuestras vidas. Limitémonos a esperar los diez minutos que nos quedan para llegar al planeta.
Ella tenía razón, así que pasamos los diez minutos hablando de tonterías para perder los nervios.
Al cabo de un tiempo nuestras cápsulas empezaron a temblar y moverse bruscamente.
- Está bien, comenzamos a aproximarnos al planeta y estamos casi en contacto con su atmósfera -nos comunicó Nelson. Se notaba nerviosismo en su grave voz-. Ahora no podremos comunicarnos, así que intentad mantener la calma que ésta es la parte más rápida pero más peligrosa del viaje. Tened cuidado.
¿Qué podía decir?. Estaba a punto de desmayarme del susto.
Cerré los ojos, y me agarré con fuerza a mi asiento.
Al cabo de unos segundos, noté un choque muy fuerte, ¿habíamos llegado?.
La cápsula avisaría al personal cuando estuviéramos en tierra firme, así que seguí esperando.
Pi, pi, piii...Ésa era la señal.
Contuve mi respiración, me puse la máscara de oxígeno, y abrí la compuerta.
Una templada brisa me dió la bienvenida, y entonces abrí los ojos.
[CONTINUARÁ]
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Después de mucho tiempo, he conseguido hacer una parte de el segundo capítulo. Aún estoy siguiendo con la historia, solo necesito tiempo para ir pasando trozos
.
Salu2! -The _Master.
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