Con el fin de salvar a una especie en peligro de extinción, un imperio zelote importó un parásito de lictoxembro para dotar de capacidades ofensivas y defensivas a estas criaturas. Los Serravespa son ejemplares sagrados en la mitología de ciertas civilizaciones, pero debido a que son presas de múltiples depredadores, su número se ha reducido con el paso del tiempo.
Este experimento busca inocular algunos miembros de la especie con el lictoxembro para que sirvan de protectores alfa de su especie, intentando mantener un control del ecosistema para no quebrantar el balance natural.



El Serravespa Vanguard actúa como líder y protector de la colmena de los Serravespa. Cuenta con una coloración característica más oscura que lo destaca de los demás. Su exoesqueleto se ve fortificado en sus extremidades y en su lomo crecen grandes púas que le sirven de caparazón y blindaje. Una de sus pinzas delanteras se ha desarrollado excesivamente para defenderse de predadores de mayor tamaño. Las alas se han duplicado como respuesta al aumento del peso corporal total. Los órganos sensoriales de la vista se han visto reforzados con cartílago de dureza considerable.

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