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The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Sporepedia 2 :: Spore World :: Off-topic :: Arte
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The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
¿Por qué no ponerle una introducción al tema?
Esta es mi novela, basada en un videojuego. Pero no te asustes, si quieres leerla no debes retraerte, pues el juego en sí no posee mucha historia, y yo siempre me alejo de cualquier spoiler.
Se me vino a la cabeza por muchas ideas, muchas versiones puestas por dA, mucha información recolectada. Completento con dibujos, escribo cada vez que puedo , cada vez que siento que sea correcto. Si tienes el tiempo de echar lectura, te aseguro que no te arrepentirás (Y si así es, puedes tirarme una patata y criticar cada punto para que yo pueda mejorar). Empezada cerca de Marzo, terminaré esta novela antes de que acabe el año y la imprimiré como una de mis más grande sobras. ¡Un regalo especial para mi querido foro, la Sporepedia 2!
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¡Ahhh, la mañana no podía estar más fresca, más iluminada! Unas risas burlonas acompañaron su amanecer, y sus cabellos rojizos salieron de su escondite entre las sábanas. Aquella sonrisa levemente malévola de dientes amarillos decoró la alegría del nuevo día, mientras aún cansado por la noche anterior quitó de la cama y se hecho un vaso de agua helada al rostro, casi disfrutando el efecto que causaba. Se vistió casualmente, ¿Por qué iba a liarse en un día libre, en su propio hogar? Un gran apartamento en medio de la ciudad, una ciudad muy bonita y llena de verde todo el año. Falta destacar que las paredes combinaban muy bien con los dorados rayos del sol, y la buena patria de esas tierras. ¡De sangre, de amor a la buena suerte! Un nuevo día en las grandes calles de Dublín, Irlanda.
De inmediato fue el baño. Se dio una ducha rápida de mala gana, finalizando con afeitarse la barba de toda la jornada. Arregló un poco su cabello despeinado, y así sin más
Directo aquel hombre fue a su desayuno. Golpeó el refrigerador un par de veces, para acomodar sus nudillos al posible dolor de una pelea. Así mismo, sacó algo de leche y una ensalada que había quedado de ayer, evitando el cocinar por lo menos en los tiempos de pereza. Devoró distraído, mientras pensaba en la borrachera del día anterior, ¡Vaya noche! Le habían quedado todos los huesos rotos por haber caído del edificio, pero ya estaba como nuevo con unas horas de descanso. El hombre se echó a reír con ganas, mientras bebía el líquido y dejaba los platos limpios al minuto. En ese momento estaba extrañamente alegre, con su típico aire burlón de toda la vida.
Eso si, casi olvida por lo menos cepillarse sin galardones la dentadura.
-"Cuida tus dientes, a menos que quieras gastar más en la maldita factura del médico" - Repasó el irlandés, bufoneando con los ojos mientras usaba el cepillo a velocidad ultrasónica. Ya listo y preparado, salió de aquella habitación, y subió al segundo piso del apartamento (Diciendo ya que era grande). Siempre en las mañanas le daba de entrenar un poco, para no perder el ritmo en su ocio. Pues...le tenía apego a su sala de entrenamientos, totalmente pintada de verde, con sacos de arena y un cuadrilátero todo bien construido por si alguien le quería desafiar en privado. Tomó sus guantes, y calentó pegándole a uno de sus muñecos, con una imagen pegada donde se suponía que estaba un rostro. ¡Su peor enemigo, de los enemigos, de todos los enemigos! E irónicamente, uno de los que más le hacía reír incluso con moretones en el ring. ¿Estaría acaso aquel "eterno campeón" haciendo fiestas y parrandas ahora que estaba retirado? Nadie lo sabía, y a él no le importaba. De todas maneras era su vocación y disfrutaba sacándole los dientes a los novatos.
Y lista estaba su rutina, pues ahora tenía el amanecer a su merced, todo Dublín que disfrutar. No tenía nada agendado por el momento, y aunque para un boxeador eso significara conseguir una lucha lo más pronto posible, a aquel hombre le daba igual, pues quería beber unas botellas en el bar de la plaza. Bajo los pisos, pasó de saludar al receptor y abrió la puerta hacia la calle, aún bastante animado. ¡Ja, estaba todo muy tranquilo! Gente con sus hijos dando vueltas por allí, trotando y aprovechando las horas. Ancianas tomando el té, jóvenes en sus bicicletas. Un día aparentemente perfecto por donde se le viera. ¿El bar acaso estaría tan animado, o seguiría estando para los deprimidos violentos como de costumbre? Con su sonrisa aquel hombre lo fue pensando, mientras sus pasos hacían resonar el pavimento.
La plaza tan linda como siempre y sus árboles, y un local público a un lado muy acostumbrado. El irlandés caminó, entró y saludó al cantinero simplemente levantando su mano.
-Bella madrugada, ¿No, Aran? -Rió aquel hombre gordo, con su típico bigote y limpiando unas copas que quedaban de la fiesta. El aire estaba decorado con el humo de un solitario fumador en una esquina, incluso no estando permitido el fumar en lugares públicos. Bah, de todas maneras a nadie le importaba en la cantina.
-He.. ¿Todo bien, Marshel? ¡Mira que quedaste perfecto, incluso después de que te rompieran la quijada! - Se hecho a reír Aran, demandando una cerveza lo antes posible. El cantinero soltó una sonrisa mientras hacía rechinar los vasos de limpios.
-¡Ja, lo dice el que se cayó del edificio borracho con todo y mesa! - Se burló, con una mirada desafiante, de buenos compañeros bromistas. Con el bar hecho de tres - Dos medio amigos y un tipo raro- , se volvía el club privado más animado de las AM. Se sirvieron las cervezas, y de tragos terminaron varios los dos, mientras pasaban las horas entre chistes y buenas carcajadas. Daba buena espina estar allí, en la oscuridad y oculto del mundo, de tan destructivo universo. ¡Pues destructivo!
Finalmente pasaron unas tres horas, cuando la jornada ya parecía normal con su característico y adornado cielo azul. Aran estaba algo borracho, pero no tanto como para delirar y caerse a zancadas. Viendo que había pasado su buen rato, se despidió del cantinero y se marchó alegre a la calle, pasando por un lado, apoyándose de inmediato a muros de otro local. Estaba bastante tranquilo para ser un día cualquiera. Solo así...hasta que algo le hizo sobresaltar y casi tener un ataque de la buena sorpresa. ¿Quién lo hubiera imaginado? El tipo adicto a la nicotina había salido también, y se había puesto en frente del irlandés, desafiante.
Tenía pintas de loco mafioso, con una bufanda blanca y una chaqueta marrón de marca. No tenía buen rostro, por unas marcadas ojeras. Tenía un cabello marrón, totalmente desordenado. Y antes de reaccionar... ¡El idiota tenía una navaja en sus zarpas! La sacó, y prácticamente amenazó al luchador con el arma blanca.
-Tú tienes mucho dinero como para beber tanto. Dámelo - Murmuró, con una voz de desesperado reprimido.
En cambio, Aran Ryan no parecía muy asustado por la ofensiva. Una sonrisa sarcástica, reluciendo su dentadura y su fija mirada. No tenía el más mínimo miedo, y más bien tenía la apariencia de tomárselo a la ligera.
-¡Ja,ja! - Terminó soltando - ¡Claro, te voy a dar toda mi billetera, malnacido! - Dijo con el buen toque ebrio. Sintió como el tipo le presionaba el cuchillo al cuello, sin soltar sangre, pero a punto de hacerlo. Estaba bastante decidió aquel fumador por la paga del robo...
-¡DÁMELO! - Gritó, sin darse cuenta de que bajaba la guardia. Un "¡Aquí lo tienes, hijo de perra! fue lo que recibió, un golpe bajo que le hizo retroceder, que le hizo soltar sangre al misterioso extraño de la bufanda. Aran aprovechó para patearle al suelo, recoger el cuchillo y tirarlo por quien sabe cuál tejado entre risotadas impresionantes. ¡Vaya lástima que nadie estuviera viendo, pero para él!
Recogió a tipo de la camisa, y comenzó a golpearlo en la cara por diversión, por donde le cupiera el alma y haciendo galas de su entrenamiento. ¡Mala suerte meterte con tal irlandés! Pero solo hasta el rato.
¿Recuerdan ustedes al cantinero, ese gordo limpia vasijas? Pues ese mismo viejo de mala cara había salido, contemplando la paliza del extraño. Entró nuevamente a su local. Y sin que nadie lo supiera... volvió a salir con algo entre manos.
Se escuchó como le quitaban el seguro a un arma de fuego. Y así, el irlandés impactado giró su rostro hacia atrás, viendo como el barman le apuntaba a la cara con una sonrisa mediocre en sus duros labios.
-¿No seguiste el plan, verdad, Ryan? - Se echó a reír. El boxeador sin dudarlo, tuvo que dejar de golpear al tipo raro de la bufanda, mientras con una mirada acusadora le clavaba el odio al cantinero. ¡Un traidor, eso era!
-¡Maldito imbécil, Marshel, desgraciado de...!
-¡Cuida tu lengua, peleador de tercera! Infeliz... ¿Por qué no te dejaste robar? - Empezó a acercarse, aún con la pistola asegurada para disparar. El irlandés tuvo que retroceder, hasta tocar nuevamente las paredes del otro local. - Levántate, Fecsir. No seas una niñita, ¡Devuélvele lo que te ha dado! - Rió el cantinero. El de la bufanda, como siguiendo órdenes se levantó ignorando sus heridas y aún empapado por las heridas de tan injusta batalla. Con una mano en su estómago, se acercó a Aran quien no se movía y aun acusadoramente maldecía al pelado del barman, quitando su buena sonrisa al odio. El fumador fácilmente denotó la alegría de que se cambiaran las cosas.
Golpeó a Aran en el rostro, haciéndolo caer a un lado, casi de plasta al suelo si no se hubiera sostenido con un brazo. El irlandés puso su mano en la boca, viendo como rápidamente sangraba, en contraste a lo sucedido anteriormente. Y sin poder detenerlo, una patada en su costado lo hizo caer de espaldas al pavimento, hacia un oscuro callejón que se formaba entre los dos locales. Empezó a recibir variados golpes en las costillas, aún más en su rostro mientras intentaba cubrirse con sus desnudos brazos. No pudo detenerlo, le tumbaron sin remedio, le tumbaron sin piedad.
-Quítale todo lo que tenga de valor - Escuchó, mientras empezaba a desvanecerse todo a su alrededor. Lo último que pudo ver antes de desfallecer, era la cara del de la bufanda, esa cara de idiota que le había tirado al suelo, sangrando. Y así, todo alrededor se volvió oscuro, como si las luces se hubieran apagado de golpe. El día, tan bello y azulado, de lejos volvería a ser el mismo.
Extra
The journey of the fights por Xhaps se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 3.0 Unported. Todos los derechos a Next Levels games y Nintendo
Tags : Punch out fanfic español punch-out!! punchout wii aran ryan novela joven drama humor
Esta es mi novela, basada en un videojuego. Pero no te asustes, si quieres leerla no debes retraerte, pues el juego en sí no posee mucha historia, y yo siempre me alejo de cualquier spoiler.
Se me vino a la cabeza por muchas ideas, muchas versiones puestas por dA, mucha información recolectada. Completento con dibujos, escribo cada vez que puedo , cada vez que siento que sea correcto. Si tienes el tiempo de echar lectura, te aseguro que no te arrepentirás (Y si así es, puedes tirarme una patata y criticar cada punto para que yo pueda mejorar). Empezada cerca de Marzo, terminaré esta novela antes de que acabe el año y la imprimiré como una de mis más grande sobras. ¡Un regalo especial para mi querido foro, la Sporepedia 2!
The journey of the fights
Oficialmente un nuevo nombre
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- Spoiler:
No te olvides de agregar los subtítulos al vídeo
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¡Ahhh, la mañana no podía estar más fresca, más iluminada! Unas risas burlonas acompañaron su amanecer, y sus cabellos rojizos salieron de su escondite entre las sábanas. Aquella sonrisa levemente malévola de dientes amarillos decoró la alegría del nuevo día, mientras aún cansado por la noche anterior quitó de la cama y se hecho un vaso de agua helada al rostro, casi disfrutando el efecto que causaba. Se vistió casualmente, ¿Por qué iba a liarse en un día libre, en su propio hogar? Un gran apartamento en medio de la ciudad, una ciudad muy bonita y llena de verde todo el año. Falta destacar que las paredes combinaban muy bien con los dorados rayos del sol, y la buena patria de esas tierras. ¡De sangre, de amor a la buena suerte! Un nuevo día en las grandes calles de Dublín, Irlanda.
De inmediato fue el baño. Se dio una ducha rápida de mala gana, finalizando con afeitarse la barba de toda la jornada. Arregló un poco su cabello despeinado, y así sin más
Directo aquel hombre fue a su desayuno. Golpeó el refrigerador un par de veces, para acomodar sus nudillos al posible dolor de una pelea. Así mismo, sacó algo de leche y una ensalada que había quedado de ayer, evitando el cocinar por lo menos en los tiempos de pereza. Devoró distraído, mientras pensaba en la borrachera del día anterior, ¡Vaya noche! Le habían quedado todos los huesos rotos por haber caído del edificio, pero ya estaba como nuevo con unas horas de descanso. El hombre se echó a reír con ganas, mientras bebía el líquido y dejaba los platos limpios al minuto. En ese momento estaba extrañamente alegre, con su típico aire burlón de toda la vida.
Eso si, casi olvida por lo menos cepillarse sin galardones la dentadura.
-"Cuida tus dientes, a menos que quieras gastar más en la maldita factura del médico" - Repasó el irlandés, bufoneando con los ojos mientras usaba el cepillo a velocidad ultrasónica. Ya listo y preparado, salió de aquella habitación, y subió al segundo piso del apartamento (Diciendo ya que era grande). Siempre en las mañanas le daba de entrenar un poco, para no perder el ritmo en su ocio. Pues...le tenía apego a su sala de entrenamientos, totalmente pintada de verde, con sacos de arena y un cuadrilátero todo bien construido por si alguien le quería desafiar en privado. Tomó sus guantes, y calentó pegándole a uno de sus muñecos, con una imagen pegada donde se suponía que estaba un rostro. ¡Su peor enemigo, de los enemigos, de todos los enemigos! E irónicamente, uno de los que más le hacía reír incluso con moretones en el ring. ¿Estaría acaso aquel "eterno campeón" haciendo fiestas y parrandas ahora que estaba retirado? Nadie lo sabía, y a él no le importaba. De todas maneras era su vocación y disfrutaba sacándole los dientes a los novatos.
Y lista estaba su rutina, pues ahora tenía el amanecer a su merced, todo Dublín que disfrutar. No tenía nada agendado por el momento, y aunque para un boxeador eso significara conseguir una lucha lo más pronto posible, a aquel hombre le daba igual, pues quería beber unas botellas en el bar de la plaza. Bajo los pisos, pasó de saludar al receptor y abrió la puerta hacia la calle, aún bastante animado. ¡Ja, estaba todo muy tranquilo! Gente con sus hijos dando vueltas por allí, trotando y aprovechando las horas. Ancianas tomando el té, jóvenes en sus bicicletas. Un día aparentemente perfecto por donde se le viera. ¿El bar acaso estaría tan animado, o seguiría estando para los deprimidos violentos como de costumbre? Con su sonrisa aquel hombre lo fue pensando, mientras sus pasos hacían resonar el pavimento.
La plaza tan linda como siempre y sus árboles, y un local público a un lado muy acostumbrado. El irlandés caminó, entró y saludó al cantinero simplemente levantando su mano.
-Bella madrugada, ¿No, Aran? -Rió aquel hombre gordo, con su típico bigote y limpiando unas copas que quedaban de la fiesta. El aire estaba decorado con el humo de un solitario fumador en una esquina, incluso no estando permitido el fumar en lugares públicos. Bah, de todas maneras a nadie le importaba en la cantina.
-He.. ¿Todo bien, Marshel? ¡Mira que quedaste perfecto, incluso después de que te rompieran la quijada! - Se hecho a reír Aran, demandando una cerveza lo antes posible. El cantinero soltó una sonrisa mientras hacía rechinar los vasos de limpios.
-¡Ja, lo dice el que se cayó del edificio borracho con todo y mesa! - Se burló, con una mirada desafiante, de buenos compañeros bromistas. Con el bar hecho de tres - Dos medio amigos y un tipo raro- , se volvía el club privado más animado de las AM. Se sirvieron las cervezas, y de tragos terminaron varios los dos, mientras pasaban las horas entre chistes y buenas carcajadas. Daba buena espina estar allí, en la oscuridad y oculto del mundo, de tan destructivo universo. ¡Pues destructivo!
Finalmente pasaron unas tres horas, cuando la jornada ya parecía normal con su característico y adornado cielo azul. Aran estaba algo borracho, pero no tanto como para delirar y caerse a zancadas. Viendo que había pasado su buen rato, se despidió del cantinero y se marchó alegre a la calle, pasando por un lado, apoyándose de inmediato a muros de otro local. Estaba bastante tranquilo para ser un día cualquiera. Solo así...hasta que algo le hizo sobresaltar y casi tener un ataque de la buena sorpresa. ¿Quién lo hubiera imaginado? El tipo adicto a la nicotina había salido también, y se había puesto en frente del irlandés, desafiante.
Tenía pintas de loco mafioso, con una bufanda blanca y una chaqueta marrón de marca. No tenía buen rostro, por unas marcadas ojeras. Tenía un cabello marrón, totalmente desordenado. Y antes de reaccionar... ¡El idiota tenía una navaja en sus zarpas! La sacó, y prácticamente amenazó al luchador con el arma blanca.
-Tú tienes mucho dinero como para beber tanto. Dámelo - Murmuró, con una voz de desesperado reprimido.
En cambio, Aran Ryan no parecía muy asustado por la ofensiva. Una sonrisa sarcástica, reluciendo su dentadura y su fija mirada. No tenía el más mínimo miedo, y más bien tenía la apariencia de tomárselo a la ligera.
-¡Ja,ja! - Terminó soltando - ¡Claro, te voy a dar toda mi billetera, malnacido! - Dijo con el buen toque ebrio. Sintió como el tipo le presionaba el cuchillo al cuello, sin soltar sangre, pero a punto de hacerlo. Estaba bastante decidió aquel fumador por la paga del robo...
-¡DÁMELO! - Gritó, sin darse cuenta de que bajaba la guardia. Un "¡Aquí lo tienes, hijo de perra! fue lo que recibió, un golpe bajo que le hizo retroceder, que le hizo soltar sangre al misterioso extraño de la bufanda. Aran aprovechó para patearle al suelo, recoger el cuchillo y tirarlo por quien sabe cuál tejado entre risotadas impresionantes. ¡Vaya lástima que nadie estuviera viendo, pero para él!
Recogió a tipo de la camisa, y comenzó a golpearlo en la cara por diversión, por donde le cupiera el alma y haciendo galas de su entrenamiento. ¡Mala suerte meterte con tal irlandés! Pero solo hasta el rato.
¿Recuerdan ustedes al cantinero, ese gordo limpia vasijas? Pues ese mismo viejo de mala cara había salido, contemplando la paliza del extraño. Entró nuevamente a su local. Y sin que nadie lo supiera... volvió a salir con algo entre manos.
Se escuchó como le quitaban el seguro a un arma de fuego. Y así, el irlandés impactado giró su rostro hacia atrás, viendo como el barman le apuntaba a la cara con una sonrisa mediocre en sus duros labios.
-¿No seguiste el plan, verdad, Ryan? - Se echó a reír. El boxeador sin dudarlo, tuvo que dejar de golpear al tipo raro de la bufanda, mientras con una mirada acusadora le clavaba el odio al cantinero. ¡Un traidor, eso era!
-¡Maldito imbécil, Marshel, desgraciado de...!
-¡Cuida tu lengua, peleador de tercera! Infeliz... ¿Por qué no te dejaste robar? - Empezó a acercarse, aún con la pistola asegurada para disparar. El irlandés tuvo que retroceder, hasta tocar nuevamente las paredes del otro local. - Levántate, Fecsir. No seas una niñita, ¡Devuélvele lo que te ha dado! - Rió el cantinero. El de la bufanda, como siguiendo órdenes se levantó ignorando sus heridas y aún empapado por las heridas de tan injusta batalla. Con una mano en su estómago, se acercó a Aran quien no se movía y aun acusadoramente maldecía al pelado del barman, quitando su buena sonrisa al odio. El fumador fácilmente denotó la alegría de que se cambiaran las cosas.
Golpeó a Aran en el rostro, haciéndolo caer a un lado, casi de plasta al suelo si no se hubiera sostenido con un brazo. El irlandés puso su mano en la boca, viendo como rápidamente sangraba, en contraste a lo sucedido anteriormente. Y sin poder detenerlo, una patada en su costado lo hizo caer de espaldas al pavimento, hacia un oscuro callejón que se formaba entre los dos locales. Empezó a recibir variados golpes en las costillas, aún más en su rostro mientras intentaba cubrirse con sus desnudos brazos. No pudo detenerlo, le tumbaron sin remedio, le tumbaron sin piedad.
-Quítale todo lo que tenga de valor - Escuchó, mientras empezaba a desvanecerse todo a su alrededor. Lo último que pudo ver antes de desfallecer, era la cara del de la bufanda, esa cara de idiota que le había tirado al suelo, sangrando. Y así, todo alrededor se volvió oscuro, como si las luces se hubieran apagado de golpe. El día, tan bello y azulado, de lejos volvería a ser el mismo.
- Capítulo 2 / Odio ir al médico/:
Pssss....tksssss..... luces blancas... paredes brillantes, tremendos rayos anaranjados que atravesaban cada rincón, provenientes de un enorme farol que afuera se engalardonaba de su grandeza en las alturas. ¿Estaba acaso muerto, o algo así? Un ambiente pacífico tal santuario, un silencio mortal del que solo los insectos se salvaban en su pequeño mundo. Y un olor levemente repulsivo, mitad agradable también... un olor muy parecido a... ¿Alcohol, guantes de goma y desinfectante de marca?
Sus ojos se abrieron como platos, con bastante dificultad por el constante dolor. Ahora que veía con detalle el calmado entorno, no podría confundirlo nuevamente con el paraíso nunca jamás, o algún efecto de drogas baratas si se ve desde ese punto. Era un hospital, la sala de un hospital que francamente era de buenas pintas, seguramente el de la capital. Entonces...sacando conclusiones, alguien llamó a la ambulancia después de aquello. Fue un alivio, por que sin dudarlo pensaba que le habían matado ya. ¡Se arrepentirían de no haberlo hecho! Euu, pero mucho después, a lo menos hasta que pudiera moverse.
El irlandés analizó con curiosidad la camilla que le sostenía. Su brazo estaba conectado a un suministro de sangre, alertando que habría perdido bastante al menos en horas. Y como era de esperarse, tooodas sus pertenencias de valor le habían sido quitadas, y las que no pues confiscadas por los médicos o los policías que le debieron encontrar agonizante. Ahora que lo pensaba...¿Cómo el de la bufanda pudo hacerle tanto daño, si estaba medio muerto y todo? Bueno...el tipo no era nada delgado...y estaba a puño limpio...pero, ¡Pero se había metido con Aran! El maldito infeliz debía de llevar alguna manopla o algo, de seguro debía ser eso... (Oh vaya, ahora no sabía si odiar los trucos, o amarlos mucho más).
Simplemente, decidió maldecir lo que pudo, por lo menos mientras estuviera despierto. Aún se sentía demasiado débil, y ninguna buena risa se mantenía a flote como para alegrarle y darle fuerzas. Esta vez, el dolor era punzante y agudo, le recorría la espina desde la médula. Si le hubieran preguntado, hubiera preferido que le quebraran todas las extremidades, pues ese tipo de golpes apreciaba con ganas, y le encantaban. Por ahora, solo quedaba cerrar los ojos, y descansar el tiempo necesario. Seguro que si estaba tranquilo no le quitarían muchos fondos por tratamiento.
- He...hehehe... - Pequeñas risas, retenidas para no hacer alarma retumbaron en los oídos del propio irlandés. Una sonrisa perversa, y en sus manos un cordel que ataba con pasión y soltura. Puso su creación en el suelo apenas terminar, a pies de la camilla, y como si nada se puso a silbar mientras colocaba sus manos por detrás de la cabeza, esa que relucía su oscuro cabello pelirojo tan cuidado. Los pasos le hicieron cada vez soltar una pequeña risotada, y así hasta que la puerta se abrió delicadamente, la puerta de la habitación donde el estaba reposando hace a lo menos unos tres días desde aquel asalto. De allí entró una enfermera, la vieja Anastasia de cuarenta y siete años que poseía la cara de los mil demonios. ¡Vaya risotadas que se ganaba hora tras hora con ella! La vieja siempre entraba desanimada, deseando dar de a palos al paciente.
Se fue acercando, para darle el desayuno de la mañana, -Más te vale que no lo aventes esta vez, o te voy a quitar el suministro- alegó mientras se acercaba a su destino. Nadie se hubiera esperado que, al pisar la pequeña cuerda, sucedería algo, ¿Verdad?
La cuerda se agarró a pie de la asistente, la hizo tropezar cuando el irlandés tiró de ella. La vieja trastabilló, y cayó de espaldas al suelo con un grito anticuado de toda la vida, mientras el desayuno volaba por los aires, y aterrizaba en cara a la pobre enfermera, dejándole ojos de huevo frito y sonrisa de tocino a la orden.
-Pfffff, ¡Jajajaja! - Rió sin pena el irlandés, empezando a ahogarse de la diversión mientras golpeaba la cama con los puños. La vieja Anastasia se puso roja como un tomate de la ira, y en cuanto se pudo levantar hizo una rabieta de niña a los cuatro años, se marchó apretando las manos y haciendo sonar sus tacones con todas las carcajadas de fondo. ¡Ah, la buena broma del día no pudo ser más exitosa! Pasaron los minutos antes de que callara, y cuando lo hizo existió ese común silencio funerario entre el sol del amanecer. En estos momentos era cuando en la sala de al lado, el doctor evaluaba a los pacientes. Siempre esperaba a escuchar su situación actual, pues no quería esperar hasta la noche cuando era público al mundo; pues en poco rato le dejaban ver su muy abandonado correo y más tarde tenía que aguantarse hasta que tuviera las de dormir, ¡Terrible!.
Así mismo, atentó el oído...
-Señor, ¿Cuál es el reporte de Sánchez, Xavier y Ryan? Es hora de registrarlos...
-Ah...muy bien. Sánchez ha mejorado desde la extirpación del tumor. Ha perdido muchos fluidos, pero con un coma inducido de tres meses se recuperará en totalidad. Xavier aún necesita reposo, pues aquella ancla le hizo un gran corte en el costado, y tras los puntos debe descansar. Y Ryan...
-¿Sí?
-Deberá quedarse aquí un par de semanas. Siendo joven y fuerte, aquellos traumas no le fueron gran problema. Hemos visto que es un luchador experimentado, y por lo tanto esta acostumbrado a los golpes. En cambio, la pérdida de sangre por aquella herida y tal le mantendrán bastante en la camilla. Eso es todo.
-Oh...muy bien señor...
Y esa fue la charla del médico. Unas semanas de sufrimiento agónico en el hospital ¿Ese era el diagnóstico? ¡Terrible por donde se le viera! Aran soltó un suspiró enfermo de aburrimiento, viendo lo que le esperaba. ¿Por qué tanto lío, si ya estaba como nuevo? ¡No era justo, les haría ver que podía estar de pie y...!
-Señor Ryan, aquí esta la computadora para que registre el correo - Vino diciendo otra enfermera de cabello rubio, trayendo un portátil - Tiene una hora.
-Eh, sí, sí... - Murmuró recibiéndolo. Le encendió, entro y se conectó al internet para ir directo a su correo. Debía tener uno casi por ley, puesto que la WVBA le enviaba peticiones y esas cosas; aunque eso significaba de lejos que lo visitara mucho. No era demasiado digital, no era su estilo.
De inmediato navego por la bandeja. Habían suscripciones de tiendas de lencería, tostadoras de la tía Paty, el gane un millón por nada... ¡Y un correo fresco de la Asociación! Le picó con cierta ansiedad, y vió el contenido sin muchos problemas.
Estimado Aran Ryan, del circuito mundial.
Hemos de informarle que recientemente ha recibido un desafío, por parte de uno de nuestros luchadores del Circuito Mayor. Viendo la distancia, se le han dado 42 horas para responder y aceptar o rechazar esta solicitud, teniendo en cuenta que se le pueden descontar puntos por ausencia, y no defender su puesto.
Atentamente, World Videogames Boxing Association.
-¡Hmmm, con que quieres quitarme mi puesto! Muy bien... ¡Saldré ahora mismo! - Se dijo a si mismo, mientras respondía el aceptar a los segundos. De ganas, quitó la sábana de la camilla y salió algo tambalenate para pisar el suelo. Desconectó el suministro de sangre como había aprendido de las enfermeras, y buscó su ropa en el pequeño clóset de la habitación. Apenas se la hubo puesto, ya se consideraba listo para salir al mundo exterior, tomar un vuelo y llegar a EE.UU lo antes posible. Abrió la puerta, llegó al pasillo... y se encontró de cara con el médico que le supervisaba, este con un rostro de sorpresa impresionante.
-¿Señor Aran Ryan? ¿Qué hace fuera de su habitación? - Preguntó
-¡Yo ya estoy listo para irme! Le puedo demostrar que me debe dar de alta - Se defendió, algo agresivo y esperando a que no le reprimiera. El doctor le observó curioso.
-Si puede levantarse tan fácilmente, de seguro que puede darse de alta - asintió- acompañeme a mi oficina.
Y así, le guió hasta allí. Era una muy bonita habitación de madera, rodeada con diplomas, una pequeña ventana y unas plantas grandes puestas a un lado del escritorio. El médico tomo asiento e invito al irlandés en frente.
-¿Qué actividades piensa hacer? Necesita descanso absoluto, el mínimo uso de fuerza brut...-
-Sí, sí Doc. ¡No haré eso, lo juro! - Interrumpió y mintió a la vez el irlandés, relajándose en su asiento.
-¿Está seguro? Puede que aún no se haya recuperado...
-¡Sé que estoy bien, déjeme marcharme ya! - Dijo molesto, intentando salir de la moral y el cuidado lo antes posible, puesto que no quería perder ni su vuelo ni su pelea. El doctor suspiró cansado, sacó unos papeles y firmó en ellos. Le ofreció a Aran, y este también lo hizo de mala gana. Así, ya estaba lista su solicitud de alta.
-Puede marcharse. Buena suerte, señor Ryan...
-¡Hasta nunca! - Y se cerró la puerta, mientras las luces del amanecer estaban en su apogeo. ¡Vaya energías de aquel hombre! "Ojalá que no se meta en problemas" , se preocupó levemente el médico, mientras ordenaba otros papeleos. Le deseaba lo mejor al joven luchador.
- Cp 3 :
Por mucho que aquel hospital vampiro le hubiera quitado todo el verde que le quedaba, y aquellos mequetefres le hubieran sustraído cualquier cosa de valor que trayera consigo, algún tipo de descuento pudo conseguir por la urgencia del cometido.Y bueno... la verdad es que con ciertas amenazas, engaños capitales y cuestiones bancarias inexistentes fue que Aran Ryan pudo recoger su vuelo al país de los sueños, uno muy veloz que no le quitaba más que unas seis horas sin paradas ni interrupciones.- Spoiler:
Si se veía el edificio desde afuera, lo más destacado era el imponente logo dorado de la Asociación, decorado con estrellas y aquellos típicos guantes para el deporte. Había una gran puerta de vidrio enfrente, con varios posters pegados de las luchas que se celebraban en aquel sinónimo de museo, en aquel paraíso para la lucha. Con una maravillada sonrisa, Aran notó que los carteled del momento anunciaban su próxima pelea.
Aran Ryan Vs Don Flamenco, como era de esperarse, el cuarto del circuito mundial contra el campeón del circuito mayor. Al parecer, aquel español enamorado quería escalar hacia la grandeza, quitándole el puesto al irlandés que por mucho mantuvo su territorio. ¿Sería acaso posible que lo ganara, o terminaría derrotado por el desquiciado abucheado por la multitud?
-¡Esto va a ser más que fácil, más que tirar a los idiotas con la cuerda! - Se burló Aran, entrando de lleno al gran coliseo frente a sus narices. Había como de costumbre un tumulto de periodistas, que aunque no fuera la pelea del siglo querían sacar una exclusiva para el empleo. El irlandés pasó de ellos, de cualquier pregunta o foto que le podrían sacar antes de entrar al ring. Fué con la recepcionista, y anunció sin preámbulos su llegada, para salvar de cualquier ausencia mal vista. Fuera de todo aquello, solo quedaba esperar entre bastidores, por aquella puerta blanca que estaba en el más recóndito pasillo, y a un lado de la enorme entrada al ring.
Llegó, se sentó en una de las bancas y abrió su bolso para sacar los implementos. Guantes de boxeo verdes, los nuevos que había conseguido; los boxers azules con el buen Trébol incustado en el cinturón, y finalmente las vendas que debía colocarse en las manos. No olvidó tampoco las herraduras de caballo, y por las dudas guardó consigo el arma de la cuerda, por si se le hacía difícil el tal Flamenco famoso en Madrid. Rió con ganas ¡Divertido sería hasta la muerte! Y diicho esto, en el camerino se cambió de atuendo y vendo las manos. El irlandés, al mirarse en el espejo, se dió cuenta de un detalle bastante singular.
-¿Mi torso está... vendado? - dijo, bastante sorprendido, mientras se palpaba la cintura. Estaba cubierto desde los pectorales hasta los oblicuos, y por alguna razón en el hospital ni se había percatado de tal detalle. Pensaba que seguramente algún moreton grave le habían hecho en el tórax, le habrían roto alguna costilla o similar... pero no quería averiguarlo ahora mismo. Además, se veían bastante bien, y pensando que no iba a ser una pelea acalorada le sería mínimo inconveniente ir con vendajes. Sonrió por última vez a su rostro, y con los guantes puestos ya tenía abierta la puerta para marcharse. La hora marcaba justo las 6:00 pm, momento en el cuál los luchadores debían presentarse en el ring. ¿Muy puntual, no?
La tensión se respiraba, los abucheos, pifias, alabanzas y gritos reinaban en el público con la emoción de la adrenalina. El combate estaba a punto de comenzar...
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¡Muy bien, damas y caballeros! ¡He aquí la pelea del año dejando de lado que este año es joven, un gran debate por escalar hacia la cima! Tenemos aquí a un encantador y flamante caballero de España, el campeón del circuito Mayor... y del otro lado, ¡Al maniático Irlandés, al cuarto en el gran circuito mundial, al gran....Aran Ryan!
Miles de saludos, carteles, fotografías al unísono se dispararon cuando el presentador terminó sus palabras. Puesto que ahora mismo entraban los luchadores desde cada lado, presentándose al público.
Uhh, sí, allí estaba Flamenco. Con el conjunto del alma destrozada, junto a su rosa negra del intenso amor que sufría, y las pérdidas que había sentido. Cuando el español subió al cuadrilátero, dijo con toda su garganta y en su idioma madre la siguiente frase : ¡Recuperaré tu amor, Carmen! ¡Y derrotaré a estos tristes vástagos, para ser tu rey, y tu seas mi reina!. Muchos anotaron como locos en sus libretas las palabras del luchador, mientras este saludaba con la decición en su mirada. Mientras tanto, nuestro Irlandés subia por su lado, con su sonrisa. Como de costumbre, pego un grito de la emoción antes de comenzar la lucha.
-¡AAAAAAAAAARRRRRGHHHH! ¡Vamos, idiota! ¡Veamos si esa Carmen viene a ayudarte cuando estés sangrando por la nariz, de seguro pelearía mejor que tu con esos brazos flacuchos! - Terminó, mientras hacía crujir su cuello a la redonda. Estaba muy, muy ansioso por recibir y dar golpes.
-¡Maldito loco, ya verás te te callo! - Y dicho esto por parte del español, el presentador dió anuncio al comienzo.
¡Que empiece el combate!, y las campanas tintinearon mientras los luchadores se reunían con ansias de sangre. No hubo piedad, y comenzaron de inmediato.
Flamenco no alcanzó ni a provocar a su rival, puesto que este lanzó la ofensiva primero. El español lo esquivo con suerte, exclamando por la velocidad, ¡Vaya sanguinario!
-¡Olé! - Exclamó con gracia Don, mientras se ponía en posición, y hacía vibrar su mano como si estuviera tocando unas castañas. Intentó golpearle, pero Ryan contratacó lo más pronto posible, pues mientras soltaba la palabra de jerga española, este aprovechó para golpearle en un costado. ¡Uf, eso debía doler! Flamenco salió disparado hacia atrás, pero no cayó. Más bien, eso despertó aún más las oscuras iras que le contaminaban, y con una mueca de total odio hacia el irlandés, estaba preparado para su movimiento estrella.
-¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco! - Y cinco golpes directos fueron de cara contra Ryan. Este alcanzo a esquivar unos dos o tres, pero se perdió en las estrellas cuando quedaban los últimos dos ganchos. Le golpeó el rostro, haciéndolo tambalear con fuerza, con una voluntad impresionante para no caer.
-¡ME ENCANTA, sigue así! ¡Es divertido que golpees con algodón en vez de manos! - Se burló en irlandés, rodeandolo para molestarle. Flamenco estaba colérico, no podía auguantar a tal degenerado haciendo sus chistes. Y allí mismo fue cuando Aran quizo atacar.
Lanzó un golpe de frente, que el español bloqueó sin mucha dificultad. En medio de la aparente confusión del rival, le golpeó en rostro, una y otra, y otra, y otra vez, mientras este seguía atontado con la ofensiva. Tampoco duro demasiado.
Pues el español nuevamente bajo la guardia, y cuando se creía que no podía, Aran volvió a atacarle en un costado de improvisto. Le sacó el aire al español, le saco el aire... ¡Y su preciado peluquín voló por los aires! Pues así mismo, el semental de Europa llevaba una peluca para ocultar su no muy bella cabellera. Eso le hizo ponerse tan rojo como el vivo fuego, y al peor estilo berserker, arremetió de lleno contra el costado de Ryan, donde llevaba las vendas. Sin saberlo nadie, le había dado en su punto débil.
Aran soltó un grito desesperanzador, que logró erizarle la piel incluso a su atacante. Allí mismo, el irlandés bajo el rostro, curvó su columna...y escupió sangre al suelo con una gravedad tremenda. En eso, tambaleó otra vez, y cayó de cara al suelo, mientras sangraba peligrosamente. Todos quedaron atónitos, y ni siqueira Don Flamenco pudo reaccionar ante la caída mortal de su rival. En cambio, el mismo fuen quien gritó :
-¡Un médico, este hombre necesita primeros auxilios! - Y en eso, la gente entró en pánico, haciendo tumulto y gritó para acercarse al derrotado irlandés. Este prácticamente había desfallecido.
Muchos hombres y mujeres fueron a socorrerlo, muchos llamaron a la ambulancia. Cuando esta llegó, nada más verle evualuaron el terrible golpe que debió haber sufrido, lo que le dejó sin conciencia. La multitud fue evacuada, mientras llevaban al irlandés en una camilla. En el trasporte... abrieron sus vendas para percatarse de algo terrible.
-¡Este hombre tiene una herida de bala! ¿Cómo es que ha podido luchar con esta herida? - Y en eso mismo, retumbaron las palabras. Semanas de descanso, ningún esfuerzo físico hasta que se recuperara por completo. No eran simples moretones y huesos rotos los que le atormentaban.
-¿Aran Ryan ha perdido, dices? ... ¡Pagamos una fortuna por su victoria, el muy malnacido no pudo haber perdido!
... ...
-Ya veo, ya veo... avísen al hospital que le haremos una visita a nuestro boxeador favorito...
- Cp 4:
No podía ser verdad. No era cierto, era todo un timo, ¡Todo un timo! ¿¡Cómo es que se había permitido perder tan ridículamente?! ¿Que vil estratagema había tomado el Español para hacerle caer como una pluma? Estas mismas preguntas eran las que atormentaban al Irlandés, postrado nuevamente en una fría y solitaria sala de hospital, blanca y adornada con la luz artificial en las penumbras de la noche. Pero esta vez, colocado en urgencias. Su situación era bastante riesgosa, pues su misteriosa herida vendada se había abierto. No se lo podía creer, apretaba la dentadura colérico y solamente centrado en el tal Flamenco. El muy bastardo habría ganado, incluso siendo un accidente lo que había sufrido; esas eran las políticas de la WVBA, ¿No? Algún día iban a pagar...
Desde ya, estaba harto de cualquier procediemiento. Lo único que quería era ir a beber algo...y tirase a dormir por la eternidad fuera de el estúpido país Americano. Pero eso no fue posible, a lo menos por el momento. Pues una timbrona voz interrumpió los locos pensamientos de Ryan, apenas abierta la puerta de su sala. Esta vez se trataba de una doctora, de cabello oscuro y unas gafas estilizadas. Esta leyendo su agenda, anunció lo siguiente:
-Señor Ryan, tiene usted una visita. ¿Quisiera hacerla pasar? - Dijo, teniendo en cuenta que ya despierto podía tomar la decisión. Hubo también silencio por unos segundos, en los que Aran clavaba la vista dudoso ante aquella autoridad.
-¿Quién? - Preguntó, no del mejor humor del mundo, y con la voz marcada de la más grande impaciencia. La doctora paso de largo la poca amabilidad, y siguió leyendo su informe con toda la tranquilidad del mundo.
-No ha dado su nombre. Es un sujeto que va acompañado. ¿Desea verle o no? - Concluyó, certera y sin preámbulos. Aran simplemente cerró los ojos, gruño un poco y respondió a los segundos.
- Que sea rápido - Y apenas dicho, la médica se marchó para alertar a la recepción. Por el momento, quien fuera que le visitara no le importaba en lo más mínimo (Aunque cabía la excepción de que fuera Shannon, su hermana. ¿Quién sabe? Pudieron haberle llegado noticias o algo), y teniendo en cuenta sus heridas, quería que los días pasaran con rapidez, sin palabras ni condolencias. Así fue que llegaron los pasos, variados y pesados hacia su sala. Había cierta incógnita y suspenso por el misterioso sujeto, tanto así que cuando se abrió la puerta parecía cementerio. De aquella entrada, se reveló al acompañado hombre, un hombre que le cambiaría drásticamente la vida al luchador aunque muchos no lo creyeran.
Era alguien mayor, de cabello canoso pero aún tintado con el antiguo negro de su juventud. Llevaba una cicatriz gruesa en la mejilla, una mirada penetrante que congelaría hasta al más indomable de nuestras tierras. Una vestimenta de galardones, puesto que la elegancia de sus ropas era incomparable incluso con quienes le acompañaban. Sucios lacayos que le seguían...
Ese hombre era conocido por las calles, en las taciturnas moradas. Su voz, gruesa y autoritaria tomó de inmediato la habitación apenas se atrevió a dar palabra.
-Aran Ryan... ¡Aran Ryan! - Repitió el nombre del Irlandés, mientras se acercaba sentenciante. En cambio, Ryan simplemente estaba atónito, no sabiendo que responder ante tan singular acontecimiento. ¿Quién demonios era ese vejestorio?
-Más te vale soltar la lengua de una vez... -Murmuró, con una mala leche de las peores. La inseguridad creada por aquel extraño solo le hacía repelerlo, deseaba que se marchara de una buena vez. No era posible, claro que no.
-¡Muy bien, lo haré ahora mismo! Solo quiero charlar un poco contigo, ya sabes... la lucha de este día... - Dijo, reluciendo una sonrisa perversa. Puso su mano justo a un lado de la camilla, prácticamente amenazando al boxeador - Perdiste, ¿No?. Tu perdiste esta pelea... ¿Y sabes cuanto queríamos que ganaras? Yo y los muchachos estamos muy tristes...
-¡Argh, aléjate, maldita sea! - Bramó el irlandés, intentando recogerse en el espacio que quedaba. Tampoco fue posible, por que en un abrir y cerrar de ojos él ya estaba rodeado por todos los hombres del anciano.
-Dime, querido Ryan... ¿Qué te paso allí en el ring? Estabas peleando tan bien contra ese Español, y fallaste por un simple ataque bajo. ¿Acaso ya no sirves para esto? Sería una total lástima si fuera así.
-¡Maldito anciano, no fue mi culpa! - Gritó, con los nervios a mil. Estaba encerrado en la mirada de esos extraños, que acusadoramente mantenían la cara de piedra, le estaban reprimiendo - ¡Que te vayas!
-¿Que tienes aquí? - Empezó a murmurar el jefe, sacando una navaja de oro con detalles impresionantes. Rozó la piel del irlandés, pero tampoco hizo ningún corte. Solo deslizó el cuchillo por su cuello, bajó hasta el torso, donde justamente nuevas vendas tenía puestas. Las cortó de un tajo, y reveló la herida de Aran a ojos de sus compañeros. Simplemente, se hechó a reir mientras el irlandés echaba espuma por la boca de la rabia y la inseguridad. ¡Esto no podía estar pasando!
-¡Vaya gracia, tienes toda una marca de por vida! ¿Por que no me lo dijiste desde un principio, hijo? Nos hubieramos ahorrado tantas penas... - Se burló el extraño vejestorio, mientras hacía una pausa tremenda.
-¡Maldito infeliz, déjame ya, AHORA! - Rugió el irlandés, ya no aguantando ni un minuto más. Levantó el brazo, y rabiosamente lanzó un golpe de toda su alma. Su brazo súbitamente fue detenido por los acompañantes, algo realmente obvio ante la situación. La desesperación...la ira...
Aquel golpe sustrajo cualquier fuerza que le quedaba a Ryan, cualquier energía. Cuando su golpe fue detenido, sus músculos se relajaron, y así sin más cayó con un suspiro a la camilla, entrecerrando los ojos con una debilidad enfermiza.
-Ahhh...ahhhh.... ¿Q..qué....quieres?..... - Se rindió sin alma Aran, mientras el anciano seguía reluciendo esa deslumbrande sonrisa. Se enderezó, y arregló el traje con elegancia.
-Planeábamos borrarte de este mundo. ¿Sabes? Nos hiciste perder mucho por aquel teatro que te mandaste en la pelea - Dijo seriamente - Pero se me ha ocurrido una idea que nos beneficiará a ambos. ¿Quieres saberlo?
No pudo responder a esa pregunta. Su mirada débil e inofensiva fue suficiente como para deducir que no se oponía en lo más mínimo. Estaba a su merced. Y así mismo, el extraño anciano le explicó para que no volara más en las nubes.
Se trataba de Lor Ammond, un secreto apostador y magnante de las calles. Lo más común para el era ganar capital, hacía lo posible por su cometido y su gran familia de bienes raíces. Matar, robar, amenazar sin piedad... y claro, las apuestas clandestinas eran su pasión de toda la vida. Usualmente creaba redes para los deportes y las luchas bestiales del mundo exterior, sin mencionar que la WVBA era una de sus fuentes más provechosas. Existió la temporada en la cuál su buena carta fue el "Eterno campeón", y así agarró la confianza para elegir a sus combatientes. Pero esta vez, no mucha suerte tuvo al escoger.
Viendo su pérdida, visitó al boxeador débil tras la emergencia. Le evaluó, y viendo su espíritu no encontró mejor recompensa. Buenas risas se llevó, y prometió pagarle los gastos médicos de la próxima semana, a lo cuál ya estaría como nuevo. Pero con una condición que comprometía su vida a las sucias luchas ilegales...
Exactamente, así fue. Tendría que luchar para él, como un perro en debates a muerte, sin reglas, con un público ansioso de ver entrañas y lágrimas volar en el cuadrilátero. Aran Ryan, por mucho que amara de ley la sangre y el dolor, simplemente tuvo que reprimirse con la obligación de seguir viviendo. ¿Cómo es qué pudo terminar así? ¿Cómo es que su vida pudo volverse un agujero siquiera pasando unas semanas? Si existía algúna divinidad allí fuera, esta se divertía con su sufrimiento, se entretenía con su dolor y agonía con cada segundo que corriera el reloj.
Porque corrieron los minutos, las horas... los días... y las semanas. Ryan estaba listo para abandonar el hospital en un parpadeo, y sin remedio ser guiado a las oscuras calles. No tenía opciones. Debería luchar por su vida, ¿Quién sabe si con diversión? Pasando por cada manzana de la ciudad, cierta sonrisa se dibujó en su demacrado rostro. Lentamente, fue riendo. ¡No era tan malo! ¡No era tan terrible como se planteaba! Por fin podría matar, utilizar sus sucios trucos. ¿Dónde esta la moral? Eso te preguntaras tu, buen lector. Pues Aran Ryan jamás ha tenido una moral que defender.
- Cp 5 :
Como era de esperarse, un callejón oscuro ramificaba a la recóndita guarida de aquellos personajes, un callejón alejado de la vista común, y que solo los más secretos tenían pase sin muerte. Ellos mismos le llevaron hasta allí, mientras sonreía con ansiedad, mientas le palpitaba el corazón ante su destino. Puesto que siquiera llegando a la solitaria puerta, ya los gritos se revelaban en la superficie. Era simplemente...un sueño, o para otros la más vil pesadilla.
-Traemos al nuevo - Murmuraron los acompañantes, ante la pequeña rejilla que en frente se presentaba. Era claro imaginar que allí siempre vigilaban , quien sabe cuantos los estaban rodeando sin siquiera prestar atención. De inmediato, una ronca voz se reveló en respuesta, gruesa e impasiva que hubiera ahuyentado a cualquier viajero desafortunado.
-Código - Dijo, sin más. Los sujetos, muy confiados, se acercaron a la rejilla, y murmuraron quién sabe que conjuro de brujas y demonios para el guardia. Cuando finalizaron, se pudieron escuchar variados seguros de la puerta abrirse.
Candados abajo, trampas destruidas. Aquella ventana a lo clandestino se abrió, dejando respirar el temor y la perversa alegría, la agonía y la felicidad mezcladas en un aroma simplemente agradable, que daba escalofríos e incluso placer a los desconocidos. Así mismo fue para el Irlandés, que junto a los extraños avanzó por las luces mal funcionadas, en la oscuridad. Había una escalera tremenda, de escalones maltrechos y de acero oxidado, que llevaba a lo más recóndito del enclave. Había que bajar sin demora, mientras la temperatura bajaba considerablemente, como si navegaran en las entrañas de un congelador de huesos. Ahora mismo, los abucheos y risas eran comidilla de los más sensibles, te envolvían en un ciclón que te llenaba de dudas, de las causas.
Pasaron minutos, no mucho para llegar a la planta baja. Era allí mismo cuando se daba paso a los nuevos en el barrio. Aran simplemente, avanzó al receptor. Más y más puertas, ¿Tanta seguridad tenían?
Aunque, hablando esta vez... la sala tenía unas pintas bastante intrigantes. Había una silla allí, una silla barata de madera, junto a otra más alta y levemente acomodada. Esta última estaba rodeada de los más raros instrumentos, agujas y botes extrños conectados juntos a un generador, a una máquina. Cualquier sabiondo del tema se daría cuenta de inmediato a que venía el extraño salón...
-Oye, niñato - Murmuró el guardia de esta sala - Quítate la camisa. Tenemos trabajo que hacer.
-¿¡Ah?! - Exclamó Ryan, con la vista marcada y levemente ofendida - ¿¡Para qué sería eso?!
-Obedece - Dijeron los pálidos acompañantes, firmes en su postura y rectitud. Existieron muchas miradas acusadoras, dudas de lo más enrevesadas. Hasta que finalmente, Aran decidió acatarse a las normas -obviamente, de mala gana y aún desconfiando-. Se quitó la camisa, y la dejó a un lado.
-¿Ahora qu..? - Preguntó a medias, siendo interrumpido de sobra por el guardia.
-Siéntate - Y este señaló la silla elevada, iluminada inhumanamente con una sola ampolleta, dándole pinta de silla de interrogaciones. El irlandés, simplemente rechazando cualquier moral, no tuvo más que avanzar, mascullando los dientes y soltando palabras por donde le cabiera la lengua. Sin admitirlo, los nervios comenzaron a consumirle, casi tan embriagadoramente como una buena botella de vodka. Cuando se hubo sentado, el extraño guardia le acompañó y sentó en la otra silla, la de madera. Empezó a sacar quien sabe cuales implementos en un silencio mortal. Así mismo, el extraño entre sus pertenencias recogió una aguja mecánica, enorme y punzante. Eso le hizo paralizar a Ryan de inmediato.
-¡Dime que vas a hacer, o te juro que no me verás más la cara, maldito loco! - Bramó sin levantarse, mientras ojeaba el instrumento con curiosidad. El guardia, como si estuviera acostumbrado a tales tratos, simplemente se limitó a responder.
-Para entrar, debes tener un tatuaje que simbolice tu estadía. Será tu marca, tu identificación - Hizo una pausa para tomar aire - Si uno cae, todos caeremos. Cada quién que pise este lugar no tendrá cartas nuevamente en el exterior - Concluyó.
Aran no se lo podía creer. Jamás había previsto en su vida realizarse un tatuaje, de cualquier tipo. No era que le encantaran , y sin admitirlo debía reconocer que le daban mala espina. Miró nuevamente a la aguja, la analizó de pies a cabeza, intentando reconocer que no tenía otra. Respiró profundo, registró a su alrededor, y sin más se recostó nuevamente en la silla, con una sonrisa que parecía quitarle cualquier pavor del rostro.
-Anda, estoy listo - Dijo entre pequeñas carcajadas. Y el extraño continuó sin interrupción hacia la piel. No se tomó ni un segundo, y perforó la capa cutánea apenas tocar y avanzar. Siquiera en los segundos de dar comienzo, un punzante dolor le recorrío el cuerpo a Ryan, y esté apretó los dientes aún sonriendo, eliminando las sensaciones. Tenía la cara de un total psicópata, quien sabe por la situación, o por que simplemente ese era su rostro de felicidad. La cuestión era que avanzaba la aguja por su brazo, se clavaba en la piel y tintaba en el enrojecimiento por las heridas. Cada tanto, el color era empapado en pequeñas gotas de sangre, las cuales debían limpiarse para continuar. La irritación era terrible, pues ninguna medida se había tomado antes del proceso. Lentamentente se dibujó la imagen, pasaban los minutos como horas, y las horas como días. De vez en cuando, por mucho que el irlandés fuera amante del dolor, debía exhalar e inhalar para continuar con el tatuado.
Y ante todo lo previsto, terminó mucho antes de lo pronosticado. Allí, en su brazo derecho, tenía el logo de la asosiación clandestina. Una calavera rota, maltrecha, con un logo que simulaba la carne y tenía en letras lo siguiente : "Si uno cae, todos caeremos.". El color que más predominaba era el rojo, muestra de lo que podía suceder en aquel agujero. Aran solo pudo sonreir, mientras se levantaba de la silla y admiraba el dibujo.
-¡Es genial! - Exclamó, sin darse aparente cuenta de que el guardia se le había acercado. Tenía un paño empapado en alcohol. Y ya podrán adivinar lo que vino después. ¡Vaya grito, vaya dolor! ¡Al infierno los tatuajes!
Ya estaba listo para entrar a la siguiente puerta. Y le abrió sin dudas ni retracciones. Estaba ya entrando a su futuro.
Y justamente, allí se armaba en enclave. Habían mujeres, miles de hombres pasados de borrachos que se tambaleaban de esquina a esquina. Era una lo más parecida posible a un casino, lleno hasta el tope del humo y la nicotina de los cigarrillos. El olor era repugante, habían tipos luchando por allí, incluso quebrándose los huesos entre ellos como caníbales sin escrúpulos. Toda una barra, muchos asientos. Y en medio de todo eso, un ring admirable, un cuadrilátero enorme que estaba empapado en el sudor y las penas de los perdedores. Allí eran donde se celebraban las peleas a muerte, y ojeando con gusto se podía deducir que no hace mucho hubo una víctima a merced de la brutalidad. Era un sitio...despreciable. Pero al irlandés no le picaron mucho las ganas de unirse de inmediato, puesto que encontró algo más llamativo a un lado.
Era un gran tablón de madera, que mostraba diversos nombres. De título llevaba "Integrantes de la asociación", y se podía notar que alguien estaba plantando un nuevo nombre. Aran Ryan, sin faltas y en la última fila. Fuera de eso, había una sección aparte, que mostraba a los miembros retirados. Muchos debieron haber muerto, otros escaparon y termianron en la cárcel. pero solo un nombre de verdad impactó a Ryan.
Sandman, Eleveryth Sandman. Un nombre que ningún idiota podría pasar de largo.
Sandman, el campeón actual de la WVBA, el más grande antes que el eterno campeón. Se trataba de un colosal hombre, de gruesa contextura y una mirada penetrante que demostraba ninguna piedad. ¿Pero cómo, cómo es que ese luchador pudo haberse colado en tan sucio grupo callejero?
-Sandman... -Murmuró, casi explotando de la risa - ¡Sandman, maldito infeliz!
Y mil carcajadas existieron en medio, mientras los acompañantes ignoraban cualquier referencia. Tarde o temprano, el nuevo tendría que presentarse para su primera lucha, su primer combate sin mente. Lo disfrutaría mucho, eso era realmente seguro.
¿Tú que piensas? ¿Crees que en su primera lucha pueda saciar él su naturaleza violenta, o simplemente caerá ante algun titan entre los asesinos? Lo que yo puedo decirte es que...será algo totalmente nuevo. Muchas cosas despertaran interés, de más que algun misterio del inicio será revelado. Solo queda esperar el debate entre la vida o la muerte. Empieza a las una de la tarde, y solo quedan quince minutos antes de eso...
Extra
- Datos del personaje:
Esto es todo lo que necesitas saber Ah, tiene 23 (?)- Nah, mentira:
Nombre : Aran Ryan
Edad : 23 años (o__o)
Lugar de origen : Dublín, Irlanda
Altura : 1.82 m
Peso : 73 k
Aran Ryan ha dedicado su vida al deporte, obviamente en específico al boxeo. Pertenece al circuito Mundial, el que precede al circuito especial. En la historia, nos ubicamos después de sus dos derrotas oficiales contra Mac. No ha cambiado ni su actitud ni nada. No es del todo quien cuida la salud, y mucho menos es estricto en su rutina diaria, pues tiene de todos los vicios; algo en especial en él es que le encanta golpear y ser golpeado, pero a veces no tiene las de controlar su temperamento a puras risas. Su actitud casi nunca enfoca respeto, la verdad jamás. Pero puede caerle bien la gente, generalmente cuando la necesita. No le ve inconveniente a usar trucos ni nada, e incluso puede golpear a quien le este molestando sin remordimientos ni nada.Tiene una hermana mayor, llamada Shannon.
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Fecha de inscripción : 08/05/2011
Premios :
Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
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Gracias Koko
Gracias Koko
- Cp 6:
La gente eufórica, las luces amarronadas contaminando los rincones siniestros, y a la vez cada valiente que quisiera ver la sangre salpicar en sus rostros. Ahora mismo se debutaba un espectáculo, uno fresco y reciente que aseguraba la diversión de tales engendros, uno que involucraba a dos entidades misteriosas que solo Dios sabe si podían matar o no. Lo más seguro fuera que sí, pues ¿Quién podría temer allí en las sucias madrigueras, donde todo era constante pavor y dolor? Ah, no me respondas. Solamente he de decir que todo estaba preparado, y nada más a las una la multitud se apegaba con sus licores en mano.
Por allí, tras una puerta estaba en Irlandés; por ciertas cosas del destino ya charlando con uno de los integrantes del enclave. Resulta que su receptor no era nada más ni nada menos que el anterioir masacrador, el que antes derrotó a su rival en la arena. Muy reciente aún tenía las marcas, y solamente le interesaba por el momento explicarle las cosas al pelirojo. No quería verle perder, pues le daba gracia la ansiedad que revelaba, golpeando el aire a lo loco para desahogar sus emociones. Así mismo iba relatando .
-...Y no creas que va a ser todo a puño limpio, europeo - Dijo, entre media carcajada que se había ahorrado en el trascurso de sus líneas - De más que tu contrincante llevará algun arma. Todo esta permitido dentro de esas cuerdas, sobre esa lona. ¿Tienes acaso tu un truco bajo la manga, o solo vas a hacer cómo los perdedores de la WVBA? - Se burló nuevamente.- Spoiler:
¿Conocen ustedes el guante unido a la cuerda, acaso? Lamentablemente jamás hizo mucho escándalo aquel juguete, siendo solo una simplona adición que de lejos hizo ganar al Irlandés en su debut. Pero ahora mismo, aquella trampa se había hecho un poco más original, y el caso es que en un extremo el irlandés ató dos herraduras de caballo, esas que llevaba siempre consigo y que en la cultura propia del insalubre traían "buena suerte". ¡Que nadie se le pusiera enfrente! Le tenía un apegado cariño a la herramienta que de seguro le haría salir victorioso. Así sin más, Aran abrió la puerta de los bastidores, y entre la multitud se enterró hasta llegar a bordes del cuadrilátero, donde escalo por las lonas y se levanto orgulloso ante su público. Muchos parecían corresponder al luchador, algunos le habían puesto el ojo desde un principio, por que simplemente el agrado superaba lo inexperto.
Pero el resto..., ¿A quién alababan? ¿Quién en los mil infiernos sería el rival, el supuesto ya ganador de varias contiendas? Eso estaba apunto de revelarse.
Por allí, en lo alto del recinto había una especie de balcón que daba una perspectiva perfecta para la lucha, con bordes de madera, y unos banderines rojos colgando por la gravedad que mostraban el prestigio a leguas. Allí mismo estaba reservado el asiento al maestro Lor, el jefe del recinto clandestino que con soltura se acercaba en silencio a su espacio. Él siempre contemplaba aquellas creaciones de su mente, apostaba pequeñas cantidades entre sus cercanos para comer los ratos libres. Un simple ocio que nunca se acababa, y muy pocas veces llegaba a ser fastidioso. Así sin más, Ammond clavó la vista a Ryan, incitándolo para que hiciera lo mismo, y se diera cuenta que tenía ojo de halcón sobre su persona. No había de qué preocuparse, nada. Pues muy bien dicho, el reloj había marcado la salida del contrincante.
Aran Ryan le vió subir como una sombra, una figura respetada que no podía notarse entre la multitud, pero aún así a la que entregaban las de confianza. Cuado esta misteriosa sombra hubo llegado al ring, y hubo escalado las cuerdas hacia la sucia lona, solo una reacción pudo haber. Aran quedó boqueabierto ante la presencia de su rival, pues no tenía palabras para la situación. En cambio, eso solo le hizo soltar una sonrisa siniestra, una que tenía el orgullo y las risas ahogando su perfil. Todos vitoreaban el nombre del rival, como un cántico embriagante y enfermizo que resaltaba respeto, resaltaba que no se trataba de una broma. Luna de sangre.- Spoiler:
-¡Vamos, vamos! ¿No quieres empezar dándome una bofetada? - Se burló sin conciencia Ryan, mientras empezaba a rodear a Luna, la cuál no se inmutaba ni un pelo - teniendo en cuenta su gran cabellera-. Solamente le seguía con la vista, mientras revelaba su sonrisa pasiva bañada en rojo, esa tan singular que le daba título. No tenía prisas en ser agresiva, pues analizaba al hombre con cautela y soberbia, dando en frente que no le sería obstáculo. Además, era el más limpio y bien visto que había entrado en la organización, ¿Por qué no iba a ser curioso? Eso era lo que mantenía sus labios callados y sellados ante el público, emocionado hasta el cuello, espectante sin demora.
-¡Luna, rómpele el cuello a ese mequetrefe! - Se escuchó lanzar entre el público, comentarios que reinaron sobre cualquiera - ¡No le dejes danzar a tu alrededor como un duende de verde! ¡Mata a ese loco!
-¡Cállense! ¡Podría apostar a que mi hermana es más fuerte que esta varilla! - Dijo sin aguante el irlandés, dejándo de moverse alrededor de Luna, y apañándose a las cuerdas para gritar a la multitud enloquecida cuantos insultos de mala sangre conociera. Como había dicho yo antes, todo un espectáculo...pues le llegaron a lanzar totames y latas vacías en cara para que dejara de hacer el show y luchara de una vez, ante Luna quien le seguía clavando la vista estática. No tardaron las pifias tal festival demacrado. Esos silbidos chillones eran el timbre que motivaba a aquella joven, alarma de que estaba todo preparado para su entrada victoriosa. Ella ancló su navaja en la espalda, con el simple argumento de que no sería necesaria. Pues en su mano derecha estaba todo lo útil siquiera para callar al Irlandés. Una mano cubierta en acero, de gruesa contextura que solamente alguien de grandes fuerzas podría llevar consigo. Así finalmente soltó sus primeras palabras.
-¡Eh tú, Ryan! ¡Vámos, muéstrame ese juguete que has inventado! - Rió, obviamente refiriéndose a las herraduras atadas. ¿Pero cómo pudo...? Ah, si le estaba ojeando como hace media hora, sería muy torpe no darse cuenta del truco que traía consigo - Intenta quebrarme el cráneo de una vez....
-¿Eh? ¿¡Ah!? - Exclamó Aran, distrayéndose de sobremanera, y en cambio recibiendo una bota en la nuca que solamente le hizo sobresaltarse aún más. Pero no quiso deshagorase más con la multitud, no. Con esa dentadura encarada en sonrisa, era obvio que querría corresponder a las palabras de Luna lo más pronto posible. - ¡Ah, tu lo has pedido! Esta es una de mis favoritas... - susurró, mientras con su mano revelaba el arma hechiza hecha en bastidores. Le hizo algo de vaivén en suelo, totalmente preparado. Y así, sin más, estiró la cuerda y empezó a girarla a su alrededor como un profesional. No quedaba de otra, iba a atacarle.
Y así sin más hizo como un látigo con la cuerda y aquellas herraduras oxidadas. Ni pasando un solo segundo esta arma fue directo en cara hacia la joven, la cuál seguía inmóvil como un poste. ¡Vaya tácticas de aquella! ¿No pensaba ni esquivar el objeto, no pensaba ni aprovechar la inseguridad del caso? Pues no, porque con su mano férrea alcanzó y agarró las herraduras en vuelo. Y de un tirón, hizo lo suficiente como para arrastrar al irlandés enfrente suyo. Fue fugaz, certero, un rodillazo bestial que le sacó todo el aire al luchador. ¡Ah, vaya estrategia a su favor! De inmediato Aran retrocedió, pues tampoco era suficiente como para que cayera tal saco de arena. Es más, eso le hizo soltar una risotada corta, que de verdad no hubo hecho en bastante tiempo. Tenía agallas.
-¡Bwahahha! - Exclamó, ya de vuelta a bordes del ring. Utilizando las cuerdas, empezó a hacer vuelo para su siguiente paso. Un salto tremendamente veloz, en el cuál usaba su cabeza para dar de lleno, pues no le dolía en lo absoluto el estamparse en cara a alguien ¡Era ideal!. Así fue como se impulsó hacia Luna, y esta sin remedio se limitó a esquivar hacia un lado, por los pelos. No debía subestimar a Aran, pues era bastante veloz y mucho más a medias de molestias y burlas. ¡Vaya bala!
-¡No tan rápido, Irlandés! - Le reprimió, llendo por su retaguardia, y con un brazo utilizando su peso para clavarlo al suelo de golpe. Ryan se aturdió por el momento, pero no lo suficiente como para quedarse de plasta y a merced de los golpes. De inmediato tiró a Luna hacia un lado, y se levantó con uñas y dientes lo más rápido que le dejaran las piernas. - ¡Esta va por hacerme reír! - Gritó, tirándose brutalmente a la joven en el suelo con el codo alzado a un lado de su cuello, como para clavársele de lleno en carne y rematárle de un golpe. Pero bueno, Luna esquivó rodando por la lona, soltando el sudor de los nervios. Si le llegaba a golpear una vez con tal fuerza, estaría perdida. ¡Pero no!
-¡Esto se acaba ahora! - Y así, subitamente golpeó al irlandés con su mano de acero, sin piedad y también diviertiéndose de lleno. Eso recordaba a cierta manopla hace tanto tiempo.... Y uno y otro, y otro más. A los segundos ya estaba llendo de los moretones más variados, de las marcas más constantes, ¡Debía de doler!
-¡Ahhh, NOOO! - Exclamó sin remedio, y por cosas del destino logró distraer a Luna lo suficiente para que le dejara en paz por unos segundos. Mala, muy mala opción, porque simplemente un derechazo llegó de lleno a las costillas de la joven, tirándola a un lado de inmediato. ¡Le tenía, le tení..a....aaa......
-...Su...suficiente - Murmuró ella, con la navaja curvada en mano apenas nuevamente rozando el torso del luchador, que aún estaba levantándose para arremeter. Prácticamente, con aquel descuido ya había perdido, mientras la joven se levantaba aún con la navaja en mano. Pero lo siguiente de verdad nadie lo hubiera imaginado.
Claro, el irlandés se puso a reír como un desenfrenado mental, y sus risas contagiaron también a Luna de Sangre, la cuál se puso a reir a escondidas de sus rojos labios. El público ahora contemplaba pálido, sin habla.
-¡Eres muy gracioso! Vales bastante como para morirte hoy mismo - Dijo muy acertiva la joven, mientras lo hacía retroceder a orillas del ring - Creo que esta pelea ha acabado. ¡Que no se te olvide, si uno cae, todos caemos!
Y dicho esto, Aran resbaló fuera del cuadrilátero, aún riéndose entre la multitud. ¡Vaya chiste que se estaba mandando! Y por mucho que hubiera perdido, por cosas del destino aquel debate fue realmente una diversión de lo más grandiosa. Algún buen oído -si es que existía entre tantos murmullos bastardos - debió de haber escuchado también como el grande ahogaba de risas en su balcón privado. Aquí había finalizado la "matanza del día".
...
-Eh, europeo. Has tenido una suerte de lo más salvaje, ¡Muchos han caído por ese filo lunar! Y todavía no puedo creerme que te sigas ahogando en risas, pues parece que disfrutas mucho dar y recibir golpes, ¿No?
Luna de sangre, ella es la hija del grande, de nuestro jefe. Ha vivido en este enclave desde que tiene memoria, ella misma se tatuó nuestro símbolo sin resistirse en lo más mínimo. Y no me digas...¿Le has clavado el ojo también, verdad? Sería muy interesante que hablaras con ella, pues puede contarte bastante de las luchas a muerte que aquí se libran. No te arrepentirás... - terminó el anterior ganador, ante el bastante animado irlandés. No era paraíso de rosas ni dulces, pues mucho quedaba por realizarse en la madriguera de terribles olores. ¿Sería todo el cuento en esta historia? Lo dudo también.
- Cp 7 :
Ya había pasado el tiempo, pero aparente noción nadie tenía en aquel enclave, ¿Cómo explicarlo? El atardecer no existía, pues solo las horas marcaban el caer del sol en sus alturas. Prácticamente, la iluminación artificial era todo lo que quedaba para los amantes de la naturaleza. No mucho movimiento hubo tras la pelea, pues cada quien volvío a su rincón para saborear las horas de libre albedrío; y así mismo es como nos encontramos a un lado de la entrada, nuevamente junto a aquel tablón que tanta cuirosidad le traía al Irlandés. Todavía no podía creerse que alguien que conociera estuviera metido en algo en lo que el estaba, pero tantos enredos de lengua solo le hacían querer adentrarse más en el pasado de aquella organización, de como se pudo haber formado y como le pudieron terminar arrastrando dentro. Demasiado confuso, pero interesante para su gusto.
-"Algún día sacaré pase libre y voy a leer su diario. De seguro que además de rositas y amores encuentro algo sobre esto" - Se burló Aran, con la vista volando por el lugar y pensando en como le iría a Sandman en su puesto. ¿Acaso Flamenco habría escalado lo suficiente como para plantarle cara? ¡Já, sería todo un premio ver esa pelea, para deshaogar tan miserable derrota! Simplemente ese era el momento, su mundo alejado de la sociedad, hasta que entonces una voz ya familiar le hizo retumbar los tímpanos de golpe.
-¡Oye, tú! - Bufoneo de buena cara el misterioso personaje - Adivina qué. Te han mandado a acompañarme, un premio por haber sobrevivido - Continuó, mostrándose como Luna. Al parecer, el jefe había mandado unas órdenes o similar. Y eso hacía la duda ¿Como cuantos sobrevivían la primera vez? - ¡Ja! Puedes sentirte especial, muchas veces ambos competidores se terminan matando. Tu has durado a lo menos unos cuantos minutos...
-Ah, ¡No me digas! ¿Y dónde me llevarás, al parque? Por que hace mucho que no voy, no me dejaron pase por sabotear la montaña rusa - Respondió Aran, sin que nadie supiera si eso fue real o no. No importaba, tampoco le tomaba seriedad al caso.
-Bueno, podrás ver la luz del día si es que aún queda. No perdamos el tiempo, nadie es paciente en esta ciudad. - Dijo Luna, ya abriendo la puerta hacia la primera sala.
-La princesa manda órden... - Murmuró Ryan, antes de seguirle sin más protestas o burlas de por medio. Sin demora pasaron al tatuador que tranquilo esperaba a su siguiente víctima, y continuaron hasta los escalones de acero, tan helado ambiente como en un principio. Desde ese punto de vista parecía que los escalones te llevaban al techo del mundo mismo, donde las nubes salpicaban su blancura. Y aunque estuviera oscuro, algún rayito de luz se traspasaba y rebotaba lo suficiente como para verle y tener limpia la conciencia de que aún existía el mundo fuera de aquel agujero. Subieron en silencio, golpeteando los pies contra el endeble metal tintado de verde. Y así hasta que llegaron a espaldas del guardia. Este hombre por fin podía verse bien, pues ahora no se había ocultado. El caso era que su rostro mostraba el de un hombre anciano que llevaba una pañoleta roja en la cabeza, con el mismo tatuaje y falto de un brazo por quien sabe cual peligroso corte.
-Teddy es uno de los primeros... - Murmuró Luna, abriendo por su cuenta la puerta asegurada como si la conociera de toda la vida. Aran le siguió, ojeando al también silencioso hombre, que acusadoramente le devolvía la vista tan fría que quitaba las ganas de seguirle platicando. ¿Todos parecían querer asesinarse unos a otros, verdad? No importaba, pues ya la puerta estaba abierta, y así el irlandés pudo reconocer el cielo tan pronto hubo salido, como si fuera la primera vez. Sus ojos se dilataron al compás de los anaranjados detalles, y con una mano quiso protegerse de la aparente radioactividad de la luz tras tantas horas en aquel ajetreado basurero sin aire. Pero tuvo que continuar fuera a matarle tanto UV o no, ya que Luna se había adelantado considerablemente entre vereda y vereda de arrinconadas calles.
Corriendo tuvo que seguirle toda la cuadra. De tanto en tanto podía seguirle el paso, pero al no conocer direcciones ni nada muchas veces tuvo por perderse el muy europeo, por que la joven ni se ponía a esperarle nada ¡Pues parecía que también estaba corriendo! ¿Acaso era una carrera, o había un límite para llegar al lugar de los secretos prohibidos de la siniestra penumbra del enclave? Tal vez cabía la casualidad de que le estuviera evaluando como integrante, haciendo valuar su obligada entrada al mundo ilegal. Pero las probabilidades eran muy pocas, a lo menos una media migaja de pan por punto. Pero fuera lo que fuera que pasara, ya estaban llegando a los diez minutos de corrida bestial, puesto que finalmente Aran le alcanzó en frenesí.
Resulta al fin y al cabo que en su mano ella llevaba unas enormes llaves, de una antiguedad valorable por lo menos de hace un siglo y pico. Con estas herramientas, sin contratiempos abría unas enormes puertas de acero, de a lo menos unos cinco metros, totalmente pintadas de negro, corroído por los años este color tan intenso. Chillaron enormemente al abrirse, se arrastraron dentro del recinto que protegían con tanto recelo y elegancia. Pues protegían una invaluable mansión de rojo, rodeada de árboles y ramajes verdes que se apegaban a los muros como venas parásitas, descuidadas para que libremente ocultaran aquel mausoleo de la sociedad actual. Era simplemente impresionante...
-Entra, vámos. - Dijo ella, invitándole a pasar como fuera su casa. Sin soltar nada (Por la impresión quizás), Ryan avanzó y atravesó aquellas paredes sublimes, para encontrarse con una aristocracia de magnantes, de mucho poder a sus pies. Luna no parecía ni inmutada, y caminó a la puerta de madera barnizada que permitía el paso dentro de la mansión. Le abrió también sin problema, entrando primero para que le siguiera. Así, estaban permitiendose la presencia en el hogar.
Ya dentro, lo mejor sería explicar el asunto de una vez, ¿No? Una casa anticuada, un terreno de reyes al que invitaban como caballero. Aran estaba marchándose ya de vuelta, pero le fue interrumpido su desinterés por más palabras.
-Vale, sé que estás confundido - Dijo ella, posando una de sus manos en la cadera - Pero deja que te lo diga todo de una vez.
Este sitio es "El hogar". He aquí el máximo refugio para los clandestinos, el mismo lugar donde mi padre vive, su esfuerzo puesto en cara, solo para sus favoritos. ¿Ya estás adivinando, no? Le agradas, y te ha traído aquí con mucha seguridad para decirte unas cuentas cosas en privaado, no sé cuales y no me interesa. Pero muy bueno sería que no perdieras el tiempo.
-Ajá. Entonces... - Intentó replicar, sin ningún resultado pues fue interrumpido a los segundos.
-Déjame contarte un poco de esta red, ¿Bien, Aran? Pues bien - Dijo sin pausa - Nosotros no solo somos peleas encerradas a muerte, donde nos cortamos extremidades y tatuamos calaveras. También somos una importante línea de comercio, visible para el mundo real. ¿Vas captando?, quisiera contarte sobre esto. Mi padre se ha ganado el mundo por su trabajo, no solo por la sangre. Controla y tiene tiendas de lo más variadas, muy famosas ¡Incluso en países como Francia...o Italia! Nosotros con nuestros contactos colocamos sitios sin costo más que la estructura, y a esto va una oferta. ¿Te gustaría...por casualidad, ganar doscientos grandes al mes? Lo único que debes tener es un terreno aquí en el país, y sin demora colocaremos un "Accessoires et baguettes", sin costos adicionales...y..
-"¡Vaya parlanchina de los mil demonios" - Exclamó sin habla el medio harto Ryan, mientras volaba los ojos para no escuchar esa oferta. Primero es que solo tenía un simple pasaporte para estar allí, y segundo, ¿Es que no iban por algo del gran jefe? Tal vez ganaba tiempo o que..
-...Y lamentablemente ya no podemos colocar más locales italianos por aquí. Un tal "Pizza Pasta" nos agota siempre los fondos, con cupones baratos por ser mayor de edad. ¿Entiendes? Y bien...¿Te interesa?
-No, GRACIAS... - Suspiró de mala gana - Me gustaría ver al "jefe" ya, ehhh... Lu...na - Dijo, dudando si llamarle por ese apodo que había sacado de la multitud. Ahora que venía al caso...
-No me llames Luna. Simplemente, mi nombre es "Erin". Un gusto conocerte de buenas leyes - Sonrió, evitando de lleno la mueca de disgusto eterno que se reflejó a rostro de irlandés. Erin...¡Erin! Aquellas letras juntas en palabra alguna vez habían hecho su buen daño en muchas vidas, muchas. Lo más correcto de todas maneras, sería pasar de largo - Bien, creo que ya es la hora. Pasa cuando quieras - Terminó, señalando directamente a una gran puerta allí puesta. Aran avanzó, admirando el precioso piso de caoba que decoraba la entrada. Se acercó la puerta, y giró la perilla dorada con lentitud. Lo interesante era que, mientras abría con cautela, unos murmullos silenciosos se revelaron a sus oídos. Eran palabras que no podía entender, pero que se repetían casi como un marcapasos. Cuando pudo revelar la habitación, una expresión de duda reino en toda la cara del irlandés.
Allí estaba Lor Ammond, quien resguardaba un preciado objeto en sus manos. Se paseaba con este tras su escritorio, no podía notarse muy bien tras el ejemplar nada disturbado espectáculo. Pero si tu, lector, te pudieras acercar a un costado del anciano hombre, podrás notar con todo detalle lo que esconde en sus pálidas manos, lo que reserva solo para él. Es un martillo cualquiera, oxidado, marcado por tantos años atrás...
-¿Ya has llegado, Ryan? - Dijo aquella fría voz, mientras sin apuros guardaba la herramienta en un cajón de su armario, para esconderla de los curiosos- No me lo esperaba muy pronto. Pero de verdad, tengo muchas cosas que hacer aún. ¿Me podría esperar un momento, si te es posible? Sé que tras esa locura intencional guardas un poco de paciencia. - Y así, sin más calló, y se marchó por otra puerta que estaba en junto a su oficina. La cara de nada que podría revelar Ryan de verdad que era singular. Sin mucho contratiempo, al ver nulas palabras Erin terminó entrando también. Ella se fijó muy pronto en una foto colgada al fondo de la habitación, un cuadro muy grande, una pintura. Esta pintura reflejaba a una mujer de cabellos anaranjados, una piel muy fina y unos faroles esmeraldas de ojos. Sus labios eran rojos como la sangre, sonreía apaciblemente con un conjunto elegante ante el artista. La joven resopló algo desilusionada.
-Ella es mi madre. - Reveló con soltura- Murió hace mucho tiempo. La verdad es que...siempre mi padre se coloca a pensar en ella. Cuando le recuerda, ya nada le importa en este mundo, es ajeno a todo. Pero no te preocupes, de seguro que podrás hablar con él en cuanto este bien...
- Cp 8 :
- Era un precioso día, pues la brisa era tan calma que se asimilaba a los mares del pacífico en sus mejores tiempos, aquellos tan bellos que los visitantes aclamaban. Las pequeñas avecillas - gorriones, zorzales y jilgueros de los más diversos colores - cantoneaban en el amanecer con tal gozo y satisfacción que hasta los más amargados coreaban al ritmo del alba. Era una madrugaba con todas las letras bien puestas, pues incluso la luna se mostraba difusa junto a las nubes, fuera de su lecho nocturno, aun reposando antes de marcharse iluminada con los rayos del sol que rociaban tal estanque , con sus gotas salpicando en los colores vivos de la ciudad.
Y te preguntarás, ¿En cuál lugar de tan admirable ambiente nos basaremos? Tal vez algún parque, pues en ese entonces los pequeños perritos con sus dueños saltaban y jugaban juntos para crear lazos, perseguir la felicidad, llenar de alegría el verde. O tal vez una simple casita de campo sacada de las praderas para decorar como tal jardín el pavimento, y los muy escasos bosques silvestres. Pero he de decirte que no, ninguno de esos lugares son aptos para contar esta pequeña historia. Pues ahora mismo es cuando los chicos de todas las edades van a por sus estudios, van a aprender del mundo y lo que aún siquiera no se ha descubierto. Como habrás adivinado, esta minúscula y muy humilde historia transcurre en una escuela, una hermosa y bien construida de blanco hormigón, rodeaba de la hierba verde y sana, repleta de cristalinas gotitas brillantes de las cuales bañan el mundo, justamente en medio de la hermosa Irlanda, en Dublín. De seguro ya sabes a quien va dirigido este corto relato, pues el joven que buscamos está allí, en esa preciosa estructura de la cual ya te he contado hace un rato.
Quien sabe que cosas ideaba su cabeza, que preparaba en sus perversas zarpas o qué. Sí, ¡Ya sé que le estoy metiendo el diablo desde un principio! Pero no todo aquí iba ser bello, arcoíris y mariposas, ¿O eso creías? Pues Aran Ryan a esa edad era todo un pillo. Puede que no un alcohólico de mala sangre, pero por supuesto nada de un introvertido pacífico sabiondo de tercera clase, no. Aun así, se puede decir que a esta edad adquirió su forma de ser, su manera de pensar. Se desahogaba sin pena, por lo menos liberando todo el odio que podía sentir, o el estrés de su rutina diaria. Como los filósofos dicen, las raíces lo son todo…
-“Váaamos….vámoooos” – Susurró lentamente, mientras que con un pequeño hilo de metal profanaba quien sabe qué cosa de la alarma escolar, ya prácticamente escalando y desbaratando el aparato sin cuidado alguno sobre los materiales de la institución. Saboteando estaba, ¿Para atrasar las cosas? Pues quién sabe, porque terminó a los minutos de meterle la mano al objeto, inutilizándolo de lleno, un buen truco que aprendió en un programa de la televisión “Desarmando chucherías” o algo así.
-¡He, está hecho! – Exclamó alegre, mientras que por las cornisas cuidaba no tropezar para llegar a tierra. Mientras tanto, gozaba simplemente de ensuciar el blanco esplendor del muro con sus zapatos, para darle más trabajo al conserje extranjero que se pasaba durmiendo en su choza. Bajó sin problema alguno, descendió y puso sus manos en los bolsillos, escondiendo la pequeña y delgada herramienta para que no sospecharan nada. A esa hora se supone que debía tintinear algo, y justamente la misión del jovencillo era detenerlo, por lo menos para hacer rabiar a la inspectora. ¡Cuando soltaba espuma, tenía que tomar unas pastillas! Era divertido verle ahogándose en medio, y hacía pensar en cómo dejaban un trabajo tan pesado a alguien con problemas de salud, ¿Pero qué importaba? Bah, así avanzó, y busco uno de los muchos bancos para descansar de su jugarreta, mientras se aguantaba las risas a escondidas y relajaba como si en la playa estuviera. Estaba aparentemente solitario, pues no muchos querrían estar a un lado de aquel pelirrojo. ¡Pues bien raro que era, y nada empático por así decirlo! Aun así, Aran no tenía ningún problema en no tener compañía. Así nadie podía delatarle, y nadie podía justificar sus trabajos. Siempre fue disgusto por disgusto, un trueque nada equivalente y poco práctico ¿No?
-Oye, ¡Mira! Allí está ese idiota de Ryan… - Se escuchó decir de una voz ajena, levemente oculta. Y unos pasos tranquilos y seguros acompañaron los murmullos que traían consigo.
Se trataba de unos cuantos más, de la misma escuela. El típico grupo de amistades, ya sabrás de lo que hablo. Estos miraban muy dedicados al joven irlandés, y como no fueron a compartir unas cuantas palabras.
-¡Oye, Aran! ¿O debe ser E-R-I-N, por casualidad? – Se burló uno de ellos, prácticamente asaltándole por detrás de la banca, poniendo sus sucias manos allí para hacerle quitarse de golpe. Inmediatamente esa fue su reacción ¿Cómo no, si una voz terrible se te apega al oído?, salió disparado del banco, y quedo de cara ante la minúscula banda que le estaba ahuyentando – Hemos visto lo que hiciste – Volvieron a decir – Vaya mediocre que eres, ¡Saboteando la alarma escolar! ¡Qué trageeeediaaa! – Fingieron con manos y poses.
-¡¿C-cómo me llamaste?! – Exclamó sin alma el joven - ¡Vuelve a repetirlo, idiota!
-Así te llama tu mamá, ¿No? La pobre ni puede decir bien tu nombre, ¡Patético! – Exclamó uno más, acercándosele mientras sonreía y soltaba cuanta frase le cupiera. Grave error.
-¡AHH! ¡LEO, TU LO PEDISTE IDIOTA! – Gritó Ryan, abalanzándosele como un tigre, de lleno tirándolo al suelo. Hubo un golpe seco en tierra, y el joven irlandés se relamió golpeándole por donde llegaran los nudillos, por lo menos hasta que los otros dos le agarraron de los brazos, y lo levantaron como saco de papas al aire. Por mucho que se resistiera ferozmente, no podía a pataletas librarse de los dos, y así al que había tirado se repuso tan pronto se pasaba la mano por la cara.
-¡Tonto! – Gritó el joven con tal cara que cualquiera se hubiera amedrentado, y le estampó un puñetazo en la mandíbula, con toda la improvisación que se podía crear. Sin darse cuenta, aquellos cuatro habían sido rodeados prontamente por la multitud de niños que reinaba en la plaza de la escuela. Con mucha facilidad unas cuantas vocecillas cupieron, “¡Pelea, pelea!” y un millón de otras frases incomprensibles por los que se golpeaban y eran golpeados tan bestialmente. Pues Aran, tras haber recibido bastante, logró dar un codazo a uno de los que le sostenía tan bruscamente de los brazos. En cuanto pudo soltarse y tirar al primero de lleno, francamente no mucha escapatoria tuvo. Todos los bordes sin salida, y dos en contra rodeándole tal arreadores de ganado en frenesí. El odio se marcaba en su rostro, y la desesperación le consumía, mientras soltaba humo por la nariz y clavaba ojos con sanguinarias intenciones. ¿Qué podía suceder ahora, en tal momento de tensión, de un suspenso naciente e inestable?
-¿¡Qué está sucediendo aquí?! ¡Quiten, niños malcriados, QUITEN! – Gritó una voz, con aparente congestión nasal y un catarro terrible. Una mole gigante, arrasadora atravesó al muro de jóvenes que circulaban en torno a la lucha amateur. Y allí, la extraña figura solo pudo crear sombra, y atrapar en ella a los tres con uñas y dientes encajando agarres. Místicamente, Aran había logrado tirar a otro de los que acompañaban al tal Leonard, y ahora estaba a punto de marcarle mordida sosteniendo su pierna, si no hubiera sido detenido por la supervisora de riesgosa salud. Ella prácticamente le sostuvo de la camisa, y lo puso a la luz mientras el resto se alejaba cautelosamente.- Spoiler:
-¡Yo no empecé! ¡F-fue Leonard!– Exclamó sin causa el joven, embarrado en lodo, y sangrando por la nariz, con varios moretones de por medio. Claramente, con ese aspecto no le creía ni su abuela, ¡Inmoral! Eso mismo era lo que pensaba la supervisora, mientras veía la furia en las pupilas de aquellos dos tales poderosas llamas debatiéndose. Se sonó la nariz con la manga, en un resoplido bestial que hubiera mandado pájaros al vuelo con mocos incluidos. Hecho esto, volvió a tironear al irlandés de la camisa.
-¡Tu niño, tendrás un castigo! ¡Ven conmigo a dirección! – dijo, ya casi ahogada sin respirar, y arrastrando al joven de por medio. Este intentó resistirse, pero la mujer muy cansada le atrapó con sus dos manos como si pesara una tonelada. El joven tenía espíritu, a lo menos. Pero no podía contra una giganta encotorreada y…gravemente enferma. Una lamparita dorada de encendió sobre su cabeza, iluminándole de lleno tal siglo dieciocho. Y buscó por su vida al enclenque del árbol, ese adineradito que siempre intentaba alejarse del resto, para contemplar sus estudios en total paz (Un rubio del cuál no quiero acordarme). Nada, no le iba a durar tanto el relajo.
-¡Oye, N! – Dijo, refiriéndose al apodo que todos le daban. Cuando dijo esto el chico, jalado por la supervisora que hacía esfuerzos sobrehumanos para soltarlo del pavimento, el jovencillo rubio pego un salto, y se retrajo tras las páginas de su lectura como un escudo. Era de esperarse, pues Aran era su platillo fuerte de todas las horas, quien mismo le rompía los testamentos que llevaba, y le hacía zancadilla frente al director escolar. ¡No, no había tiempo para recordar el pasado! - ¡Di la hora, di que hora es, hombre!
-AhhhHHH… ¡Ahhh! – Exclamó, temblando compulsivamente, e intentando acercar su brazo a la vista, donde llevaba un muy bonito reloj que le hacía resaltar entre la multitud, razón de ser objetivo – S…son… ¡Son las 8:00 am!
Y silencio mortal. Se pudo sentir como la mujer de edad soltaba la camisa del chico como si hubieran jalado una palanca en su espalda. Dio la vuelta apretando los dientes, con la cara en blanco. Y vio allí en las alturas al aparato rojo, tan maléficamente destruido por las zarpas del joven muchacho. Se encendió de la peor rabia que se podría dar en una persona, y eh aquí la enfermedad de la mujer. Evitando que la vieran, corrió como perseguida por un león para socorrerse con sus pastillas, ¡Todo un éxito!, ¡Perfectísimo!
Mientras, Aran no perdió el tiempo. Se escabulló entre los chicos, y pasó el gran muro sin muchas dificultades por las ramas adyacentes en el suelo y contrapuestas. Al fin y al cabo, tenía que escaparse por hoy para evitar una muerte segura, ¿No?
OFF : Vale, sé que se ha visto como medio relleno. Pero se explica lo del sobrenombre Erin. Además, no es el único Flashback que verán. Ya viene la historia.
- Cp 9 :
- Baranet Lor Ammond, un hombre de frío tacto, un hombre de negocios exitoso, rodeados de los más vastos lujos que un hombre podría conocer. Ammond, protagonista de esta pequeña historia, un pasado. Lor, un hombre de buena fe, buenos modales y costumbres. Baranet, un ser humano de humilde corazón, amante real y de sublime rechazo de la violencia, la muerte…cualquier cosa que pudiera corromper las frágiles almas que cada uno cargamos como toneladas de derrotas a lo largo de los años. Baranet Lor Ammond tiene una muy buena anécdota guardada en su corazón.
Pues todo comenzó cuando su vida estaba en culmine. Era casado, poseía una extraña mansión valorada en una fortuna incalculable. Solo Dios sabía que malos destinos podrían aterrarle, puesto que su vida era simplemente perfecta. Tenía mucho trabajo, y tal vez esa misma fue su desgracia. ¿Por qué, preguntarás? Pues simplemente el hombre era muy endeudado. Puede que fuera inteligente, pero su sabiduría no alcanzaba para concentrar los problemas de este mundo. Podía ser engañado, podía ser utilizado con facilidad, pues sus emociones eran simples y enterradas como clavos a la piel, gruesos y filosos que llegaban a tocar carne. No quiero meterme en la retórica, así que digamos en palabra simples que el tipo era débil y nada astuto. Por estar razones, terminó metiéndose en el peor error de su vida, a los cuarenta y tres años. ¿Puedes adivinar? Esto está muy enterrado en las cenizas del pasado, y tendrás que toser un poco para encontrarlo todo. Así mismo, entremos…
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Fue un día cualquiera, por así decirlo. En definición, se trataba de un día parcialmente nublado, de temperatura fría por las madrugadas, y así hasta que con las horas subía el termostato gradualmente. Las avecillas eran pocas, y el tránsito no tan ajetreado por esa redonda de calle era el único ambiente que se podía disfrutar. Un día libre para muchos, otro día de organizadas revueltas para Baranet. Hablando de aquel hombre, no mucho más se puede decir de su situación.
Ele allí sentado en una silla aterciopelada de rojo, frente a un escritorio repleto de plumas entintadas y papeles, al fondo de una tremenda habitación de aspecto rústico y junto a la sala de estar. Detrás de él colgaba una preciosa obra de arte, y por los alrededores no había ni una sola alma más que respirara a excepción de quien contemplaba los documentos como si la vida le fuera en ello (Y a decir verdad, lo era de pies a cabeza). Cosas de economía, capitalismo básico yendo a lo más recóndito del libro. Le era todo en ese momento, pues tenía entre manos un enredo bestial, respecto a su compañía no había caso. Muchos desearían haberle detenido en ese momento, por la integridad física y moral de la sociedad. Pues…
-“No puedo. No puedo aceptar este trato, no me conviene…” – Murmuró en sus pensamientos, con un mal pulso que le hacía temblar la palma como si sufriera hipotermia. Mala suerte para él, porque justamente debía escribir una carta, una crucial por su vida. En eso, dejo los números para cambiarlos por simples palabras, pasando de la lectura a la escritura. Entintó una de sus plumas al mejor estilo clásico, y tomando un papel de blanca impresión comenzó a relatar cuanto cupiera en la hoja. No sabía realmente si estaba en lo correcto…no podía asegurarse. Suspiró pesadamente, y así bajo entre las líneas para completar su escrito. Tomó un sobre amarillo, lo abrió y deslizó el mensaje dentro con cuidado de no doblarle ni un centímetro. Así, con un sello rojo en el que estaba dibujado el símbolo familiar concluyó el correo, pegándole con fuerza para que no fuera a soltarse. Llamó con un interruptor a su asistente, y cuando este llegó a tropezones y pose perfecta, el hombre le tendió la correspondencia tal tesoro.
-Que sea inmediato – Había dicho, viendo como personalmente el joven corría de vuelta, y tomaba algún vehículo para la prisa. ¿Debía ser tan sublime la respuesta, tan…arriesgada? Estaba en un lío verdadero con aquella oferta, pues sabía que ni era limpia y tampoco perfecta. Le estaban ofreciendo un trato, que exponía las desventajas de sus ganancias a un nivel que podía dañar los ojos. Volvió a suspirar, y como si la fatiga le dominara, puso los brazos en la mesa y en ellos apoyó la cabeza, mirando hacia la gran ventana acortinada de la derecha. Se mantuvo así a lo menos media hora, sin soltar palabra y con la mente en blanco; por lo menos hasta que su panorámica fue bloqueada por una extraña figura.
-“Calma” – había dicho aquella voz, colocando una de sus manos en el hombro de Lor –“Sean quienes sean ellos, dudo que llegaran a hacer algo por las riquezas que posees. No debes preocuparte”- Spoiler:
Ellos entraron. Zafaron la gran puerta oxidada y maltrecha a patadas tales mulas, y cuando cayó en el pavimento reseco, el estruendo espantó a los cuervos graznantes e hizo volar las hojas otoñales de vuelta a los árboles. Planeaban matar, o por lo menos conseguir un botín de recompensa sin piedad. ¿Qué piensas tú? La rapidez… ellos corrieron y se apegaron a los muros como lapas, con armas en mano, cargadas en su totalidad. Si es que iban a entrar, debían hacerlo con mejor gracia, ¿No?
Uno de ellos hizo un gesto con sus cejas. Unas tres veces hacia sus acompañantes, los cuales asintieron de inmediato. Ellos sin dudad, levantaron las armas de fuego al aire, y al unísono hicieron disparar y resonar el perforante chillido de la bala hasta el infinito. Dentro, el corazón de Ammond explotó de la sorpresa, y prácticamente se lanzó desde su silla hasta la ventana, para enterarse de lo que sucedía. No pudo ver nada, pero instintivamente tuvo el deseo de huir, escapar y protegerse con cuanto pudiera. Por lo cual agarró uno de los muebles a su lado, y lo tiró de lleno al suelo, derribando una caja de herramientas que allí aguardaba consumida en polvo de antaño. Rebuscó entre los objetos histérico, sin tener en cuenta lo que fuera que sucediera a su alrededor. Finalmente, sus manos fugaces y temblorosas agarraron lo que buscaba, un martillo cualquiera y maltrecho de hace ya muchos años, aún fiel con su metal. Hecho esto, alzó sus piernas para correr como un loco fuera de la habitación, preparado para cualquier asesino que quisiera ponerse en frente suyo. Y lamentablemente, perdió la compostura apenas otra bala interrumpió el sofocante silencio, esta vez directo hacia el gran ventanal de la habitación principal. Los vidrios cayeron y cortaron cuanto alcanzaran, dejando pasar los rayos de luz tal escena bíblica. Lamentablemente, aquello estaba muy lejos de ser un milagro. Tras el ventanal, todo el cristal fue quebrado y envuelto en destrucción, mientras el pobre hombre se recogía del pavor en su sitio, apretándose al arma que había escogido. Clamaba a toda deidad que conociera, y cerró los ojos sin guardia prácticamente esperando la muerte. Solo así….hasta que un escalofrío le recorrió la espina. Repentinamente, alguien le había tocado. Sin dudarlo, el hombre contraatacó. He aquí el principio, ¿Por qué aún recuerdas lo que te conté, verdad?
Le había matado. Simplemente, su sangre fluyendo en la anciana caoba del piso le hizo reconocer, alertarse de lo que sucedía. ¿Que...qué había hecho? Ella...ella no merecía estar postrada, mientras su piel se tornaba pálida, mientras sus rojos labios perdían el hermoso color de una bella rosa. Sostenía el arma temblando, un martillo cualquiera envuelto en la escena del crimen. Soltó el objeto con un miedo feroz, con una desesperación que le tenía paralizado. No soltaba ni una sola palabra, tal vez queriendo hacer silencio, o simplemente por que una lágrima se deslizaba por su frío rostro, una única lágrima que revelaba su error, su fuerza tan destructiva, su terrible mente, que le impulsó tan repentinamente a acabar con lo poco que sostenía en su alma.
Cayó de rodillas, rindiéndose al impacto. Su rostro no mostraba desesperación, mas simplemente una depresión y una seriedad interminables. Las gotas aún se deslizaban por sus mejillas, y cuando pudo despertar apretó sus dientes con brutal agonía. Una expresión de ira, manchada en la misma tristeza. Apretó los nudillos también, intentando liberar la fuerza retenida y tanta ansiedad que le devoraba. Lanzó un grito fuerte al abismo del hogar, un simple grito que se esfumó cuando se abrazó una pierna, y escondió su rostro mientras murmuraba en un ciclo sin fin, sin alma.
-¿Qué...qué he hecho?
“No tenemos nada más que hacer aquí. Hemos de suponer, que haber matado a tu mujer es suficiente como para pagar las deudas”
Y el resto de los años que le quedaran, sería buscar venganza. No le importaba destruir su moral, buscaría al causante de tal tragedia por mucho que tuviera que internarse en las más asquerosas sombras. Estaba dispuesto a ver sufrir, y a reír falsamente por aquella alma que hubo perdido. El caso era que…ya nunca más le importaron las riquezas, aunque las apuestas demostraran lo contrario. Oh no…digamos que solo le busca el rastro a quien controló sus manos.
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-Estoy listo – Dijo, abriendo la puerta con un deslice sublime- Vete, Luna. Tengo un asunto muy importante que tratar.
- Cp 10:
Así que por fin dejaba de lloriquear a solas, ¿No? Pues Lor Ammond estaba tan plano de sentimientos como siempre apenas rozar su preciosa silla, envuelta en rojo terciopelo y madera tallada. Se sentó, y cruzó sus dedos colocando los codos sobre la mesa, como si evaluara las palabras tanto como al confundido irlandés en frente, quien sin decir nada esperaba a que el viejo soltara la lengua en lo que llevara el minuto. El tic tac del reloj no podía dar más para los oídos de Ryan, y en cada toque el viejo inhalaba y exhalaba con una lentitud impresionante, hasta que, por lo menos, separó sus manos y relajó en su silla indicando que quería comenzar. ¡Ah, por fin!
¿Pero de que podría tratarse tan urgente petición del jefe de aquellos criminales? Lo más probable es que fuera una broma de mal gusto, pues se conocía de antemano que el humor del hombre era uno muy naciente, y nada práctico a decir verdad. Digamos que solamente se le aguantaba por ser todopoderoso y tener vidas en juego, pero fuera de eso nada le impedía al irlandés mascullar maldiciones y bromas en su mente. Se clavaron los ojos un momento más, algo así para pactar palabra.
-Aran…Vi muy atentamente tu lucha de hace unas horas – Dijo, con una voz calmada, al mejor estilo de un psicólogo aconsejando a su paciente. Pero ese no era el caso, por lo menos no por el momento – Nunca imaginé tus potenciales ni adefesios, tanto como tus logros y seguramente tu valor. Tienes lo que necesito, lo que he estado buscando por mucho tiempo…
- ¿Ah, sí? Me importa un… - Susurró, cuidando no alzar la voz al nivel del viejo. Fue interrumpido de inmediato.
-Entiendo que no te gustan para nada las charlas largas y tontas, ¿Verdad? – Respondió, arreglándose la corbata – Por ti, iré al grano de una vez. Quiero ponerte un escalón fuera de esa pocilga que conociste. Quiero utilizarte para otros fines, y no para que con cada contrincante tengas una navaja en el cuello. ¿Me estás entendiendo?
-… - Hubo un pequeño silencio, pues justamente Aran estaba perdido con los ojos en la habitación ¿Vaya interesantísimo que era el tema, verdad? Al rato terminó viendo al viejo – Eh… sí, claro. Ve al grano de una vez. – Susurró.
Ammond dio un gran suspiro, cerró los ojos un par de segundos y volvió a apoyarse en su escritorio, para aumentar la poca atención que tenía. Pues la paciencia también era una de sus virtudes, solamente si era importante.- Deja que te de las instrucciones, irlandés. Lo que tienes que hacer, es buscar a un pobre diablo al que le hemos echado el ojo, ¿Lo captas? Te daré un nombre, tú lo buscarás…y lo único que tendrás que hacer con la “víctima” será mostrarle el tatuaje que te dibujaron en el brazo – Dijo, señalándole con su dedo índice para que le entendiera las palabras. Aran se aguantó el decir “¿Qué estás mirando, vejestorio?”, pues tan despistado estaba que no prefería molestar, a lo menos para no encender la ira de aquel hombre. – Y bien. Todo lo que escuches debes traérmelo aquí. No me importa si entiendes o no, debes volver con lo que te digan, sea lo que sea. ¿Entendido?
-…
-Muy bien. Toma esto – Dijo, entregándole un papelillo pequeño con garabatos anotados en tinta verde. Ryan recogió el mensaje, y con dificultas intentó descifrarlo sin tiempo – Luna te acompañará. Ahora vete de una vez.
-Pues más vale que valga la pena – Comentó Ryan, levantándose sin cuidado de la silla y marchándose con toda la tranquilidad del mundo hacia la puerta. Ya hartado, y como siempre, lo único que quería era echarse a un sofá y beberse unas botellas, dos enteras a lo menos. Bufoneó con los ojos un rato mientras giraba la perilla dorada, y arrastraba la puerta de caoba hacia la sala principal, donde Luna de Sangre muy paciente reposaba en una esquina son molestar al cuento.
-¡Oye! – Le gritó el irlandés, para que le escuchara – El “jefe” me ha dicho que me acompañes sin más. – Dijo, ya incluso deslizando la entrada principal hacia el patio delantero, sin vida como hace varios minutos. Apenas saliendo, la joven ya se había levantado y puesto a un lado para seguirle donde fuera que le mandaran.
-¿Y tienes algún resumen de lo que vamos a hacer? –Inquirió – Hay muchos tipos de trabajo que mi padre puede dar a los nuevos en “el hogar”. A veces manda asesinatos, otras los obliga a reclutar nuevos. Novatos entre novatos, y una sola cabeza al mando…
-¡Deja que lea! – Exclamó, volviéndose a Luna quien le seguía – Ni siquiera he visto el nombre que me ha dado… - Rebajó la voz, alzando el papelito entintado de verde a la luz del atardecer. Con letra de doctor entero de documentos, le toco bastante encontrar la posición y ajustes perfectos para comprender tan nuevo lenguaje en la RAE. Así hasta que casi le pegó los ojos a las letras, y en medio camino a la salida de la mansión entender el nombre puesto allí. Se aclaró la voz, y estiró sus brazos para alejar el papel un poco más.
-Je…remías…Jo…ta… Hugger…- Dijo a medio deletreos y trabados de lenguas imperdonables para el santo inglés. Para reorganizar mejor las palabras, a lo menos- ¿Jeremías J. Hugger? ¿Qué clase de aberración de nombre es ese? – Exclamó, dudando conocer siquiera alguien llamado de tal manera en toda su vida.
-¿Hugger? ¿De qué me suena eso? – Musitó Luna, colocando uno de sus dedos en la comisura de sus labios, tomando una pose pensante de lo más curiosa – Creo que por lo menos debemos salir del hogar para enterarnos un poco de este apodo- Dijo finalmente, adelantándose y dejando a un lado al irlandés con sus jeroglíficos. Pues la verdad, dudaba mucho que encontraran al objetivo ese mismo día. ¡Pero si tenían todo el maldito país para recorrer! ¿Cómo es que tan pocas instrucciones le dieron? Era un timo…pero obligado. Así que arrastrando los pies de mala gana, atravesó la majestuosa puerta de corroído negro, y caminó hasta salir de la calle en redonda siguiendo a la joven luchadora. Mientras tanto, intentaba sacar por su cuenta algunas conclusiones, nada correctas y poco verídicas, pero por lo menos para comer el camino. Puesto que en primera estancia, tenían planeado dar con el centro de la ciudad. El porque era muy obvio, pues allí mismo nacía y se desarrollaba la población, un punto de encuentro sublime entre todas las mentes de la habitual capital. Allí reinaba el comercio, y tales recintos de importancia como la misma WVBA, o tal vez alguna embajada esparcida por allí. El tema al fin y al cabo era que estaban a un paso corriente dándose la caminata de la vida, mientras el atardecer eclipsaba con gozo y daba paso a las nocturnas veredas repletas de luz artificial. Pasó una hora por lo menos desde haber salido, y teniendo en cuenta la ubicación del “hogar” no fue tan difícil estar a metros de la plaza y con suerte tomar un pequeño descanso en una de las bancas baratas de por allí, rodeadas de hojas caídas que hacían gala a los árboles antiguos por el terreno. Así, Aran se echó de lleno en una de ellas, y con la voz enronquecida suspiró y decidió soltar algo.
-Y bien, ¿Alguna idea? ¿O quieres que hasta el amanecer nos quedemos buscando?- Dijo bruscamente, mientras se acomodaba con una sonrisota que ocultaba en cantidad su agobiado estado. – Solo falta que tengamos un límite de tiempo…
-Pues mira qué casualidad…que la plaza este justamente frente a tu antiguo vicio – Se burló Luna, ojeando sin pausa el tremendo edificio deportivo que se alzaba delante suyo, ensombreciendo en las penumbras a todo aquel que se atreviera a ponerle cara. Aun así, unas cuantas lucecillas dentro –seguramente automáticas- indicaban que aún estaba abierto el paso para los curiosos nocturnos. ¿Vaya idea, no? - ¿Qué tal si charlamos un rato mientras descansas? Pareces no haber tomado reposo en días, niñita…
-¡Já, lo dices como si fuera pecado! – Exclamó- Por mí, quiero que esto termine de una vez. Pero no me vendría mal escucharte decir tonterías un rato, con esa boca de perico loco. – Se burló, pasando de lado cualquier ofensa que le hubiera soltado. Luna, en cambio, se aguantó las risotadas lo más que pudo.
-¡Si tú lo dices, aquí de va un cotorreo de ave, rufián! - Soltó, mientras le miraba desafiante. A los segundos, retomo pose y comenzó a desatar su imaginación con lo que se le ocurriera, por muy idiota que fuera- Hace mucho tiempo, me invitaron en fines de año a una fiesta, una de esas baratas y públicas hechas para la Navidad – Pronunció con soltura, sin darse cuenta de que Aran se había levantado repentinamente apenas terminar esa palabra. Siguió – Allí había un pasado de drogas, que me había preguntado por mi nombre. No tenía problemas en mencionarlo, pero apenas lo dije, el muy mordaz lo pronunció de una forma terrible. “A-ryn” o algo así. Al parecer lo hacía a propósito, porque pasado de todo estaba. No me molesté en volver a repetírselo unas cuentas veces, para divertirme. Aún le recuerdo modificando todas las letras, ¡Siendo Erin! – Y así, un paso más que dio el Irlandés hacia ella. Con cada palabra que daba, más cerca estaba él, con una mirada asesina que no se le quita a nadie. Así, hasta que ella terminó – ¡Fue una navidad muy loca! – Y apenas pronunciar la última letra, el índice de Ryan apunto directo a la cara de la joven, este con una rabia mortal, apretando los dientes con fuerza y con los ojos abiertos tales platos, en contraste con unas cejas que marcaban el odio.
-S…si vuelves a mencionar tu nombre Y LA NAVIDAD, Te …¡Te juro que te sacaré la piel con un pela papas, derramaré tu sangre, te desgarraré los ojos de las córneas y…! – Gritó con brutalidad, siendo interrumpido casi de golpe por la misma joven. Pues se había distraído ella, y al voltear para el gran edificio detrás suyo, un pequeño afiche colgado en la pared llamó su atención drásticamente. Salió corriendo y exclamando hacia las estilizadas paredes del recinto, dejando a Ryan a secas con sus palabras y en una pose que no tenía precio ni para el peor humorista.
-¡Mira ya, aquí esta nuestra pista! – Dijo ya, señalando el dibujo del afiche gloriosamente - ¡Vamos, ven y lee! – Volvió a decir. Aran quedó estupefacto, pero moliendo un poco sus dientes y aguantándose unos cuantos ticks compulsivos, logró pasar la calle sin más preámbulos. Apenas se hubo acercado, y las luces artificiales le hubieron iluminado frente al papel, repitió lo marcado allí con una lentitud analista, simplemente admirable.
-Bear Hugger… - Musitó, y pasó a ver la fotografía encima de las letras. Mostraba a un hombre grande, gordo y con una barba anaranjada digna de cualquier premio nobel, sonriendo casi maléficamente para la imagen.
Ahora que le podía ver, y relacionaba el apellido - ¡Oye, yo conozco a ese mequetrefe! ¡Él es el único Hugger existente en todo el mundo, TE LO ASEGURO! – sonrió con gracia, echando unas risas por doquier. ¡Si él era Hugger, debía de estar en el gran edificio de la WVBA! Allí estaba el marcado por las sombras, y pues sin más, Aran Ryan atravesó la puerta de cristal hacia el recinto, y se metió de lleno hacia el ring, siguiendo sus instintos. Esto iba a contarse por generaciones…
LA HISTORIA CONTINÚA EN EL MENSAJE QUE VIENE DESPUÉS
Es genial , nose si soy muy imaginativo pero he podido recrear las escenas y personajes con esas descripciones muy bueno Xhaps la historia parece interesante .
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Muchas gracias, Koko ~, ¡Aviso que ya esta el capítulo dos! Para los que quieran leer este sábado xD
Continúa en el siguiente mensaje
LA HISTORIA CONTINÚA HERE ~
- Cp 11:
-Muy bien, pequeña bribona… ¿Dónde estás? Ehh… – Gruñó una voz, con un acento de las altas montañas que no se lo quitaba nadie, y que cuya figura estaba opacada por las débiles luces y sombras que allí hacían juego, a pies del gran cuadrilátero de lona azul y cuya apariencia contaba miles de historias. Masculló inentendiblemente, y prosiguió- No te escondas, este sitio es muy grande…
Analizaba a su alrededor con cautela, cuidando no dejar de lado ningún lugar. Fue a las graderías para escarbar en sus asientos, buscó entre los aparatos y luces desperdigadas por allí, e incluso con una escalera trepó hasta el gran mural dorado con los luchadores enmarcados en gloria, que hacían tan maravilloso el circuito mundial. Y por mucho que rebuscara incansablemente, no podía encontrar a su pequeña amiga, que antes había perdido durante una de sus luchas. Y curiosamente, no se le pasaba por la cabeza replantear si llevarla o no a sus eventos, allí escondida en su pequeño gorro de lana. Y pues así mismo hasta volver a un principio, ya agotado y queriendo echarse una siesta a lo menos antes de proseguir como tenía de costumbre. Se rascó la nuca, mientras soltaba un tremendo resoplido. Y así, hasta que vio una pequeña bola de pelos cruzar a su lado. Una colita marrón, que llevaba una pieza de tela encima, y que corría a una velocidad bastante animada.
-¡Ajá, aquí estás! – Exclamó, recogiendo el “toque” que la pequeña criatura arrastraba consigo, llevándole a ella también en sus manos- ¿Eres toda una loca, ehh? – Volvió a decir, mientras revelaba a l animalito a par le retiraba el gorro. Se trataba de una ardilla de colores avellana, que en sus pequeñas manos tenía puestos unos adorables guantes rojos a su medida. El hombre de barbas anaranjadas sonrió nuevamente con sus perlas blancas, y colocó al pequeño mamífero en su hombro, pues siempre habían sido compañeros alegres de toda la vida. Así, se colocó a mirar la grandeza del sitio, viendo como las luces le abrumaban e iban directo hacia donde los luchadores de debatían por la gloria. Así de pacífico, hasta que la criaturilla peluda súbitamente desapareció de su lado, alertándole. Y cuando dio la vuelta sorprendido, estrujó su frente y observó con odio a quien detrás suyo estaba, apretando sus grandes dientes y gruñendo molesto.
-¿Qué estás haciendo, leñador? – Dijo entre carcajadas nuestro protagonista, en sus manos sosteniendo desde la cola al rebelde animal que hacía lo posible por soltarse.
-¡Tú, yo te recuerdo! – Gritó, apretando los puños - ¡Suéltale ya, ehh, o verás que esta vez te devoraré de pies a cabeza!
-¡Pfff, hahaha! ¡Tan gracioso como siempre! – Se burló Ryan, lanzándole como si su brazo fuera una catapulta a la pobre ardilla hacia su rostro, el canadiense atajándola con cuidado y por un pelo evitando que se estrellara contra su rostro.
-¿Qué quieres, ehh? Habla de una vez, maldito bobo – Dijo Hugger, frunciendo el ceño muy en contraste a la sonrisa que revelaba el irlandés, al parecer pasándola en grande con el amante de los animales. Era obvio deducir que no se llevaban NADA bien, aunque ni siquiera se conocieran mucho. Aun así, Bear Hugger se aguantaba las de echarlo a patadas, pues sabía que mientras más obstáculos le pusiera al loco, este empeoraría acumulando las desdichas. Entonces, espero con mucha rivalidad sus tercas palabras.
-Ah, nada en especial… -Dijo en un susurro, mientras sonreía y empezaba a pasearse alrededor del barba roja. Ya saben que le encantaba molestar a cualquiera – Solo quería hacerle una visita a mi canadiense preferido.
-Suéltalo ya, Ryan – Se quejó Luna de improvisto, en segundo plano. En cambio, Aran le miró reprochante y sin saber por qué se lo tomaba tan enserio. Al menos hasta que recordó mejor lo que le había dicho Ammod, por lo cual se detuvo y miró obligado hacia un lado, mientras se cruzaba de brazos y decía con aire castigado.
-Tienes que decirme unas cuantas cosas, Hugger – Y dicho esto, se quedó un par de segundos recordando que demonios tenía que hacer. Hubiera jurado que se formaba una nube negra sobre su cabeza… y bien, de allí se levantó la manga, y reveló en su brazo derecho aquel tatuaje que lo condecoraba como parte de la organización criminal. Confiando en que Hugger reaccionaría de alguna manera, se lo mostró muy claro hasta que este último exclamó sorprendido.
-¡Ah, más tatuajes! Todos los que llevan tatuajes terminan siendo unos rufianes, ehh – Masculló mientras le clavaba la vista al dibujo, con su ardilla amiga a un lado ya repuesta de su papel de proyectil. Derivado de aquello, era realmente obvio pensar en que ya le había visitado alguien anteriormente, pero nadie le alcanzó a interrumpir para preguntar, pues comenzó a soltar cuestiones al aire como si repasara lo que vivió ese día. – Esos locos se metieron aquí dentro, y entre ellos cuchichearon hasta cansarse, casi sin mirarme. Después…fueron a los camerinos…y salieron unos minutos después, quién sabe que hicieron…ehh, sí. No tengo ni idea… - Concluyó, mientras se rascaba muy meditadoramente la gran barba anaranjada. ¿Eso era todo lo que tenía que decir?
-¿Nada más? – Dijo Ryan, levemente ofendido por tan poca información dada. – ¡Estruja tu calva, no puede ser solo eso…!
-¡Oye, contrólate! Si supiera más te lo diría, lo que menos quiero es seguir viéndote, eh. – Exclamó Bear, evitándose algo más que problemas – Para que te calmes, te daré algo para que no te vayas con las manos vacías – Refunfuñó, con un paso lento y seguro hacia fuera del ring. Algo confundido los dos, siguieron al luchador canadiense hasta donde les guiara, justamente él llevándolo a los camerinos que antes había mencionado. ¿Qué podía quedar allí, alguna pista, algún papel recortado con una amenaza? No, pues Hugger se metió en su casillero muy ocupado. Sacó con dificultad una llavecilla de su bolsillo, y con esta pequeña herramienta abrió la caja de acero, metiendo sus manos para sacar algo mientras con vista cansada murmuraba una que otra cosa a su mascota, única interesada. De allí, sus zarpas sustrajeron una cesta típica cubierta con una lona de cuadros rojos. Puso la cesta sobre una de las bancas, y retiró el pañuelo para revelar lo que había dentro; una ración de tocino con huevos fritos, ¡Una ración bastante grande, que solo podría tragarse un oso en persona! Hugger sonrió encantado observando la merienda – Me ha sobrado, ehh. Quisiera compartirles un poco de este festín, ¡Lo estaba reservando para algo grande! – Bufó, colocando sus nudillos en las caderas, y consecutivamente clavando la vista a por una respuesta.
-… ¡Se oye genial! – Exclamó Luna, devolviendo la sonrisa bastante conforme – Hace bastante que no me zampo algo. ¿Qué dices tú, Ryan? ¿Tienes hambre, o me lo dejas todo a mí? – Le preguntó al irlandés, este último algo pegado en el tiempo, ¿Por qué sería? Se había quedado muy callado y de lado al suspense. De repente se cruzó de brazos, y volvió a mirar hacia un lado como renegando las cosas.
-No como carne – Dijo, como para callar a todos. La verdad así fue, pues Hugger y Luna se quedaron sin palabras - ¿Algún problema? – Volvió a decir, algo amenazante, mientras les devolvía una oscura mirada que hubiera mantenido incluso a los paparazzi de las luchas. Y bien, el dúo enfrente suyo no se pudo aguantar las carcajadas, ¡Y de más que la de Bear Hugger era contagiosa! Entre dientes y manos, Luna de Sangre intentó romper con algo, pero estuvo a lo menos un minuto muriéndose a carcajadas con la mirada del irlandés de escenario. Sublime.
-¿E-entonces eres VEGETARIAAANOO? ¿Amas la naturalezaaaa? – Se burló Luna, recomponiéndose lo que pudo mientras que el Canadiense se secaba las lágrimas. Se oyeron crujir muelas incluso.
-¡No! ¡Y más te vale que calles! ¡¿Es que nadie puede tener un maldito hábito, joder?! – Gruñó sin resultado. Pues vaya que era una sorpresa, ¿No? Comer carne…¡Ha!, estereotipos o cualquier cosa para un lado, aunque mucho en esta ocasión no funcionara. Pasaría un buen rato para que se le bajaran los humos al irlandés verde…y las carcajadas a los dos risueños.
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-Verás… tras haber subido Flamenco, todas las cosas cambiaron mucho. Y cuando quiero decir mucho, ¡Es mucho! La WVBA se llenó de nuevas oportunidades, muchas de las cuales fueron aprovechadas. Digamos que yo no alcancé a ganar demasiado, pues ese quiebre del orden me hizo perder mi puesto. Ya sabes, ehh, contra ese japonés de las cejas. Logró debatirme en duelo, y hacerme caer como un roble al suelo, quedando yo en el cuarto lugar de mayor. Digamos que el tipo de la alfombra subió a campeón, por tantos trucos de magia que hacía, ehh… y creo por muy poco que un tal “Von Kaisah” tomo el tercer puesto, por puntos. ¡Y de allí ya no sé nada!
No sé cuánto habrá escalado el español, pero de Sandman no tengo noticias. El muy gigante ese desaparece bastante tras haber recuperado el título, como si se tomara unas vacaciones antes de volver al juego. Me da mala espina tanto alboroto, ¡No me agrada nada esto, ehh! Incluso me gustaría que ese tal cara de arroz siguiera arriba, pues se mantenía todo en orden – Hizo una pausa, por fin. Bostezó enormemente y restregó la barba al rato para continuar – Me pregunto…que le habrá pasado al tal Lil’ Mac. Digo, ¿También se estará tomando tiempo libre?
-A nadie le importa… - Masculló Aran, acomodado en una de las bancas - ¿Por cuánto tiempo debemos estar aquí? ¿No crees que sería raro si amaneciera, y vieran de repente al luchador perdido, eh? ¡Tenemos que marcharnos ya! – Le gritó a Luna, muy ocupada con la cena que le habían regalado. Esta, relamiéndose los dedos ya acabando, musitó encantada.
-Pues muy bien, nos vamos. – Y se levantó con una media sonrisa – No vayas a pasarte de la raya, Hugger.
-¡No más líos por hoy! Creo que debo tomar una buena siesta. –Terminó casi susurrando, mientras los otros dos se iban a paso aletargado. Bear Hugger se recostó en una de las bancas, y se dirigió de inmediato a su amiga peluda, aún despierta en su hombro izquierdo. – He, mañana tenemos una pelea… más nos vale estar a la hora…sí, sí… Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz….
- Cp 12:
Interesante noche…sí.
Exactamente eran las veintidós horas, con algunos minutos más que se hacían notar por el agobiante frío, como sacado directamente desde algún polo desértico del globo para los habitantes de la tremenda ciudad americana. El mundo allí fuera seguía latente, pero aun así oscuro y siniestro para los temerosos, de los que odian escabullirse por alguna diversión pasajera que la misma media luna prestaba. Los pasos secos escarbaban en cualquier energía que pudieran mantener los dos, en su agigantada caminata ni siquiera soltaban un suspiro por la desazón del día. ¿Pero cómo quejarse mucho más?
En las horas entrantes fue cuando el Irlandés había entrado muy gratamente a aquella cueva de desdicha, sin siquiera inmutarse por lo que podía ocultarse en lo más recóndito. Más tarde, su primera lucha le llevó a conocer la libre frialdad que allí se vivía, que cualquiera podía caer por una diversión simplista que disfrutaba alguien sin alma, una podrida por el tiempo que no merecía la pena. Descubrió sorpresas con algunos “cercanos”; se le llevó al corazón de aquel enclave sin que nadie titubeara palabra. Y ahora mismo, un escabroso enredo molestaba su mente, y le mantenía de tal humor que no parecía el mismo de toda la vida. Por fin, hubo una reacción por su parte, ya cuando terminaban de rodear la plaza, y recorrían las enrevesadas veredas esparcidas a lado de las calles. Se detuvo un segundo, y esperando a que la joven también lo hiciera, quitó las manos de los bolsillos y se colocó en una pose de la que quisiera excusarse de los hechos anteriores. Aún algo molesto, exclamó :
-¡No soy vegetariano por hábito, en realidad! Para que no te lo quedes plantado en la cabeza como imbécil – Frunció el ceño, observando a Luna bastante curiosa- Tengo MIS razones para evitar CIERTA carne. ¿Contenta? ¿Eh? ¿EH? … - Silenció, en una pose bastante original. Terminó mirándole como en un interrogatorio, pero intercambiando policía y acusado con un cliché bastante dramático. La joven se limitó a igualarle la mirada, con cierta risueña sonrisa revelándose en sus labios.
-Entooooonceeeeeees, eres un delicadillo – Le dijo con aire cantado y todo, con una cara de tramposa que nadie se la creía. - ¿No puedes comer muchas grasas o tienes problemas al corazón? ¡Vaya salud que tienes!
-¡RAAAAAAARGHHH, NO ES GRACIOSO! ¿¡Quién demonios podría comer lo que trae un canadiense!? ¡Nadie, NADIE!– Bramó a los cuatro vientos, mientras la joven se echaba a carcajadas bestiales apenas notar su reacción. Nada más llegó a tropezar con una encrucijada del pavimento, y cayó de plasta al suelo con un grito de niña colegial, pues por allí se embistió con un cubo de basura y destruyó cualquier estética que llevara en ese momento tan solo con unos segundos. Los papeles dieron la vuelta, y ahora mismo el irlandés no pudo evitar taparse los ojos con las manos, y echarse a reír como un loco en medio de la apagada lucecilla de un farol. Ni te imaginarías vaya rivalidad que se estaba formando entonces, pues las cáscaras de frutas y papeles usados se volvieron infernales cenizas apenas conocer la furia de la joven humillada. Le alzó la mirada con pesadez, y miró colérica a Ryan enfrente suyo, él casi soltando lágrimas por la pasada que se estaba dando. Luna se apoyó en sus brazos y piernas, se levantó con una postura sanguinaria. Hizo crujir sus dientes, y casi como en un deja vú, se le abalanzó de lleno tal bestia y a la vez gritaba “¡Cállate!” con los puños alzados.
Pero esta vez no tuvo mucha suerte. Aran le vio venir, y sonriendo con lujo le esquivó fácilmente, a la vez que agarraba a sostener su brazo y detener la inminente caída que nuevamente se mandaba. Viendo su ataque repelido, Luna de sangre se embulló en la desesperación; con su mano izquiera libre, agarró su navaja curva, e intentó lanzarle algún corte para que la soltara. Peeeero, como no era zurda, falló ridículamente para observar como el irlandés retrocedía solo unos centímetros y le robaba de las manos su preciada arma blanca.
-¡Anda, para ya! ¡Vas a terminar degollada y todo! – Se burló Ryan, poniendo su mirada como reveladora de la partida. Soltó a la joven y con algo de equilibrio esta trastabilló y se levantó para no estamparse contra el hormigón, aún molesta viendo como el europeo se guardaba la navaja tal premio de guerra.
-¡Me las vas a pagar! Ya vas a ver… - Musitó Luna, gruñendo y apuntándole con su índice mientras se adelantaba camino a la mansión, apretando sus manos como si estuviera estrujando una toalla. Mientras, Ryan revelaba esa malvada sonrisa suya, para restregarle la derrota durante todo el viaje. ¡Pues vaya caminata que se dieron! Por lo menos así el tiempo pasó mucho más rápido, se devoraron todos los minutos de viaje como si solo hubieran pasado unos segundos, contando que de ida y vuelta ya tenían contadas unas tres horas desde el encargo. Ya, a pasos agigantados, los dos cruzaron la gran calle en redonda, y haciendo eco en el ruido abrieron chillonamente la imponente puerta que siempre allí se levantaba. Apenas entraron, caminaron nada más unos pasos por el aparente cementerio, hasta que Luna se detuvo súbitamente en frente de Aran.
De quedó allí plantada, como una estatua. Levanto su brazo derecho, y muy delicadamente con su mano sostuvo el brazo izquierdo, mientras bajaba la cabeza y daba un largo suspiro. El irlandés también se detuvo, sereno y algo confundido por tal comportamiento simplemente ojeándole con duda. ¿Qué significaba?
-¿Te pasa algo? Creo que ya es bastante tarde como para hacer paradas – Le reclamó no muy agresivamente, intentando ver que estaba haciendo. No hubo una respuesta inmediata, al fin y al cabo.
-… … Estamos a mano, ¿No? – Murmuró muy débilmente la joven, mirando hacia un lado aún cabizbaja. – Perdóname por eso, no pude controlarme muy bien. No estoy acostumbrada a perder… - Argumento, con cierta pena rondando sus palabras. En ese momento, dio la vuelta para mostrarse arrepentida, mas bien bastante avergonzada.
-Entonces… - Susurró Ryan, siendo detenido.
-¿Me devolverás mi navaja, verdad? – Preguntó Luna, ya levantando el rostro para mirarle con media sonrisa, y unos ojos castigados por la noche. Pues al parecer, no quería que las cosas salieran como estaban sucediendo. Esta pregunta hizo realizar una pose pensativa a Ryan, dirigiendo su fría mirada hacia las estrellas y rascándose la barbilla tal investigador. Sonrió con cierta malicia, y le clavó la mirada como si estuvieran jugando a algo.
-Muy bien – Le dijo algo desafiante- Te la devolveré… mañana. Si es que claro, me das algo a cambio. – Le ofreció alegre. Luna se quedó algo sorprendida, pero haciendo las galas de su latente fortaleza, recompuso su postura y le miró tan desafiante como él a ella, mientras colocaba sus manos en las caderas. Levantó la cabeza, y la giró levemente hacia un lado moviendo su cabello.
-¡Te sorprenderé, Irlandés! Tu eres un buen luchador al fin y al cabo, te mereces algo más que estar en una banca – Le sonrió recompuesta.
Ambos asintieron, como si desarrollaran una artimaña de las más ocultas raíces. Hecho aquel trato, ya era momento de entrar “al hogar” sin más titubeos. Aliviaba arreglar las cuentas, pero… ¿Les seguiría esperando el jefe tan pacientemente, por tantas horas de tardanza? La incógnita les carcomía, pues la poca información obtenida seguramente de lejos podría conquistar las ambiciones del viejo. En aparente decepción, se dignaron a abrir la anciana puerta de madera, interrumpiendo el agonizante silencio que allí se vivía en totalidad. Dieron sus pasos dentro, avanzaron por la gran alfombra que decoraba con simpleza y elegancia el suelo de caoba.
-Sé que siempre digo cosas cuando estoy aquí… -Murmuró Luna – Pero de verdad que me da algo de escalofríos este lugar por la noche. ¿Ves allí el gran vitral? – Le señaló cautelosamente a Ryan, este siguiendo su mano con la mirada- Alguna vez no estuvo, yo lo recuerdo muy bien. Recuerdo en mis memorias haber escuchado como se rompía, pero nada más y mi memoria está en blanco tras aquello. Es muy…curioso. – Finalizó, con cierto desnivel en su voz, como si le hubiera faltado aire al final.
-Tal vez alguien tiró una piedra. ¿Tienen mucho vandalismo por aquí, o algo? – Le preguntó el irlandés, sin mirarla. Y muy curiosamente, ella calló tal como si un interruptor se hubiera accionado. Aran se quedó mirando el colorido vidrio no por mucho más, y se fijó en la joven allí quieta, sin decir ni una sola palabra. Ryan volvió a mirarle raro, no entendiendo ni una papa - ¿Por qué el silencio, pasó un fantasma o qué?
Tampoco hubo respuesta. Luna parecía hipnotizaba, hecha una escultura sin vida. El irlandés viendo que las palabras no daban resultado, se le acercó y puso en frente para clavarle los ojos con duda. Levantó su mano, y la movió a ojos de la joven constantemente - ¿Hola? ¿HOOOOLAAAA? – Le gritó. Súbitamente, su mano ya no estuvo tan cerca del rostro de la joven, pues esta como un árbol talado cayó de espaldas al alfombrado suelo, un golpe seco y rotundo que le dio escalofríos al irlandés, junto con una sorpresa impresionante. -¡Oye, oye! – Le gritó, arrodillándose a un lado, pues se había pegado en la madera en toda totalidad. ¿¡Pero qué demonios estaba sucediendo!? Esta vez Ryan no dudo mucho más. Con la poca luz que había, se acercó a su rostro para vez unos ojos blancos, verla desmayada sin conciencia y pálida ante la fría noche tal muerto. Había…caído, ¡Luna de sangre de más que se había desmayado, parecía…!
El corazón de Ryan se congeló, casi sintió un infarto venirle en toda regla. Pues, tras el tremendo golpe que se había dado la joven, unos pasos variados y sin vida se escucharon venir de la habitación privada, la de Ammond. Él estaba viniendo, ¡Estaba viniendo!
-mierd*, ¡mierd*! – Exclamó Aran, desde ya sudando en frío y levantándose apresuradamente mientras su rostro marcaba la latente locura que le estaba dominando. No se dio cuenta siquiera, de que en sus manos sostenía justamente la navaja de Luna, oscurecida y con un reflejo blanco como la nieve recorriéndole culpablemente. La había sacado, pues e encontraba en un aprieto enorme y no pensaba. No pudo correr ni salir esprintando a tiempo, pues cuando el dorado picaporte consumido por sombras repugnantes y el raspado de los años giró en un terrible chillido, el anciano hombre se hizo presente en la sala de estar, con su cara enmudecida y los ojos desorbitados. Contempló la escena con todo lujo de detalles.
-¡LUNA! – gritó en el acto, y ahora mismo clavando sus enrojecidos ojos de frente al irlandés, este congelado y apretando los dientes que brillaban tales perlas en la nocturna realidad, con una expresión aterradora, con ninguna pizca de alegría desbordándole, pues aquella encrucijada le era grave de verdad. Aran Ryan gritó apagadamente, buscó sin alma la puerta abierta hacia el nocturno patio. Y con arma en mano, salió corriendo por su vida, y hasta que pudiera ver la luz del día. Pues ahora mismo, ahora mismo era… ¿Era? … Era un asesino. Y el peor asesino que jamás pudo haber pisado aquella tierra.- Spoiler:
- Cp 13 :
A ojos ciegos avanzaba, corría con el corazón atragantado en el pecho, sin jadear nada más porque algún día debía de enfrentar algo similar, algo en lo que su vida consistiera en la rapidez de sus piernas, en salvarse por los pelos. Cada tanto alzaba la mirada, ojeaba su retaguardia para ver si es que alguien le perseguía en busca de venganza. ¿Venganza, de verdad iba a llegar a tal palabra? No quería ni repasarlo en su mente, pues este lío ya era lo suficientemente grande incluso para su desarmado juicio. Pensándolo bien, era lo que de verdad se había buscado su destino, sus enrevesados caminos chocaron como debía ser. ¿Había una oportunidad ahora? Escapar para siempre, no sería tan difícil. Pero mil marcas ya tenía del pasado, no podía ser peor…- Spoiler:
Finalmente, esa misma plaza que antes había sido centro de camino le hizo frente, le paró casi como a frenos sus pies. Vio que ya bastante lejos estaba, que no mucho más tendría que correr, pues desde ese punto las distancias no tenían nombre. Si iban a atraparle, les esperaría con orgullo e incluso frente al lugar que antes era su sede. Esta plaza casi vacía de árboles, y engullida por los caminos y arterias de la enorme capital sería donde pararía por fin su huida. Se arrastró hasta una de las bancas, recostó todo su peso allí y acomodo sus brazos en el respaldo, mientras dejaba caer su rostro para reposar unos minutos. No le prestaba la más mínima atención a cualquier ruido, ni siquiera a los limpiadores que le veían curiosos y volvían a su labor apenas sapear algo al prófugo irlandés. De vez en cuando este sacaba pequeñas risas sin motivo que llegaban a asustar a los madrugones transeúntes, ¿Sería el subconsciente o estaba pensando en una salida graciosa para todo aquello? Pues le venía bien al caso. Pero al contrario de lo que tu pudieras recordar, lo que más quería ahora mismo era tener una pelea, para desahogarse y soltar toda la basura psicológica junta que le habían metido durante esas alcantarillas ilegales. ¡Lo que necesitaba reír de a de veras! Esos buenos tiempos con la WVBA… ¿Dónde habían quedado? En la oscuridad que se cernía sobre sus ojos, solo el mañana podría responderle tal pregunta…
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Te imaginarás cuanto tiempo conlleva desde el amanecer, hasta las tres de la tarde estar sentado y de por sí dormitando a duras penas ante la magnitud de la concurrencia diaria, ¿No? Una eternidad, en síntesis. Ryan no se había movido ni un pelo de allí, y alguno que otro pueblerino pudo haber pensado “¡Está muerto!” hasta que de por si oírle mascullar cosas sin sentido, y dejarlo de lado sin mayor problema. No sabría si decirte que se veía miserable, o simplemente castigado por la rutina, pues de todas las cosas podían suceder en la capital. Aran parecía haberse salido de la realidad al momento, e incluso sabiendo que podían estar persiguiéndole o algo MUCHO peor, parecía disfrutar lo que podía el tiempo libre. No se quedó cuarenta días más nada más porque justamente algo debía interrumpirle, ¿Pero qué, te preguntarás?
-…Deja de hacer ruido….malnacido gilipollas… - Musitó el irlandés, irritado justamente por algo en especial. Unos pasos pesados que hacían retumbar el pulcro pavimento, unos pasos pesados que habían molestado su letargo lo suficiente como para odiar sin ver, pues maldecía sin abrir los párpados. Tal fue su sorpresa que su terca voz no logró amedrentar al causante de tal ruido, puesto que cuando le contesto una gruesa voz de carácter frío e inhumano, se le quedaron los pelos de punta, pero más bien de la sorpresa misma.
-¿Qué? – Retumbó la palabra - ¿Quién demonios eres tú? – Y es eso, una sombra voraz le quitó cualquier imagen a Ryan, pues la altura y en general tamaño de aquel tipo eran simplemente descomunales. Se vio obligado de lleno a levantar la vista, y encontrarse con quien menos esperaba en la vida. Se le quedó la boca abierta de la sorpresa, pero le cambió a su típica sonrisa tan pronto pudo reaccionar con su rostro. No se lo podía creer!
-¡Sandman, infeliz, justamente a quién más quería ver! – Soltó sin pena ante aquel hombre, que le clavaba la mirada tan despiadadamente como de costumbre.
Sandman era único. Un gigante perteneciente a la actualidad, un luchador de la Asociación que hacía temblar a quien sea que le escuchara gruñir nada más un segundo. Actual campeón, muchos rumores circundaban en torno suyo, y digamos que Aran Ryan tenía el plato más fresco de chismes que todo loco desearía. Por mucho que su “saludo” fuera una total improvisación, ahora que lo pensaba bastante bien, era una bendición del cielo encontrarle. ¿Por qué no? Alguna vez antes habían coincidido y de más que se reconocían en parte, era bueno ver a los “amigos” reencontrarse de vez en cuando.
Sandman le tironeó de la camisa, forzando a cambiar su sonrisa por algo más real a lo que estaba pasando. - ¿Qué quieres? ¡Dímelo antes de que te haga polvo! – Le gritó entre dientes, sin duda teniendo en cuenta tan calurosa bienvenida que le daba Ryan. Si es que no respondía pronto, estaba muerto…
-¡Ah! Anda, n…no veo por qué tanta agresividad – Medio tartamudeó Aran, sin quitar la sonrisa psicópata de su rostro para mantener el margen. Estaba siendo prácticamente colgado con su propia camisa, pues la fuerza de aquel hombre era tal como para actuar de horca. – R…resulta que tengo muchas cosas de que hablar…
-¡Se te acaba el tiempo! – Le gruñó Sandman, alzando su puño desde el vamos hacia el rostro de Ryan. El reloj corría al compás, y nada más Aran logró gritar un “¡Espera!” antes de que le partiera la cara. Con cierta duda, el gigante observó como el irlandés aún “alegre” se levantaba una manga, la manga derecha. Al parecer, su memoria esta vez no le había fallado (Parece incluso que en riesgo se piensa mucho mejor). - ¿Eh? ¿Qué…es eso?
-¿Ya lo has visto antes, no? – Soltó entre carcajadas nerviosas Aran, notando ya como le soltaba el estadounidense con repulsión. Aun así, su imponente sombra no dejo de cubrirle en ningún momento. – Este tatuaje, tú lo conoces – Repitió, señalando aquella calavera desentrañada que estaba grabada en su piel, con aquella frase que le había quedado marcada de sangre.
-¿Qué haces con eso? – Volvió a hablar, impasivo y sin creérselo. Pues de verdad que conocía muy bien aquel símbolo. Ryan volvió a sonreír con malicia, “Pues justamente necesito algo de tu ayuda” recitó en irlandés, ante las muecas que marcaba el hombre a sus anchas. – Si es que vamos a hablar, no será aquí… - Murmuró, con un toque mucho más calmado, aun sin mostrarse ni pizca de amable con el europeo. Le dijo que le siguiera, pues un lugar conocía para charlar en privado, uno en el que los dos boxeadores podrían aclararse la cosa y evitarse un pleito por mil cuestiones. Justamente, Sandman le guió derecho al edificio de la Asociación, sin mayores dilaciones. ¿Y por qué, te preguntaras? Uno de los pocos lugares que podía considerar seguro un luchador, el lobby antes del cuadrilátero. Pasaron de la recepcionista que ni levantó la mirada, y a pasos agigantados Aran le siguió hasta los camerinos, levemente iluminados por un tragaluz pequeño que allí en el día ahorraba la luz. Sandman se sentó, recogió una toalla y comenzó a secarse las manos a espera de que Ryan se sentara delante de él. Hubo un silencio expectante al rato… y casi le dio un infarto al irlandés cuando el estadounidense soltó palabra.
-¿¡DÓNDE EN LOS MIL INFIERNOS CONSIGUISTE ESE TATUAJE?! – Le bramó sin piedad, a tal punto que con suerte las murallas pudieron sostener las vibraciones de su voz. - ¿Sabes lo que significa?...
Aran se retractó un poco, pero se mantuvo a aclarar la voz y mantener su calma. Miró fijamente al campeón, compartiendo la incertidumbre momentáneamente.
-Entonces de verdad conoces el tatuaje, ¿Eh? Ya me lo suponía – Dijo a un bajo nivel, con un aire sarcástico sin aspirar a más. – Ya vez, señor sueño, resulta que yo también me metí a esa organización tan mediocre. ¡Dime! ¿En qué momento tuviste que ver con eso, Sandman? – Le preguntó, ahora tornándose mínimamente serio. El luchador estuvo un buen momento callado, pero se reposo al toque y sin problemas habló.
-Fue hace mucho tiempo, idiota. Mucho antes de que siquiera pisara este lugar. Cualquier cosa que hubiera visto son simples recuerdos – Algo distraído, observó al techo un momento para encontrar las palabras – No te interesa saber más. Dime ya lo que sucede. – Finalizo muy terco, mientras Ryan seguía tal cual como siempre.
-Me están persiguiendo ahora. Me metieron a la fuerza y ahora mismo me persiguen por que según ellos maté a alguien, ¿Contento?
-¿Fuera de las peleas? – Le cuestionó
-Algo así. Quería saber si es que tienes aaaalgo en el pasado como para ayudarme. Ya sabes, ¡De alguna manera ALGUIEN debió tenderme una trampa, o algo parecido! PUEDO SUPONER QUÉ tuvo algo que ver con la noche anterior – Le parafraseó, tomándose algo más en serio el tema. Incluso Sandman se vio algo sorprendido por esa conclusión, pero no tembló en responderle.
-¿Y qué, quieres que adivine lo que paso ayer, tarado? No me digas que en verdad te metiste muy a fondo de esto. – Hizo una pausa nuevamente, aparentemente molesto por cada frase- Hace mucho llegué a creer que por fin me había soltado de esa rivalidad. Esa maldita cueva es solo una caja de herramientas, por algo mayor que nadie sabe. Eso lo aprendí con años… - Masculló pesadamente
-¡Ja! ¡Entonces eso es! Emmm… ¿Rivalidad? ¿Qué, acaso hay bandas estilo mafia o algo así?
-Si es lo que quieres creer, no tengo problemas con tu idiotez. – Le gruñó.
-¡Gigantón de mala leche! – Le gritó de repente, casi tanto que le hizo abrir los ojos como platos por la rabia - ¡No te enojes tanto! – Se burló – Anda, cuéntame algo de la WVBA, ¿Qué ha pasado mientras yo me fui de paseo, ah? Haha…
-Cuida tu lengua…infeliz – Se retuvo de mala gana – Aunque, si no te molesta que cuente cuanto quieras de tu mediocridad, me parece perfecto. No mucho, a decir verdad. Una que otra pelea, toros volando por trucos mágicos. Se dice que se filtró la técnica esa de las estrellas, y que por allí trucos sucios se desarrollan. ¿Por mí? Flamenco era una escoria, ni siquiera pudo tocarme. Daba pena – Se regocijo Sandman, riendo con su gruesa voz.
-¡Me alegro! Ya se lo merecía tal palurdo maldito. Si el viera ahora le quebraría todos los huesos de la cara, TODOS. – Pasó de las burlas a un enojo colérico tal bipolar en crisis - ¿¡Entonces tenemos que buscar información de ese otro grupo o algo así, ah, eh?! ¿Eh?
-Guarda tus tiempos, tarado. Si quieres comenzar con la investigación, ya tengo el primer paso en mi lista desde hace muuucho tiempo…
- Cp14 :
*= Alemán
Ubiquémonos en una habitación de paredes blancas, más tiradas al beige que cualquier cosa. El piso es de baldosas iguales y los casilleros de un verde apagado, juntos entre sí y no siendo muchos al cuento. Hay lavamanos por allí, con altos espejos individuales; y una banca solitaria que se juntaba en una de las esquinas. La iluminación era buena, pues con mucho esmero aclaraba cada rincón; poniendo en el grupo a una pizarra de tiza, protagonista en un muro. Esa pizarra tenía grabada unas tácticas casi militares, adjuntos un montón de garabatos en otro idioma. Frente a la pizarra, estaba un hombre único que se regocijaba en la soledad de la habitación. Estaba de derecha postura, vestía como un uniformado y tenía el cabello despeinado hacia un lado, con la otra mitad arreglada como si se hubiera olvidado de echarse algún tiempo estético. Respiró hondo y aclaró su voz, a la vez que se sostenía con orgullo.- Spoiler:
-*¡Si el oponente alza la guardia, lo más correcto es corresponderle al caso! ¡No tiene objetivo el golpearle, pues eso es lo que el iluso quiere, ASÍ QUE HAY QUE CONFUNDIRLE! ¡HAY QUE HACERLE CREER QUE ESTÁS A TU MERCED, Y DESPUÉS LIBERAR TU IRA! Vergessen Sie nie, Wut kanalisieren!* – Gritó autoritario, hacia su público inexistente. Relajó sus músculos al terminar las palabras, clavó la vista fría y abominable que le caracterizaba en la nada. Se dio un paseo de aquí para allá, marchando con los brazos recogidos en la espalda, y así hasta volver al pizarrón que antes le había acompañado. Levantó una de sus palmas blancas, y más calmado comenzó a señalar mientras caían sus párpados – Lo importante es ser fuerte, ser tenaz. Darle miedo a quien te pone la cara, y hacerle entender que esto no es una fiesta de té, ¿Está claro?
…
“-Recuerda que el tipo está loco. Últimamente el imbécil ese no se puede ni mantener de pie”
“-Pues vale, yo aquí me quedo…¡Con mi licor! Y aún no me creo que tengamos que hablar con ese viejo…”
La puerta prácticamente se volvió astillas con el tremendo portazo que se le dio, tan súbitamente que el alemán apretó los dientes y con los ojos tales platos dio la vuelta hacia allí, interrumpida su clase en toda regla. Lo que se encontró era de esperarse, pero nunca para su insalubre juicio.
Se trataba de un gigante, que con uno de sus brazos tenía la perilla estampada contra la pared, y que muy antipáticamente mirada hacia todos lados para pillar lo que buscaba. Detrás tenía a un tipo de estilo muy rebuscado, con una botella de cerveza alzada y terminándola toda de un trago, casi como si le fuera el elixir de la vida, y muy desinteresadamente venía siguiendo el carismático escenario. Hubo un silencio incómodo un rato, hasta que la fuertísima voz de alemán quebró el hielo.
-Was wird sie angeboten? (¿Qué se te ofrece?) – Dijo con un tono molesto, por la interrupción a su clase de tácticas. Sandman le miró tan raro como a un fenómeno mutante, pues nunca le había caído bien esa clase de gente.
-Ehhhh… tengo un asunto que tratar contigo, cabeza de chorlito – Le dijo sin mayores odios, pero con cierta repulsión – De seguro me podrás ayudar…
Sus pasos se adelantaron al irlandés, irrumpiendo en la sala sin ningún permiso. Aun así, el alemán no se vio demasiado afectado, pues parecía mantener la calma ante quien consideraba su rival. Últimamente, Von Kaiser estaba pasando por una de sus tantas crisis nerviosas (El pobre estaba bastante estresado y tomaba sus repasos muy en serio), y puede que hubiera avanzado un montón en los rangos de la WVBA, pero ese subconsciente suyo siempre le traicionaba cuando debía de mantenerse impávido, sereno y fijo en sus objetivos. Había mejorado bastante desde sus dos derrotas contra el eterno campeón, ¿Pero quién no le seguía viendo como saco de arena? Por el momento, Ryan muy escondido detrás no sabía qué clase de información podía guardar tal inútil pelirrojo alemán. Se mantenía muy curioso en lo que Sandman podía decirle, y personalmente cualquier cosa que tuviera que ver con la organización criminal de la que había escapado. Así, con la guardia en alto fue siguiendo al mensajero de los sueños.
-Nein. Estoy en medio de una clase – Se negó rotundamente, manteniendo su postura con cierto orgullo. – Márchese.
-Si claro, lo que digas - Murmuró Sandman, tomando asiento sin siquiera haber escuchado al Kaiser – Aunque no me creas, te he clavado el ojo desde verte. Sé que conoces algo que yo no, y ahora me lo vas a hacer saber.
-Patzig! – Le gritó sin que se inmutara de nada a quien hablaba- ¿Tú que quieres de alguien como Von Kaiser? ¿Qué puedo saber yo? – Le dijo entre amedrentado y firme como un roble, mientras Sandman le miraba con gracia, sin clavarse las miradas pues el alemán se fijaba nada más en la techumbre, con los brazos atrás sujetos como si llevara esposas.
-¡Resulta que tiene que ver con organizaciones secretas, loquito! – Le gritó Aran, señalándole con la derecha mientras daba un último trago a su cerveza, ya prácticamente vacía.- Necesitamos saber si tú conoces de una llamada…errr, ¿Cómo era, gigantón?
Sandman le gruñó de mala gana – “Schädel tot”, según tengo entendido así es – Le masculló al alemán - ¿Te suena el nombre, debilucho?
-Ja*, aunque no me creas. – Le respondió – ¿Sandman eras tú, el famoso campeón? ¡No entiendo cómo puedes saber algo de eso! *Son asuntos bastante ocultos incluso donde yo vivo*
Ja = Sí en alemán
-Pues lo sé por muchas cosas – Sandman en ese momento se levantó, casi amenazando al alemán para que le tomara respeto. En ese momento, el gigante extendió la palma justo en frente del rostro de Von Kaiser, y este sorprendido se guardó las palabras en lo más recóndito. ¿Qué pasaba? ¿Qué clase de vulgar secreto tenía escondido Mr.Sandman en su mano? El irlandés no se retuvo, y acercó por donde el alemán estaba viendo muy pálido la escena; y efectivamente, era lo que siniestraba su legado en las sombras. Allí estaba el tatuaje, el “si uno cae, todos caemos” que le grababan a las víctimas de aquella secta. Aran soltó una exclamación, como si por fin hubiera aprendido a hacer ecuaciones de primer grado en la preparatoria. Algo que saliéndonos del tema, no le importaba lo más mínimo pero le había dado sus buenas jaquecas en aquellos tiempos.
-*El tatuaje de los Calavera sangrante, rivales de Schädel tot, Calavera muerta…* - Murmuró el alemán, reformando cualquier vista que tenía al campeón desde ese entonces. Con cierto resentimiento miró hacia el piso, respiró profundo y aclaró la mente con un rostro decidido, aquel fuerte y valiente que había perdido hace bastante tiempo. Viktor von Kaiser se tomaría muy en serio este tema, pues de verdad conocía las raíces de tan vil estratagema. – Ya veo. Por fin entiendo lo que estaban tramando desde un principio. Y has escogido muy bien a quien tomarle palabra. Siéntate.
El alemán retrocedió, y con algo de agua reafirmó su cabello con tal de no verse tan ridículo, tomando ese aire militar que conformaba su vida. Dio una marcha cabizbajo, y ojeó de vez en cuando a los dos anglosajones para tomar nota de su atención. Profundamente había escogido sus palabras.
-Los Schädel tot son una reconocida banda criminal, pues en toda Europa sus burlas a la ley han sido conocidas. Son poderosos, imponentes, y destruyen vidas con tal de simplemente obtener riquezas, como los más crueles bastardos que te puedas encontrar. Vengativos…yo incluso he sufrido de uno que otro mensaje con el nombre de los superiores, exigiéndome algún valor por salud, escupiendo de lleno en el orgullo de mi familia. Curiosamente, solo hablan por privado o carta, con la excepción de cuándo deben levantar las armas de fuego, algo que realmente es muy común.
Sé que alguna vez hicieron eso mismo, aquí en el continente americano, en esta misma ciudad que todos ya conocen. Debido a esa provocación, nacieron los Calavera Sangrante, casi como una respuesta de la misma índole ante tal maldad. Fuego contra fuego, por años han sido las llamas especiales protagonistas de tal carnicería. No mucho más sé, nada más que pueda ayudarles… - Guardó silencio un par de segundos, la luz parpadeó en compás de sus pisadas – Nada más…puede que el nombre “Leirten” sea el que están buscando.
Y dicho esto, el Kaiser no soltó nueva palabra. Fue directo a un casillero, abrió el cerrojo con rapidez y zafó su bolso junto con una chaqueta delgada que quien sabe cuánto le había acompañado en la vida. Muy apagadamente un “Sehen” incumbió en la escena, y hasta allí llegó el papel del alemán en esta historia. Ya tenían toda la información que estaban buscando, mientras lo helado del clima se revelaba con soltura y barbaridad ante la piel de los dos restantes.
-¿Ahora qué, gigantón? ¿Qué hacemos con ese nombre? – Le reprochó Ryan, con los ojos puestos en el severo rostro de Sandman, buscando la respuesta por doquier.
-Creo que por fin tengo lo necesario… ¿Por qué no me acompañas a mi casa? Hay muchas cosas que desenredar aún – Le resignó entre secas carcajadas.
- Cp 15 :
El camino había sido en simple resumen algo cansador. Casi eterno se volvió, y solo el dinero de Sandman (De mala gana gastado en un colectivo) les pudo ahorrar algunas horas de viaje – contando al tema que Kaiser tenía sus distancias con la ciudad-. El atardecer se cernía con gozo junto con los cielos de algodón, rosados y milagrosos ante cualquier clérigo, ¡Y como pasaba el tiempo! Se podía ya decir que la noche anterior nada más era esbozo de un sueño, pero la realidad, el frío sudor del momento y la mirada acusadora de aquel hombre…no, jamás podrían eliminarse. Carcomía con cierta lentitud, tal que no se notaba en gran medida el efecto. Pero no nos vayamos por las ramas, pues los dos luchadores no prestaban mayor atención al viaje. Cuando el derrapar del caucho les alertó que ya habían llegado a destino, salieron disparados con las ganas de dejar tan feo automóvil. Y perfectamente habían llegado.
El lugar no se daba los lujos. Bueno, era de esperarse que Sandman no fuera un acomodadillo millonario, ¿¡Pero qué era esto?!
La cuadra soltaba mala espina por donde se le viera; los edificios cableados tenían roídas sus pinturas, y solo árboles delgados se escondían en los callejones mal provistos de luz. Los muros estaban grafiteados casi como por ley, los ladrillos crujían a los pasos del gigante revelando la mala estructura. Era uno de los barrios bajos de la ciudad, de la misma Philadelphia en lo más oscuro. De seguro te lo podrás imaginar muy bien, mientras van caminando y llegan a puertas de un garaje, considerablemente comparado con el resto de las construcciones, en el buen sentido. Sandman suspiró agotado, miro acusadoramente al irlandés que admiraba la escena.
-Aquí es. – Alzó una de sus manos, y con ella y junto a su insuperable fuerza, levantó la lámina de acero que protegía el interior del edificio. – Entra.
-Ya…mis ojos explotan…– Musitó Ryan con cierta gracia, peligrando que le escucharan pero tomando los riesgos. Entró, y el eco contaminó sus oídos tanto como el que cayera la puerta, de un golpetazo tremendo. Respiró profundo el aire, y analizó con cuidado; pues era un lugar muy grande, con unas escaleras que en medio llevaban al segundo piso (Y que hacían pensar que el arquitecto era de marca, a lo menos). Un cuadrilátero estupendo, lo único que destacaba por muchos rasguños y cualquier tipo de daños que presentara su grandeza. Fuera de eso, lo vacío, oscuro y la chatarra de los rincones no daban la mejor imagen para el campeón del circuito mundial. Aran no se pudo contener.- Spoiler:
- Oye, Sandman. Tienes para forrarte en verde, ¿Y solamente luces esta pocilga? – Le gritó a sus espaldas, sin bajar la guardia por si las dudas. El gigante dio la vuelta lentamente, tanto así que cualquiera se hubiera retractado de la frase antes dicha y hubiera salido corriendo por su propia integridad - ¡Tienes que tener más que esto! ¿Qué se te pasa por la cabeza?
Sandman se acercó, alzó la mano en lo alto y logró que nada más Ryan alcanzara a pestañar, ni esperando a que se desatara el feroz golpe. Pero lo que recibió fue un pobre gancho que le hizo girar como un barril cuesta abajo, y volver a la posición original con la cara enrojecida tal tomate. - ¿No te había dicho que cuides ya tu lengua, idiota? Aun así, no me molesta tanto como crees esa pregunta. – Hizo una pausa para ver al irlandés totalmente confundido, mientras le miraba retraído y con un ojo a medio cerrar por el palmazo. ¡Vaya! Era de suponer que ese era el golpe más bajo que podía dar, ¡Imaginarse uno de sus puñetazos! No querrían tener a Ryan otra vez en el hospital… – Nah, no me es problema contarlo a nadie… - Volvió a decir.
Dio un paseo por allí, respirando el aire del recinto y colocándose con orgullo en su posición – Ya sabes, tarado, que yo no soy de los acomodados. Pero más que eso, se trata del pasado, de recordar, y de las sensaciones, ¿Entiendes? Tengo unas propiedades, pero ese es trabajo de los corredores de ventas. Yo solamente quiero entrenar, y eso es todo.
-Ah, claro. ¿Dijiste algo del pasado, ah? Ya quiero que me cuentes que demonios fue lo que te pasó. – Le dijo sin mayor caso - ¡Vamos! No te voy a andar siguiendo de incógnitas todo el maldito día – Se burló. – Y si quieres yo te relato toda mis aventuritas con la patrulla malvada, ¿Te parece, eh gigantón?
-…Chillas demasiado. – Gruñó - ¿Y qué quieres que te cuente? ¿Mi...vida? ¿Mi familia? ¿Todo el perfil que he mantenido a lo largo de los años? Debería reventarte la cabeza contra el piso por preguntarme tal tontería. Y cómo llegue… - Suspiró – Prácticamente, también fui obligado a entrar, a ser una de las herramientas. Nunca perdonaré a nadie. Y aunque ya me haya reafirmado en todos los sentidos, ya ves que todavía sigo el paso el vejestorio ese… por eso te estoy ayudando – Cerró los ojos, y aguantó cualquier cólera que le produjera ver al irlandés - ¿Estás contento ya? ¿Entiendes un poco de lo que he sufrido?
- Creía que no tenían sentimientos – Le dijo, como si no acabara de comprenderlo bien. - ¿De verdad estoy hablando con Sandman?
-Estás hablando con Varek, nadie más que él mismo.- Reveló, mientras se daba un golpe leve en la barbilla, mirándole con seriedad. – Ahora cuéntame qué es lo que te paso exactamente, antes de que te saque a patadas.
Silencio, nuevamente uno angustiante. Lo petrificante del asunto aún no se podía razonar con claridad. Aran aprovechó sin dudar el momento para pensar bien tanta locura.
“Vale, esto es más que confuso, por no decir que he entendido NADA. Sandman, ¿De verdad que es él? Y aún no me podía creer que me hubiera dejado con vida, y mucho más haberme contado un nombre muy posiblemente con carácter de secreto. Solté una media sonrisa, ¡Tanta información era privilegiada! Si intentaba ordenar las cosas, muy seguramente lo que pensaba era correcto. El gigante había estado metido en aquellos líos desde muy joven, y aun teniendo profesión a futuro y una carrera exitosa, seguía queriendo vengarse del pasado. Solo por eso, y tal vez por sus mismos deseos de conocer mi versión al tema, se había retractado de su habitual y agria convivencia obsesionada con los sueños. Me fijé que me observaba interrogante, esperando que cumpliera mi parte del trato. Y bueno, pude haberle mentido y haberme marchado a por la vida, pero prefería no guardar cuentas con el estadounidense. Puede que entre nos dos nos importáramos un comino, pero aquí lo importante eran las palabras.”
Y así buscó asiento por alguna banca, agarró una pesa de unos cincuenta kilos y se puso a entrenar por simple pasatiempo. Sandman no se quedó atrás, y cogió su propio motor de automóvil antiguo para pasar el rato entre el relato. Ryan no fue falto de detalles, y aunque su carismática manera de narrar no fuera la más formal, la historia se le comprendía. Así paso el tiempo, mientras el reloj corría y seguía bajando el sol en el horizonte, justo anunciante del anochecer y el próximo día que se avecinaba. A esas horas, finalmente el irlandés había concluido su anécdota en las alcantarillas.
-¿Acaso has dicho…la hija del jefe? – Le interrumpió el gigante, justo a puntitas del final – Repítelo otra vez, no me ha quedado claro…
-¿Estás sordo? Pues eso dije, una tal que le decían de privilegios. Para mí que fue una conspiración, ¡El viejo ese quería hacerme una mala jugada, para verme huir como una rata! Ehhhh… ¡SÍ, ESO!
-Claro, claro, sigue delirando. – Intentó no seguirle el juego, pensante y con una mano cubriendo a rasguños su boca - Entonces…se supone que a quien mataste fue ella, ¿No?, ¿Tienes esa navaja aún? – Le preguntó seriamente.
-Sí, sí…ehhh – Ryan intentó de mil maneras recordar dónde la había dejado. Cuando la vio arrimada a su cinturón, casi inconscientemente colocada, se imaginó cómo la gente le pudo haber visto con esa cosa tan grande y filosa, ¡Genial! - ¡Aquí esta! Esta media dentada, pero aun así parece tener filo. ¿La quieres ver?
-Neh, no creo que tenga ningún valor más que sentimental para esa chica. De seguro fue su salvación para sustentarse allí abajo. – Masculló - ¿Y que, qué pasa? ¿Qué está muerta y quieres redimir tus errores buscando un conejillo de indias, o solo quieres huir conmigo hasta que se te olvide todo? – Le gruñó – Ahora que estoy tan cerca…
-¡Yo no tuve la culpa, gigantón, ya lo había dicho! Se haya muerto o no, este puede ser mi pase para salir de tal pocilga. Solamente debo encontrar a los Calavera partida y listo. – Erró con cierta gracia.
Sandman atentó el oído. Parecía excusarse muy bien con la muerte de ella, o lo que fuera que hubiera pasado. Viéndolo desde un punto adverso… - No me digas que de VERDAD le echaste el ojo.
¿Y desde cuando Sandman era psicólogo? Ryan se quedó en blanco ante tales palabras. Claro que las había entendido muy bien, y para mantener su dignidad intentó por lo menos colocar una cara de rechazo.
-¡Ey, ey, no metas cosas en mi boca! ¿Para cuándo yo dije algo así?... ¡Ella no me gustaba! – Le gritó al campeón, este muy sutilmente sonriendo por la cómica escena. Aran apretó los dientes con cierta cólera – Ese no es mi estilo, gigantón. Los amorcitos son para los mari**s como Don Flamenco. Yo soy de diversiones pasajeras, nada personal. Y… ¿¡Por qué demonios estamos hablando de esto?! ¿¡No es que ibas a organizar la búsqueda y tal, con tus archivos!? ¡Anda, no pierdas el tiempo! – Bramó a los cuatro vientos. Sandman no sé pudo aguantar las carcajadas, humillando muy bajamente al irlandés.
-¡Pues si tanta prisa tienes, dejemos de hablar de tus relaciones de primavera! – Se levantó, y lanzó como la carga de un camión el motor hacia la oscuridad. – Lo que nos toca ahora mismo es localizar a los Calavera muerta. ¿Tienes alguna idea, tarado? Porque yo sí…
-¡Torturar a los medios de prensa para que suelten la información! – Soltó al aire Ryan. - ¡Ellos lo saben, todos, son unos malditos espías!
-Argh, ¡Cállate! ¿Por qué tuve que preguntar? – Interrumpió ante el citado entusiasmo- Iremos a buscar a alguien. Alguien en especial que dice poder adivinarlo todo, ¿Lo captas?
-¿Tu abuela?
Golpe. No lo suficiente como para dejarlo dormir, pero bastante para que se cociera la boca con un hilo a la fuerza.
-Por pura casualidad, es alguien de quien seguramente ya has oído. El tigre, ese está haciendo una gira o algo por el estilo, ya que ejerce su segundo empleo. ¿Qué tal si le hacemos una visita nocturna al felino? – Sugirió con una mirada perversa. Aran tirado en el suelo, pudo intentar responder algo, pero nadie le oyó. Sandman recogió algunos papeles por allí, objetos por si las dudas.
Se acercó a la puerta de metal y apagó las luces, encendidas hace un rato pues toda iluminación natural hace horas que se había desvanecido. Agarró a Ryan por la espalda, y cargándolo como un bombero dando apuros lo arrastró fuera, obligándolo a levantarse cuando ya en la vereda se ubicaban. Había un camino que recorrer, uno bastante misterioso ahora mismo. ¿Objetivo? Las lucecillas baratas que en el horizonte resplandecían, alertando de una feria en sus últimas jornadas.
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Última edición por Xhaps [DC&PO] el Miér 10 Abr 2013, 20:56, editado 17 veces
Xhaps- Visitante Viajero
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
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- Cp 16 :
~ = Hindi
Ya era cuando el sol se enterraba en el más eterno horizonte, cuando las artificiales luces ciudadanas daban el nimio esplendor, en contraste a la contaminante oscuridad. Lo que salvaba tan tétrico escenario y sus alrededores, era solamente una masa de coloridas y fugaces atracciones arrimadas a una calle, un gran parque que puesto tenía carpas y ruedas giratorias. El camino había sido medianamente largo, como antes yo lo mencioné. Pero sin dudarlo, la prisa que tenían los dos boxeadores les había trabajado los minutos fácilmente, y nada más un tiempo después frente estaban del enorme centro. Había colgada una reciente y gran lona en la entrada, que lucía una frase y un retrato muy curioso.
“¡EXCLUSIVO! ¡El maravilloso Great Tiger, mago y luchador reconocido por todo el mundo, EN LA FERIA DE PHILADELPHIA! ¡NO SE LO PIERDAN!” se escribía con letras grandes, coloridas como un arcoíris. El hombre indio relucía su típico turbante, ahora con una pluma puesta junto a su joya, y unas especies de “garras” en sus manos, artificiales por supuesto. Para llamar la atención, no había límites.
-Solo duraba dos semanas. Llegamos a tiempo… – Murmuró Sandman, casi para sí mismo – Vale, debemos entrar. Great Tiger debe de estar por allí
-Eh, por lo menos las ferias de este país se dan los lujos – Musitó Ryan, dando el primer paso hacia la puerta. Decorada y todo, solo un seguro barato protegía la entrada, y no le fue ningún lío moral al irlandés descuarralijarlo y lanzarlo hasta quien sabe dónde. Rechinó el metal contra las piedrillas del suelo, y se abrió así de estruendoso hacia dentro, mientras los dos hombres se adentraban en el carnaval. ¿Dónde estaban de los guardias? Al parecer, a esas horas tan atrasadas todos estaban durmiendo en los baños, perfecto para buscar al mago gratuitamente.
Y ni imaginar cuantos locales abandonados y botellas de alcohol tiradas había tras la intensa jornada. Estaba todo muy deplorable, y no mucha atención tuvieron que mostrar para llegar a la hora. Justo allí había una carpa de estilo gitano, sostenida por un esqueleto de metal, y con una tonelada de carteles y figurillas raras para hacer comercio. La luz estaba encendida, ¿Estaría Great Tiger allí? Los dos se acercaron y arrimaron a la lona, para descubrir si se podía escuchar algo allí dentro. Atentaron y fijaron muy bien en los detalles, pues justo surgió una voz de lo oculto.
-~Ah…odio este asqueroso lugar. Odio hacer este personaje, ¿Y por qué me tienen hasta estas horas, si absolutamente nadie llega? Debo revisar mejor mis contratos…~ - Quejó un hombre allí dentro, aparentemente agotado a más no poder. Perfecto, el tigre estaba presente. Y tal para cual, Sandman abrió las telas que protegían de lo nocturno, entrando y dejando pasar a Ryan de por medio. ¿Visitantes, por fin? Nah.
Allí estaba un hombre, de unos veintiséis años aproximadamente. Un cabello oscuro, una barba recortada y un bigote de lo más modesto, que resaltaba su típica imagen. Estaba con el torso descubierto, frente a una mesa y a multitud de luces coloridas colgadas tal tienda gitana; Y apenas haber visto a los dos luchadores (Siendo este uno también, en estos momentos el campeón del circuito mayor), no se sorprendió demasiado, pero lo suficiente para aclararle un poco las ojeras. Se enderezó y adoptó una voz mucho más relajada, que se pudiera entender claro.- Spoiler:
-Ehhh…no – Le respondió Sandman, frunciendo el ceño levemente. Era muy extraño verlo sin el turbante y haciendo cosas mágicas y tal…¿Ese era su verdadero rostro? Vaya cosas comerciales que le debieron de haber puesto.
– Tenemos que hablar contigo, Tiger. ¡Ahora! – Le gritó Ryan, interrumpiendo inesperadamente. El hindú se cruzó de brazos y lo meditó un poco. Al rato, y ni siquiera reconociéndoles muy bien les devolvió las palabras.
-No soy Great Tiger, pues no son clientes. Soy Akbar, y me gustaría saber que necesitan exactamente – Respondió, muy al tanto de que no quería hacerse líos fuera del trabajo, o durante sus horas de empleo. Los dos angloparlantes se miraron dudosos, ¿Qué debían responder ante tal cosa?
-Eyy…Sandman. Creo que lo que quieres es algo de dinero. Dáselo – Le susurró Aran al gigante, recalcando que el mismo no tenía ni un céntimo en su bolsillo. El campeón se sobresaltó con ligereza, y le gruñó sin pena.
-¿Qué? ¡Maldito vagabundo! A la próxima te venderé para recuperar todo – Y casi quebró sus dientes con la tremenda ira que le recorría. Saco de su bolsillo una billetera de cuero malgastado, y sustrajo una buena cantidad de verde para convencer al mago de una vez. – Necesitamos que nos ayudes a buscar a alguien. – Le mencionó gruesamente a Tiger.
Este de inmediato y muy desconsideradamente negó con la cabeza, “Solo puedo aceptar tickets oficiales” dijo educadamente. Nada más le sirvió para recibir un golpe, uno tremendo. Un uppercut de los peores para que recordara con quién estaba tratando, y que ese alguien no le tenía piedad a los que antes le habían puesto los aires de victoria. Levantó al noqueado hindú y lo sentó en el banquillo allí, mientras ahora mismo le daba vueltas la cabeza y soltaba estrellitas.
-¡SE GREAT TIGER, AHORA! – Bramó a los cuatro vientos Sandman, amenazándolo con otro puñetazo para que reaccionara de una vez. El pobre hombre estaba más mareado que nada.
-…Oha, maiṁ kahāɱ hūɱ?... – Murmuró a duras penas, recién recobrándose. Bien, vaaale, ahora ya se había acordado de todo. Lo que hace el estrés y los malos contratos, ¿Verdad? – Ahhh… dame un momento – Volvió a decir. Intentó soltarse pobremente, pero Sandman le dejo ir con tal de que se pusiera las pilas. Tambaleó hasta una alfombra que colgada hacía de decoración, y la movió a un lado para revisar multitud de chucherías amontonadas en una mesa. Recogió entre tantas cosas su blanco turbante que siempre le había acompañado, dispuesto a hacer uso de su magia.
-¿A quién quieres encontrar exactamente? – Alzó la voz, con un toque místico y un eco del todo misterioso. Justo con esto, diversas lucecillas se amontonaron a su alrededor, haciendo verdaderamente impresionante su presencia. Esperó la respuesta en una pose, con los brazos cruzados y el rostro en alto.
-Odio los trucos visuales… - Se molestó en silencio el irlandés - ¡Ah, pues para que veas, te diré un nombre! ¡LEIRTEN, ESE QUEREMOS ENCONTRAR, SEA QUIÉN SEA! – Levantó el puño y gritó nuevamente, decidido ante cualquier respuesta y misión. Tanto apuro también le paro los pies, pues Tiger no respondió. Se quedó en un blanco enfermizo apenas terminar la última sílaba de la palabra, y en su carismática figura se le arrugó la frente y abrieron los ojos como platos, obvia reacción de la sorpresa.
-¿Leirten….Leirten has dicho? Leir…ten… - Trastabilló con la voz – Jefe de los calavera muerta….
-¡No pares! ¿Qué sabes de él? – Le bramó Sandman - ¡Dínoslo, ahora!
Great Tiger nada más pestañó un par de veces, y revolvió el rostro castigándose por tal paro que le había dado. Respiró algo profundo ante la mirada estupefacta de sus “clientes”. – Yo no sé dónde se encuentra ese criminal, por mucho que lo conozca muy bien… - Musitó – Yo no puedo ayudarles, y aunque lo supiera, eso me condenaría.
-Acabaremos con esto de una vez. Anda, cuenta lo que sabes y no serás gato asado – Le dijo Ryan, un comentario tangente y poco singular que no detuvo el hablar del mago.
-Solo una persona en todo el mundo sabe dónde se encuentra Leirten. Es su rival, el que seguro ya deben conocer. – Mencionó, refiriéndose claramente a Baranet, Baranet Lor Ammond.- … Deben encontrar fuentes, deben encontrar alguna pista donde él vive. Pero si alguien los descubre, todos estaremos perdidos.
De allí, Tiger calló sublimemente, y cabizbajo quedó en su posición también, declarando mudamente que nada más tenía que contar. Sandman lo entendió primero, y con un amargo sabor en la boca, arrastró fuera de la tienda al irlandés, este bastante anonado por tal charla y casi resistiéndose a irse sin mayores respuestas. Tendrían que pisar el fuego para encontrar lo que buscaban, ese era el destino que se les ponía enfrente, ese era el desafío. ¿Pero cómo hacer tal proeza, tal magnitud de problema que se atravesaba? Solo existía una forma…
-Tu, Ryan. Tu sabes dónde está “el hogar”. Debemos llegar allí cueste lo que cueste – Le dijo seriamente, recalcando sus ojos en la devorante penumbra. El irlandés se vio un poco confundido, pero asintió con la cabeza tan pronto pudo haberlo hecho, ya que no había de otra. Lo antes posible conllevaba no tomar ningún descanso, por mucho que sus párpados cayeran tras la jornada. Se pusieron en marcha con el despido del desértico carnaval, y tan pronto hubieron cruzado la destruida puerta, algo les hizo sobresaltar como una alarma atómica. Un molesto rudillo que no cesaba empezó a embriagarle los oídos. Aran ya bastante enredado quiso buscar el origen, y se dio cuenta de que venía de uno de sus bolsillos de la chaqueta, escondido algún aparato. Tragó saliva y se arriesgó a lo loco para descubrir que era. ¿Y el resultado?
-¡Ah! Es mi celular… - Exclamó a desniveles. – “¿De verdad lo he traído todo el tiempo? ¡Vaya cosa, malditos espías!” – Se murmuró mientras retiraba el objeto, revisando que era lo que causaba la batahola. Bastante fue su sorpresa al ver que alguien lo estaba llamando, y se preguntó si es que alguien conocía su número como para molestarse en marcarle a tales horas. También arriesgándose, contestó a bocarrajo y selló la boca para escuchar a su remitente.
Tardó un poco en salir una voz, pero valía la espera. Hubo una parálisis del mundo.
-… ¿Aran? ¡Aran! ¡Por fin muestras señales de vida, maldito loco! ¿Dónde andas? ¿¡Por qué has desaparecido como por cuatro semanas?! ¡Le acabo de preguntar a todo el edificio, y prácticamente te esfumaste sin más! – Le gritó una voz, una tosca con el mismo acento irlandés del que todos hablaban. Pero ahora mismo, la finura de sus tonos demostraba que no se trataba de un vendedor de pizza malhumorado con la propina debida.
-Aran, volví hace tres días aquí. Ya me ocupé de todo, pero te han llamado muchas veces por el número fijo. Anda, suelta de una vez donde estás, borracho de mala muerte. – Rió con ligereza, al parecer tomándose las cosas con calma. Ya era obvio de quién se trataba; mismamente era Shannon, su hermana quien le estaba llamando. Bueno, era verdad que vivía en el mismo piso… ¿La había olvidado por completo, de verdad?
Ryan no respondió. Dejó en incógnito a la joven por unos cuantos segundos, tramándole en la mente cualquier cosa antes de soltar una débil carcajada. Ella repitió su nombre con algo de curiosidad, y este alzó la voz con el teléfono puesto en frente del rostro.
-Já, dudo que importe demasiado. – Dijo con un toque sarcástico, sonriendo cínicamente.- ¡Ya volveré!
Y le colgó, así sin más. Guardó el celular nuevamente en su bolsillo, para olvidarlo por siempre. De todas maneras, la batería palpitaba tal corazón en desangre, por lo cual molestarle ya no sería una palabra en su situación. Dio la vuelta como si no hubiera pasado en nada, como si la escena no hubiera existido.
-¿Ya nos vamos? – Preguntó al campeón, este concentrado en sus pensamientos. Quién sabe si se había tomado el tiempo para pensar, o justamente había colocado sus sentidos en entender cada palabra. Cuestionaba cualquier cosa que pudo haber sucedido, pero sin darle mayor importancia, decidió resignarse y continuar con el objetivo actual. ¿Por qué le pudo haber colgado tan de repente? Eso quedaría en su cabeza por bastante tiempo, hablando del irlandés.
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-¡No, no pagaré un maldito vehículo hacia la capital! ¡ARRÉGLATELAS TÚ! – Rugió una voz sin piedad, en medio de la algarabía nocturna que era Philadelphia, entre las luces de tantos rascacielos y puertos juntos en el mar. Como te habrás dado cuenta, a lo menos una hora había pasado de larga y sepulcral caminata en busca de ideas. No mucho fue cuando en irlandés saltó con que ya debían pagar por algo como antes, para ahorrarse el cansancio. Y obviamente, la terquedad del ser humano no tiene límites.
¿Qué se podía hacer ahora? No tenían dinero al alcance para comprarse un viaje de cualquier naturaleza, así que pocas oportunidades tenían de movilizarse por las buenas. Ryan marcó el rostro con perversidad, habiéndole puesto marca a una caja redondeada de cuetro ruedas, anclada a la calle en la oscuridad abandonada. Era obvio lo que iba a hacer, ¡Fue como un rayo! Se lanzó contra el vidrio, lo quebró en mil pedacitos y vandalito el interior tan sutilmente como un gato en su terreno. No hubo pasado ni un minuto, y ya tenía el automóvil a su merced.
-¿Quién conduce? – Le gritó al gigante. - ¡No me vayas a colocar a mí, aquí hay muchas botellas, NO TE IMAGINAS! – Bramó como un loco, cambiándose disparado hacia los asientos traseros. Sandman echaba humo por las orejas, pero si quería andar con tal tarado, debía aguantarlo, ¿Verdad?
Paso por el lado del automóvil, con una inmortal coraza pintada en rojo, un diseño muy bueno para lo que sería su edad. Abrió la puerta, la cual ya tenía destruido el seguro también, y entró para hacer de chofer hasta donde le indicara Ryan. Con tal prisa, a suerte llegarían cuando amaneciera, hora perfecta para allanar e investigar una casa. Arrancó el motor, y empezó el camino hacia la capital, la sede de todo este infierno.
- Intermedio:
¡V-Vaya maldito dolor de cabeza, de los mil infiernos que se propagaba! Los destellos brillantes cegaban como foco pegado al rostro, el aire olía a manzana como si fuera una fábrica exprimidora, (con todo el líquido derramado en el piso haciendo fragancia). La espalda le dolía como si una migraña de muerte se transportara allí, también una jaqueca horrible y sus ojos lagañosos le hacían el amanecer imposible. El agudo aire del suelo frío tenía tacto invernal, y apenas dejarlo sintió un placer inexplicable, como si se hubiera quitado de un lecho de zarzas ardientes. Apretó los dientes, gruñó molesto, y cuando pudo siquiera abrir bien los ojos, algo le sorprendió en magnitud. Respiró hondo y agarró voz :
-¿Dónde está el malnacido de Ryan? – Intentó levantarse con sus brazos, colocarse de pie a lo menos. Si se enteraba ahora, las paredes que le rodeaban eran totalmente irreconocibles, el sitio era grande, pero estaba vacío tal sepulcro privado. El hombre no lograba comprender ni un ápice, pero sabía que su único camino era analizar con cautela. Por fin su altura se hizo presente, hizo crujir sus huesos girando el cuello y los brazos, sin darse cuenta de nada más que aconteciera. Observó y se centró en una puerta roída, de antiguo blanco y tamaño pequeño. Vale, si lograba salir lo entendería todo, de eso estaba seguro. Caminó pesadamente, tambaleando inconscientemente por su estado y por poco tropezando una que otra vez con las baldosas. No se daba cuenta de nada, y cuando pudo rozar la perilla barata que allí estaba, se le resbaló de las manos y casi si cae de cara al suelo nuevamente. Algo de equilibrio, y sus antiguos entrenamientos le salvaron esta vez.
Pero ahora mismo había quedado en la dirección contraria. Seguía estando la habitación bien vacía, pero una cosa destacaba entre todas las que antes había visto. Un espejo, un gran espejo que adornaba allí, y bastaba para calzar toda la figura de Sandman incluso este estando agachado al momento. Se observó bien, se analizó con cautela, con determinación. Y un grito feroz, como si le hubieran enterrado una estaca en su corazón sangrante estremeció a la redonda y paralizó su cuerpo sin piedad. Quisiera nunca haberse visto en aquel espejo.
Pues llevaba una vestimenta ordinaria y sublimemente apretada. Un cabello enorme, como si le hubieran sacado un montón de pelo a un gato, y lo hubieran acoplado en su cabeza; y frente a todo, un estilo Groove de mala muerte que le dejó un trauma psicológico de por vida.- Spoiler:
Y de allí, la gota que colmó el vaso. Unas risas familiares, roscas, grotescas y abundantes. Esa risa, esa risa asquerosa que tanto daño hacía a la salud mental de cualquiera. Sandman embistió contra la puerta como un monstruo, la derribó y dejó que un montón de luces le consumieran por completo. La música le sobrepasó los oídos, pero tal cosa no pudo detener su enojo. Se encontró cara a acara con quien estaba buscando.
-¡SAAAAANDMAAAAAAAAAANNN! – Gritó como un borracho a punta de muerte - ¡Te ves *hic* geniaaaaaal! ¡La fiesta de ayer fue INCREÍBLEEEE! – Y de allí, aquel hombre se vio algo confundido - ¿Todavía *hic* es de noche, o son las tres de la mañana? … ¡NO ME IMPORRTAAAA! ¿Dónde están las zzorras esas? Habían seis… ¿O ERS TU Y EL OTRO PARECIDO, EH SANDMAAAAAAN? ¡Dimmm….ARGHHH! – Y esto último nada más fue porque Sandman no podía aguantarle. Le pegó en la barbilla, le tiró con todo y sillón abajo a una pila de botellas vacías. Ryan totalmente paralizado por tal punto débil, intentó nada más mover sus brazos y agarrar una botella a la cual le sobraran gotas para intentar beber. Estaba más borracho que en la fiesta de navidad, y parecía mantener peor juicio que de costumbre. Debería recogerlo después…
-¿Qué ha pasado, malnacido de los mil infiernos?... no, mejor no me digas…. ¡No quiero saberlo! – Gruñó Sandman - ¿Dónde estamos? ¿¡Dónde está mi ropa!? – Le gritó.
Aran, dejó la botella que había agarrado. Miró muy seriamente al campeón, y le señaló con el índice mientras colocaba un rostro de disgusto.
-Más *hic* cuidado, niño grande… -Masculló a duras penas, y recuperó su energía - ¡ESTAMOS EN LA CAPÍTAL, UNA DISCO DE LA CAPITAL! – Alzó los brazos, y volvió a caer sobre el sillón tirado. - ¿NO ES GENIAL? ¡VINIMOS PARA HACERRRR FIESTAAAA!
-¡Cállate! Ughh… - Y de allí, un dolor bestial de cabeza por intentar recordar- …Apenas encuentre mi ropa, iremos de inmediato donde el jefe de los Calavera Sangrante. ¡Hazlo rápido!
-¡Agh! Negros l….locos…. – Murmuró Ryan – F…fue ¡Fue el otro! Fue a … la lavandería…. ¿Este e sun gimnasio o una disco? *¡Hic!* ¡NO TENGO NI LA MÁS p*ta IDEA!
-…. Nhggg… recién está amaneciendo. Tengo que darme prisa. ¡Y tú espabila, ya vuelvo! – Le gritó al prácticamente ya dormido Ryan. Eso le serviría para curarse, a lo menos. Y de allí, Sandman salió pitando, con la muy grata bendición de que no había nadie en las calles. Ojeo por aquí y por allá, y por mera casualidad al observar el logo del edificio, sí que se trataba de un gimnasio. Algo así como baile y boxeo a la vez, y teniendo un aniversario (seguramente) habían hecho alguna fiesta. Una que ya le había sacado el quicio al estadounidense.
Avanzó algo nervioso, soltando humo como un toro por la nariz. Le daba aires de Nueva York todo, pero se resignó a continuar y encontrar la primera lavandería a la vista. Así fue, pues abrió una puerta de vidrio que allí se engalardonaba. “Rusty Wash”, tenía pintas de lujoso y barato a la vez.
Dentro habían varias personas, obviamente frente a las lavadoras y haciendo lo que fuera para comer el tiempo. Nadie le prestó atención, ¡Y eso que parecía payado de tercera! Tal vez era común ver gente con esa vestimenta por tales lares… Nah, eso sería ridículo. Nada más se concentró en encontrar “al que se parecía a él” según el muy irlandés penoso. Fue inmediato, sagaz también, ya que un loco entre todos estaba vistiendo un traje apretado tan púrpura como el suyo, y tenía un cabello teñido de los más baratos que existieran. Rojo por toda la ira que le dominaba, nada más paso medio segundo para que estuviera a su lado, y este segundo tipo le devolviera la mirada.
-¡Ey, yo te recuerdo! ¡La fiesta de anoche estuvo DE PELOS! ¿A qué si, eh? ¡Por cierto, bienvenido al gimnasio! No te lo alcancé a decir antes, pero me caes realmente cool. ¡Yo creo que un verde te sentaría bien el todo el pelo! – Cacareó como un ave apenas reconocerle, con una sonrisa que tintineaba de limpia y una tonadita musical casi saliendo de el por naturaleza. Era un chico que muchos conocían, ¿Disco Kid, no? A Sandman le importaba un carajo. Frente a toooodos, le partió inhumanamente la mandíbula, salto sangre por allí incluso. ¡Directo a una internación de cuarenta meses! Le maldijo a viva voz, y abrió la lavadora (esta sin siquiera haber sido encendida aún). Sacó su ropa y abandonó el resto, se fue entre bastidores y se cambió lo más pronto que pudo, tirando lo que llevaba antes por la ventana. Esto lo olvidaría PARA SIEMPRE.
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-Aghhhh…..ughhhh….. ¿Dó….dónde estoy?
Ryan intentó levantarse, a duras penas. Con uñas y dientes escaló por el terciopelo del sillón, entre el montón de botellas que había. ¿Te quieres morir, acaso? Ufff, ¡Cómo lo deseaba él! Una resaca de los mil demonios. Y tener a Sandman mirándole acusadoramente no mejoró las cosas. Le agarró de la camisa y lo arrastró fuera. Le puso mirada cruel y todo, y le enterró en palabrotas inmensas.
-¡ESTO ES BROOKLYN, NO ES LA CAPITAL, INFELIZ! ¡ENTRA AL MALDITO AUTO DE UNA VEZ!
Y así, nadie tenía pruebas de que se podían superar los 200 km por hora en un simple vehículo de marca normal, hasta ahora. El amanecer había llegado a su apogeo. ¿Estarían a tiempo acaso para llegar al “hogar”? Por supuesto…
- Cp 17 :
-Vale dímelo ya, ¿Sabes lo que paso o qué demonios? ¡Tienes suerte de que yo no recuerde nada, porque parece que te ha afectado mucho, gigantón! – Se burló Ryan, apegado desde el asiento trasero al segundo delantero, que estaba al lado de Sandman y le permitía cacarear cuanto quisiera sin que este pudiera hacer mucho por conducir. Mientras se iba acumulando ira, seguramente algo de sangre y huesos rotos en palabras, el camino avanzaba rápido y simple, mientras que los edificios aparecían y daban presencia de la gran capital, allí tan poblada que estaba. Por lo menos, ahora el irlandés estaba consciente y podía dar las direcciones correctas cada tanto, por lo cual no mucho pasó para que estuvieran ya por la gran plaza principal, donde la WVBA yacía imponente como siempre, albergando milagros y récord por doquier. No se pudieron quedar tanto para contemplarle tampoco, pues ahora tocaba llegar a la calle en redondel, y allanar la primermundista mansión de tres mil lujos. Derraparon las ruedas en el asfalto, se apagó el motor y los dos luchadores salieron del vehículo tan pronto posible para contemplar la estructura.
La puerta estaba semi-abierta, aun quedando testimonio de la terrible noche, de la muerte de Luna de Sangre. Ryan arrugó la frente, y cerró un momento sus ojos para avanzar primero cuidando de no hacer el más mínimo ruido. Sandman le siguió por detrás, estupefacto por el descubrimiento que acababa de hacer. Siempre había querido encontrar el preciado lugar secreto, para vengarse, para conseguir su objetivo. Estaba todo tan al alcance de su mano…que ya podía saborear la victoria siquiera pisando el césped descuidado, con un rocío liviano que se proyectaba con los rayos del amanecer, aún naciente. Aran le guió hasta los muros blancos, aquellos que hace mucho tiempo habían sido testigos de una acción muy similar, el comienzo. Pero esta vez no habían pistolas ni balas, solo un irlandés intentando escalar hacia la ventana, clavando las garras en el mármol y cualquier cornisa que tuviera a su alcance para llegar la perilla que tanto ansiaba. Como estaba más o menos entrenado en ese tipo de cosas, no fue demasiado trabajo el que tuvo que hacer para vandalizar la ventana y llegar dentro, cuidando de no ser visto por cualquier persona que estuviera allí. Por suerte, el lugar parecía estar vacío al completo, exactamente igual que como antes lo había visto.
-¡Sandman, es tu turno! – Le gritó a un nivel bajo para no hacer tanto escándalo - ¡Sube!
-¿¡Cómo quieres que trepe eso! ¡No soy un maldito mono! – Le gruñó iracundo, intercambiando miradas.
-¡Ah vale, llorón! Quédate allí abajo y avísame de cualquier cosa. Voy a buscar la información. – Y dicho esto, se piró dentro dando muy mal presagio de sus acciones. A Sandman solo le quedaba confiar que ese loco tenía cerebro, y algo de neuronas perdidas le servirían para su misión por simple milagro.
Hablando de la habitación, ya había dicho que estaba normalita y regular tal día a día, solo que con un irlandés metido en el cuento. ¿Qué podía buscar primero? ¿Notas? ¿Diarios? ¿Ageeeendas? Se puso a abrir cajones y registrar como loco, sin mayores resultados. Cierta frustración se le apretujó en la cabeza, ¿Por qué debía guiarse? Decidió tomar la silla del jefe, y tirarse allí para relajarse y “pensar mejor las cosas”. Bastante cómodo a decir verdad, y un punto sublime para vigilar a quienes eran convocados a la habitación. Ryan rió encantado, y giró la silla para dar una vuelta completa a su alrededor. Cuando hubo terminado, quedo de cara a la izquierda, y se sobresaltó bastante al ver otra puerta más allí, oscurecida y abierta que antes no había notado. Parecía haber una cama, parecía haber una persona durmiendo. Como tan curiosa era su naturaleza, se levantó de inmediato y a puntillas se arrastró en la nueva pieza. La cara de atropellado se le quedó plantada como con clavos, y soltó una burda exclamación ante lo que encontró, boquiabierto. Pues sujeto de las bisagras de la puerta, casi se cae por la sorpresa y nada más se sostuvo para seguir mirando sin mente. Quien estaba allí, postrada en blanco, respirando tan nimiamente que no podía notarse, ella era…. Luna de Sangre.
Lo primero que se le vino a la cabeza fue pensar, “¡Es un podrido cadáver!” se dijo de inmediato, mirándole con abominación, con un disgusto enorme. Se acercó para asegurarse que lo que veía era cierto, y allí mismo se dio cuenta de que sus pulmones aún servían, y su corazón latía tan tenuemente como una llama en invierno. Le palpó, y efectivamente estaba fría, pero temblaba también. Debía de estar sufriendo mucho, pero lo más importante era una sola cosa = Ella aún estaba viva. Los ojos se le iluminaron con curiosidad, ¿Cómo es que había sobrevivido? ¿Le habían…envenenado, verdad? Ah, no, no. No era tiempo de pensar en cosas del pasado. Debía seguir buscando una pista para los archivos, para la ubicación. Y allí, cuando se detuvieron sus párpados y quedo contemplando le mesilla de noche, fue cuando volvió a sonreír.
Una grabadora de casets, una de esas antiguas puesta a un lado, juntando polvo. Estaba apagada, pero…¿Para qué tendrían un aparato de esa naturaleza puesta tan recientemente, tan dudosamente colocada? Oh, esto sería bueno. Con sus blancas manos, zafó el objeto y lo contempló animosamente, consecuente presionando el pequeño botón rojo que tenía a un lado. Las cintas comenzaron a girar, un ruidillo molesto y con una vibración incómoda empezó a emerger la voz. Ryan se lo colocó a un lado de la oreja, pues el volumen era bajo y no sabía cómo aumentarle el volumen, además de que no quería pasárselo a Sandman para que lo averiguara. Puso atención y con los ojos perdidos, escuchó :
“Ha pasado un día. Parece como si todo continuara igual, pero su presencia, su falta aún me lastima por completo. No sé qué hacer, no sé dónde sepultarla, ni tampoco dónde darle rezos. Erin no debe enterarse, y tampoco pienso que su vida se maneje por tontos sentimientos. Todo esto ha sido mi culpa, y nada más debo afrontarlo yo. Oh….maldito, ¿Tenías que tomar estas medidas? Por eso odio y odiaré a toda tu estirpe, hasta que mis días den su último suspiro y el adiós a la luz del sol…”
“Una semana. Los negocios han decaído estrepitosamente, estoy en total bancarrota, y no sé qué es lo que me controla; ya no puedo pensar. Incluso estas palabras que ahora digo, de seguro las olvidaré con las horas, puesto que la verdad no me interesa ni mi propia voz. Evangeline, siempre me apoyaste con el trabajo, ¿Qué me aconsejarías ahora? ¿Qué clase de caminos toma la gente que va por mi desdicha? No me tiraré a morir, pues es lo que jamás hubieras querido. Honraré tu nombre, encontraré la manera de salvar mi dignidad…a costa del resto. Sé que es mi destino.”
“Evangeline, han pasado exactamente cinco semanas, con tres días y cuatro horas. Estoy comenzando a registrar cada detalle de mi vida diaria. No volveré a perder, ¡No lo haré! – Algo de silencio- … Y ya sé que haré. ¿Recuerdas lo que dije, que te vengaría? Querida, el fuego se combate con fuego. Esa oscura rata nada más utiliza su imagen para ganar. No tiene fuerza y verdadero control sobre su banda de caprichosos tarados, no sabe cómo manejarse y solo se direcciona por el nivel de sus gritos, y el dinero. Yo jugaré sucio para equilibrar la balanza. Sé que me hubieras denegado tal decisión, pero aprenderé a disfrutar la sangre, pues esa moneda es la que trae tantas bromas y risas a la vil realidad. Luna me ayudará en esta carrera, Luna…es un buen nombre, pues iguala tus rasgos. Ya me entenderás con el tiempo”
-Tsss…. Esto me va a tomar horas. Veamos si se puede avanzar… - Murmuró Ryan, apretando cualquier botón para apurarle el paso. Las cintas comenzaron a hacer carrera, y quién sabe cuánto se pudo haber saltado, seguramente años de charlas y lamentos. Le detuvo cuando creyó preciso, y volvió a escuchar atentamente.
“Calavera sangrante, como una llaga abierta, como un corte certero que derrama el rojo líquido del dolor. ¿No te gusta? A mí sí, y mucho. Sé que llevo con esto bastante, pero he de repasar el tema. El tarado alemán ya me empieza a ver, y creo que sabe de quién se trata, quien es el líder de esta nueva organización criminal. Soy grande, soy poderoso por fin. Solamente debo encontrar al último eslabón de mi camino. A alguien, a alguien que dirija mis pasos. No me costará tanto, ¡Me gustan mucho las apuestas! – Unas cuantas risas, sin un ápice de gracia- Dah… te quería contar que ya sé dónde se encuentra. Utiliza mí mismo sistema, utiliza redes comerciales para ocultarse del peligro. Él no se camufla mucho, fue muy fácil desentrañar sus artimañas, pobre infeliz…
Está su sede centrar, ahora casi multicontinental, en Bronx. Una tienda de armas, tiene un pasadizo secreto. Perdí a unos cuantos hombres, unos siete…pero dos salieron vivos y pudieron informarme. Tengo al tiempo a la suerte alimentándose de mis palmas…”
-Sí…¡Sí! – Exclamó Ryan - ¡Quiero más! ¡Di más! – Le gritó entusiasmado. Apretó nuevamente los botones, los hizo rodar y soltar humo para avanzar.
“R….él…..ee…e…rrr….” – El sonido comenzó a escucharse entre cortado. Y repentinamente, sin ningún aviso, las cintas salieron disparadas al rostro del irlandés, enredándose, ¡Destruyéndose todo! Gritó asustado, ¡No, no podía dejarlo así! Intentó meter sin conocimiento algono el papelillo negro de vuelta a donde debía estar, pero solo logró un revoltijo de basura en sus manos. Gritó frustrado, mientras las gruesas gotas de sudor surcaban su piel y le empapaban por completo. ¡No podía estar peor! Y allí fue cuando todo empeoró. Un grito grueso, ojalá no fuera escuchado, interrumpió su ira. Se sintió algo apagado también, y eso no era nada bueno.
-¡Aquí viene, está cruzando la puerta! – Bramó ya saben quién, allí abajo. Aran explotó, por suerte en ningún ámbito literal, ¡Por suerte!
Oh, que los pasos aparecieron y la puerta se abrió crujiendo la madera. Baranet estaba entrando, y eso solo causó una reacción. Ryan lanzó el aparato roto hacia una esquina, y se esfumó hacia la ventana para tirarse a lo loco, sin precaución alguna. Rodó por el pasto, seguramente se dejó una marca terrible y uno que otro corte. Pero sagaz se incorporó, y levantó la mano haciendo seña de que le siguiera.
-¡Ya lo tengo todo! ¡Vámonos de una vez, maldición!
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…”… Ryan, le he encontrado. He encontrado a quien buscaba. Es un perro faldero que se guía nada más por sus instintos, y que justamente encontré cuando, sin que me lo esperara en lo más mínimo, Sebastián Flamenco le arrebató la victoria. Ese animal caería seguramente en un truco barato nada más porque sus sentimientos le dirían, y si no los tiene en absoluto, su mal temperamento le llevará al camino de todas maneras. El irlandés es tan perfecto, que no puedo concebir idea mejor. Luna ha caído…tal como estaba dicho. Está sufriendo, y tú puedes compadecerle después. Acabará escuchando esta nota… y de allí todo estará listo. Amor mío…lo he conseguido.”
Las manos ancianas, arrugadas de Lor levantaron el aparato moribundo del suelo. Sonrió perversamente, la oscuridad le rodeó por mucho que la mañana estuviera en su apogeo. Fue junto a su hija, ordenó sus cabellos y reposó la grabadora a su lado.
-¿No te gusta? Lo estamos logrando. No falta nada…
- Cp18 :
Habían puesto nada más los pies de vuelta al automóvil, frenando y tragando el aire que alrededor les surcaba como si fuera maná caído del cielo. ¡Eso había estado cerca! Cerraron las puertas vilmente, y echaron a arrancar de la calle en redondel para nunca volver, hasta que por lo menos cumplieran la misión ya propuesta. Cuando ya estuvieron a una distancia prudente (Lo suficiente para que los espías mágicos no les observaran) se detuvieron, Y Sandman dio la vuelta aún con las manos en el manubrio, fijándose en el irlandés y clavándole los ojos con siniestra apariencia.
-¿Qué?¿Qué descubriste? – Le dijo – No tengo todo el día, y sé que viste muchas cosas. – Y no quiso complementar con nada más, pues ya le estaba perdiendo la paciencia. Ryan estaba algo aturdido, aun quitándose el sudor de la frente con las manos. En cuanto pudo, su sonrisa se reveló y relajó en lo posible.
-En primer lugar… adivina quién no se ha muerto – Le miró desafiante.
-Ah, ya me lo suponía. – Dijo, con un misterio bastante candente. ¿Qué significaba eso?. – Continúa.
Aran gritó la cabeza dudoso, pero asintió burlescamente y se relajó en el asiento de atrás, ese que aún tenía puesto en duda lo sucedido hace varias horas. Buscó entre las pertenencias por allí desparramadas, y encontró muy gratamente una cajetilla de cigarrillos, aún sin vaciar y que seguro se había comprado en las horas de drogata. Con un encendedor, se tomó el ambiente y comenzó a relatar tan loco como siempre lo que sus oídos captaron de aquella grabadora, con algunos detalles y bromas obviamente puestos por alguna parte del diálogo.
-Y por eso es que le falta gasolina al auto – Medio dijo al aire el irlandés. Ni había terminado de contar las palabras, y se había puesto en otro tema. - ¡Ni te habías fijado antes, el tanque está vacío!
-¿Ah, sí? ¡Pues ve a comprar tú! No tendría problemas en ir a pie con tal de perderte por el camino – Le gruñó Sandman. – Y más te vale hacerlo rápido, porque aún no me lo has contado todo.
-¡Bah! ¡Pues vale, gigantón, pero no me vengas después con que el auto se enciende en llamas o algo! – Y dicho esto, salió disparado y apretando los puños a por algo del preciado combustible. ¡Gasolineras! ¿Dónde podía haber una gasolinera en la gran capital, en medio del muy enredado tránsito urbano, y la agitada vida diaria? Nah, había una a dos cuadras de allí. Fue a paso alentado para poner histérico al campeón a lo menos, y se vio en el pequeño terreno que tenía el local, con la típica doble fila de automóviles siendo atendidos. Se arrepentirían de no haber colocado pases vip ni torretas automáticas, de seguro…
Reptó silenciosamente tras uno de los tanques, y se aseguró de que nadie le plantaba la cara. Tomó unos de los botes vacíos allí, y sustrajo sin problema alguno una de las tantas mangueras solitarias, para gastarse lo que necesitara y quién sabe si más para ponerlos en bancarrota.-“Veamos…Evaaaaaangeline… ¿Me suena ese nombre de algún lado?”- Se preguntó desinteresadamente, mientras pasaba el rato. Lo que escuchó allí le tenía absorto en unir las relaciones, y encontrar algo. Si no lo lograba, no tendría la más mínima importancia, pues ya sabían a donde llegar; pero la mosca invasora le picaba y con el lío de Luna no tenía mejor remedio. Veamos… - “Tienda de armas… ¿Cuál? ¿La de bazookas y osos tal vez?” – Se interrumpió como por lógica, indagando en la obvia muralla que se les ponía en frente. Terminó de cargar, y se levantó sin una pizca de ánimo para pensarlo mejor.
Y pensándolo mejor, podía, PODÍA ser que por allí un mapa tuvieran, de cualquier tipo. Se rascó la barbilla pensativo, y sonrió maliciosamente para abrirse paso con botella en mano hacia la pequeña tienda que allí estaba, un minimarket barato. Fue donde la recepcionista, una de pintas bien rara de cabello abultado, que masticaba un chicle de fresa, y revisaba su Facebook sin el más mínimo interés en otras cosas. Cuando se dio cuenta de quien tenía enfrente, se levantó los anteojos e hizo un globo mientras decía :
-¿Puedo ayudarte o solo vienes a mirarme? – Y su rostro de antipática era sublime. Ya se habían agarrado malas pintas, de seguro. Sorpresivamente, Ryan no le vio con odio, más bien con bastante gracia, sonriendo tal pervertido perverso.
- ¿Tienes un mapa de Bronx? – Le dijo mirándole fijamente.
- No estamos en Bronx, ve a pedir a otra tienda. – Le refutó de inmediato, entrecerrando los ojos algo molesta y masticando lentamente. Aran no cambió la cara.
-¿Ah, sí? Yo veo que tienes un montón de papeles allí mismo, ¿Por qué no me buscas algo, por las dudas, eh?
-N-no creo que sea necesario en lo más mínimo – Le dijo autoritariamente, haciendo un nuevo globo de goma. – Vete ya, que solo estás estorbando. – Le repitió. Aunque debía admitir que estaba levemente…asustada. ¿Qué clase de persona entraría, y le miraría de esa manera? Lentamente empezó a retraerse, pero mantuvo su postura.
-¡No seas tan terca! Podría apostar a que… tienes un mapa allí – Y ahora, se acercó y apoyó en el mesón con un brazo, ocupándole toda la vista. La mujer sintió que se le helaba la sangre de inmediato.
-Por favor, váyase…
-¡Busca el mapa, querida! Aunque… ¿Qué tal si hablamos un poco más? Se ve que te encanta charlar conmigo – Le dio tal golpe final. La mujer dejo de masticar, ya casi ahogada con tan poco espacio. Y prácticamente, se abalanzó por los papeles que tenía puestos a un lado de su silla. Efectivamente, eran un montón de mapas, promocionados por la gasolinera misma. Los revolvió todos, y agarró nerviosa el elegido, para que Aran se lo zafara de las manos y lo ojeara dudoso.
-¡Ya tiene lo que quiere, váyase! – Le gritó
-… ¡Pfff, fue un placer! – Rió como un loco, mientras se marchaba alegre de la vida. Parece que era experto en dar infartos a la gente, ¿No? La cuestión es que muy relajado atravesó las calles, examinó el mapa con lo poco que sabía de cartografía e intentó deducir cuál de las tantas tiendas permitidas sería la correcta y sede de los calavera muerta. Marco con la uña los que parecían tener un aire “ilegal” y propio de un local comprado por criminales, pero nada realmente enserio. Se llevó todo el camino pensando en tales tonterías, y casi ni se daba cuenta de que había chocado con el automóvil, aún estacionado en la vereda de cierta calle cuyo nombre era un misterio.
Se acercó despreocupado como lo haría sin causa, y entró al automóvil curiosamente sin ser recibido por ningún griterío. Ahora que se daba cuenta, ¿Dónde estaba Sandman?
Un estruendo le interrumpió, como si algo estuviera debajo de sus pies. Miró por la ventana, y notó que el bote de gasolina lo había dejado fuera, y consecuentemente había desaparecido como por arte de magia.
-¿Gigantóoon? – Dijo de mala leche, preguntándose si también se había desvanecido, o algo.
-¡Eres una maldita tortuga! – Recibió en respuesta. Y casi pegándose un salto, observó como Sandman salía por debajo del carro. ¿Lo estaba reparando, acaso? Ya le había puesto la gasolina y todo, ¡Debía de ser una máquina! – Partimos ahora mismo, y me da igual si te mueres de hambre – Le refunfuñó, totalmente manchado de tierra y quien sabe que cosas que podía soltar un auto. Se puso al volante, y partió de golpe.
Ryan se mantuvo a boca cerrada, por lo menos hasta que nuevamente retomó su relato, y le contó del mapa que había conseguido (Incluyendo sus anormales deducciones). Con eso, ya tenían el plato servido hacia Bronx, unas VARIAS horas a lo mínimo sin escalas (Contando que estaban a una distancia sublime), y varios destinos entre los cuales escoger. Ahhh, aquella ciudad era demasiado desconocida, de lejos se notaba que no era el mejor de los rincones para vivir en el vasto mundo. Por lo menos, contrastando con Brooklyn, podrían llegar allí cuerdos y sin liarse de como traspasaron a una isla entre tantas de aquella tierra. Así avanzaron por Utah, el Colorado, Kansas, el Misossouri, Kentucky, Indiana, Ohio y Pensilvania…hasta tocar nuevamente Nueva York y sus diversas culturas. Pararon en Bronx, y ya en la entrada, se tomaron la molestia de ir descartando tiendas de armas.
Había de todo tipo, obviamente no siendo posible comprar cada cosa por las leyes ya impuestas. A unas entraban como si nada, a otras ya amenazando de muerte a los vendedores para sacarles el jugo y la información con esto. Así rutinariamente y casi desmayándose otra vez, a las cercanas horas nocturnas, ya solo les quedaba un local por visitar. El “Difesa più coraggioso”, curiosamente de orignes italiano y aún con las luces encendidas tras la larga jornada. Si es que justamente allí era... estaban listos para cualquier cosa que pudiera acontecer. Hicieron tintinear la campana de la puerta brutalmente abierta, y la luz les consumió por completo. Ahora empezaba la misión de verdad.
- Cp 19 = ¡Yo le voy al fracaso!:
Los muros estaban teñidos de un verde escarlata, considerablemente dañado a través del tiempo. El lugar en simples palabras era reducido, con baldosas blancas y sucias recubriendo el suelo, con mil estanterías y una iluminación que alcanzaba para darle un toque de decencia. Estaba frío allí dentro, pero se suponía que los calefactores batallaban mogollón solo para evitar que se cristalizaran los vidrios. Con todo así, las apariencias de verdad que engañaban.
-¿Necesitáis algo? Es algo tarde como para venir de compras… - Masculló con buen acento italiano el hombre tras el mostrador, el cual sostenía en sus callosas manos una de las tantas armas que tenía en venta, o tal vez una de edad que ya solamente le mostraba de recuerdo. Cuidadosamente abría el tambor y quitaba la munición, mientras esperaba la respuesta de los dos luchadores, que se le quedaron mirando un rato. ¡El pobre hombre, aún con las leyes, parecía estar en bancarrota! Tal vez a nadie le gustaban los vendedores italianos por las calles de Bronx, y puede que ese fuera el motivo de la cadena criminal que se ocultaba en sus entrañas. Dejando el comentario de lado, Ryan fue el primero en dar paso (¿Cómo no?), y ponerle la cara al viejo para hablar directamente.
-No te hagas el listo – Le dijo con una seriedad algo irritante, que nada tenía que ver la verdad. – Sabemos lo que estas ocultando, ¡Lo sabemos!
-…Che cosa? - Tartamudeó, con sus ojos caídos mostrando una verdadera indignación-Chi sei tu per insultare me nella mia tenda? ¡Lárguese, ya que no viene por buenos motivos! – Parafraseó desafiante.
-¡No te hagas el valiente, tío raro! ¡Si no lo sueltas de una vez, te romperé la cara! – Le devolvió a diestra y siniestra el irlandés, ni pasando un segundo tras que terminara de gritarle el italiano. - ¿Lo entendiste? ¿EH? ¡SUÉLTALO Y-
¡Zas! Tirado hacia un lado como saco de papas, chocó contra el piso y se quedó allí inútilmente, viendo como le tomaban el lugar. ¿Sería costumbre ya que sus movimientos fueran opacados de esa manera? Molesto intentó erguirse, mientras Sandman se abrió paso al mostrador, y frente al ya insultado vendedor, decidió ponerle firmeza al asunto. Ahora venían bastantes pensamientos; Pues siempre como un bravucón adicto al poder había visto a Sandman, jamás con una pizca de gracia. Ahora parecía bibliotecario directo de primera… pues el control mantenía de todo. De verdad que no le importaban las otras cosas, ¿Verdad? Siempre recto en su misión.
-No lo hagas difícil. Aquí se esconden los Calavera muerta, y queremos hablar con ellos. ¿Acaso se necesita un vale dorado para entrar y probar la suerte? – Le bramó en bajeza, ensombreciendo su figura viciosamente y teniendo una apariencia del todo siniestra. – No me digas que es un club privado, pues incluso vengo con una invitación y todo… - Le susurró maliciosamente, para concluir.
El italiano, pasivamente y sin devolverle la mirada, terminó de arreglar el revolver que estaba revisando. Lo sostuvo con liviandad y lo colocó a un lado, después lanzando ambos codos sobre la mesa para agarrar una posición más relajada. No estaba tan afectado, pero al parecer la “contraseña” había sido descubierta y se dignaba a soltar lo que debía decir. Sandman se alejó del mostrador, para no quitarle tanto espacio.
-No me hago responsable de lo que pase allí abajo. Y tampoco tengo la obligación de guardar la puerta. – Respondió secamente- Nada más ve por la puerta, encuentra el armario y consigue lo que estás buscando.
Directo les señaló una puerta cualquiera entre otras, algo así igual con un aire privado, como si fuera el camerino del hombre o algo similar. Mirando en parte dudosos, se metieron de lleno al pedazo de puerta, para encontrar una especia de armario a medio destruirse y todo. Los ganchos de ropa estaban desparramados, y tirados hasta lo más profundo de una escalera en las penumbras, un pasadizo que se debatía entre lo visible y lo imposible. Sandman con una de sus manos empujó al irlandés cuesta abajo, para que cayera, rebotara y se golpeara al final haciendo un estruendo terrible.
-¿Qué ves? – Le gritó ni siquiera inmutado.
-Daaaahhhhhg…Hay….una música rara… - Dijo, refiriéndose extrañamente a una misteriosa melodía, muy baja que traspasaba sus oídos. De espaldas allí, como ya se había acostumbrado irguió y buscó alguna fuente luminosa para acoplar sus ojos. Observó que entre un montón de utensilios, y quien sabe si más municiones o armas bélicas puestas como basura, se ocultaba una escalera, y de allí pequeños rayitos dorados aparecían como divino poder. Se aventuró a acercarse, a tomar la madera y bajar por su cuenta, sin tomar los riesgos. Así, sus pies tocaron un alfombrado viejo y tintado de rojo, con bordes dorados y ennegrecido por las sombras. Ahora que se daba cuenta, un pasillo casi interminable y repleto de entradas se anteponía a sus méritos. En blanco se paralizó hasta que Sandman le siguió el camino, y bajo junto a él para vislumbrar la exótica escena.
-“¡Esto es un laberinto!” – Se quejó para sí el irlandés, intentando ver alguna indicación por lo menos. Como de tradición, las luces mal iluminantes, y la musiquita de época que se ponía de trasfondo daban un aire tétrico. No sabían para cuándo podía aparecer alguien, y pararles los pies, pero avanzaron sin más a través del largo y ancho del recinto. Sandman, sin pensarlo dos veces, embistió con la primera puerta en fila que se les mostraba, y al abrirla, un nuevo callejón eterno les dio en la espina.
-…No creo que exista un lugar correcto siquiera… - Murmuró casi a escondidas – Esto parece mucho más…
Silencio profundo. Un acalorado clima les contaminó de lleno, un frío a la vez que les pinchó la piel. Sin que se hubieran dado cuenta, ya tenían mil caras en frente, entre la humedad y el óxido de lo desconocido. Una voz educada, pero igualmente bruta de retumbó completando la frase.
-Una trampa. Pero no la que tú querrías. – Rió - ¿Cómo es que sabías de este lugar? ¿Acaso quieres pagar algún tipo de…deuda?
-Una muy valiosa, no me creerías. – Le contestó fríamente Sandman, aún sin ver nada que le llamara la atención.
-¿Quién carajos habla? – Bramó el irlandés, ya enredado con las voces - ¡Tenemos que hablar con vuestro jefe! ¿O acaso está en una caja fuerte junto a un montón de valores? – Intentó burlarse, a su vez. Era obvio que allí se presentaban los miembros de los calavera muerta.
Sus figuras se atrevieron a mostrarse apenas terminar los gritos. Hombres de todos los aspectos y clases, de todas las pintas y países, puestos en un régimen inhumado tal cualquier organización de esa índole. Había viejos experimentados, nuevas caras ya pálidas y sin vida. Todas nada más parecían controladas por la música que se adentraba en mayoría. Esa melodía era enferma, de verdad.
-¿Qué exactamente queréis? ¿Son deudas? ¿Son pobres vástagos intentando hacer algo? – Les cuestionó uno de ellos, entrecerrando los párpados para poder verles quien sabe si mejor o peor. – No tenemos tiempo para tonterías.
-Y nosotros tampoco. Justamente, tenemos un premio que queríamos traerles.
Y así, el campeón del circuito mundial giró hacia Ryan, mirándole y cuestionando que le entendiera del todo. “Dame la navaja” le musitó gruesamente, esperando a que le entregara el arma blanca. Aran, aun así un poco confundido, decidió tomar aquella reliquia, y pasarla a manos de Sandman, el cuál le cogió y mostró a los vasallos de Leirten, el líder de los rivales, como si se tratara de una joya preciosa.
-Esta es la navaja de la tal “Luna de Sangre”, y con esto, queremos ver el maldito loco que les controla. ¿No les parece suficiente a los bebés llorones, o qué? – Les dijo ya molesto, intentando aparentar de verdad el derecho a conocer al desconocido. Los “esclavos” se ojearon extrañamente, puyes no sabían tampoco que significaba aquel cuchillo curvo. Aun así, el líder del grupo se adelantó, y tomó la palabra ante sus callados seguidores.
-Creo que pueden verle. Si esa cosa importa, dudo que le incomode tener que verse con dos musculosos de pasarela. ¡Andando, les guiaremos! – Y haciendo señas con el brazo, les empezó a indicar por el solitario pasadizo el camino hacia su líder. Lo más extraño era que aún estaba alfombrado el piso, y la música loca aumentaba con cada paso que dieran. ¡Maldita sea, tenían un gusto malísimo! Era el tipo de refinamiento más extremo que hubieran podido apreciar en la vida. Así de bizarro, por lo menos hasta cuando chocaron con una enorme puerta de madera, adornada, imponente.
Uno de aquellos hombres (Eran tantos que les rodeaban por completo) hizo rechinar la pieza, y les abrió el paso tranquilamente con ojos perversos vigente sin duda. Los dos luchadores aguantaban la respiración, ¿Qué podían encontrarse allí? ¿Otro viejo loco, que amaba la sangre y las peleas?
Era una habitación de una altura magnífica, más de diez metros de un vacío inigualable. Contrastaba enormemente con el tamaño de la habitación es sí. Con suerte cabía un escritorio limpiado con esmero, una silla y plumas varias puestas en vasitos de cuero. No corría ni una sola alma, las paredes no estaban pintadas y un gran foco iluminaba por el centro.
-¿¡Quién está jugando a las escondidas?! - Se jactó con cólera Ryan, pues no quería otra broma ni sorpresa. Aunque era algo obvio pensar que estaba en su asiento, dado vuelta y con los labios sellados. Su silla giró en sí, y se reveló allí a quien tanto ansiaban ver. ¿Fue tan rápido? Así era. Leirten, calavera muerta estaba presente.
Poseía un cabello anaranjado, pasado algo al rubio. Un conjunto de bigote y barba decoraba su rostro, su tez clara y sus iris blancas. Vestía con una camisa cuadriculada, una corbata desabrochada, y una chaqueta de cuero amarronado, delgada y que no el fijaba en nada. Su expresión era impredecible, sus dedos jugueteaban siguiendo el ritmo de la canción que inundaba la mente. Cuando notó a los luchadores enfrente, no les reconoció en nada, pero se limitó a saludarles como era debido.
-Caballeros…muy buenas noches. – Perló su rostro con una sonrisa que no venía con su joven y dura apariencia.- ¿Por qué están aquí?
-Ya, invéntate algo luego… - Le murmuró el irlandés al estadounidense, pegándole levemente con el codo y una expresión facial nula. Sandman le miró irritado, peor sabía que él era el portavoz de la idea, así que se puso en orden lo antes posible.
-Tú conoces esta navaja – Le mostró el arma de luna. - ¿No crees que debería valer algo su muerte? – Intentó decir, con cierta gracia. En eso, Leirten giró la cabeza y la reposó en una de sus hombros, aún con las manos entrelazadas y los codos puestos en el mantel.
-Ahhh….ohhhh, creo que sí…. – Dijo con cierta sátira – Conozco esa cosa. ¿De verdad le habéis matado? Yo que tanto me había molestado con ella, y ahora me la arrebatan dos locos. Aunque parece que lo habéis hecho muy bien….
-¿Qué? – Medio exclamó el campeón, anonado por la reacción del extraño líder. - ¿Eso significa algo?
-Ay, no escuchen a este viejo dorado…. – Suspiró soltando una nubecilla de vapor- Cid Leirten tiene respeto hacia los nuevos, ¡Lo habéis ganado! Y mira que son bien parecidos, ¿Luchadores, verdad? Aunque debo decir que apestan bastante…errr, no conjuntan del todo con el refinado escenario. – Musitó al rato, colocando una de sus manos en la nuca, y observando deliberadamente hacia el infinito tejado. – Lo refinado de la vida, es solo una ilusión ~
-… ¿Y qué se supone tenemos que hacer ahora? – Preguntó Ryan, frunciendo el ceño ante el espécimen ese que hacía gala delante suyo. Él era un masoquista, ¡Pero el otro parecía estar pintado de fucsia y pasado de drogas! ¿Cómo era que se trataba de un líder internacional? Incluso parecía un recién desempleado de una empresa barata.
-Me gustaría invitarlos a un almuerzo. Mis favoritos siempre comen donde Flora, en la puerta doce. ¿Les apetece ir mientras voy y vuelvo con las llaves inglesas? – Sugirió con gracia- Tengo una caja llena de llaves inglesas que me regaló mi padre. Son bellas y están pintadas de rojo, justo el color que más aborrezco… - Sonrió, apretando los dientes como una prensa mecánica, silenciando cualquier esbozo de vida a su alrededor. Los dos boxeadores no le tenían palabras.
-Creo que nos está “invitando a quedar”- Murmuró con bastante sarcasmo Sandman a Ryan –Si nos quedamos seguro se volverá más loco.
-Por primera vez gigantón, estoy de acuerdo contigo… - Y sin más, Aran intentó deslizarse por la gran puerta, para devolverse de nuevo al pasillo alfombrado del principio. El frío invernal atacó nuevamente, y sorpresa fue que los vasallos de Leirten se hubieran esfumado como si nada, dejándoles en solitario y obligados encontrar el camino de vuelta según lo que recordaban. Hubieron llegado a la puerta, pisado el alfombrado otra vez y ser iluminados por la tenue lamparilla colgante antes de ponerse en la búsqueda de la sala doce. Contaron como se suponía que debían contarse las cosas (Así a diestra y siniestra) y eligieron un pasaje añejo para buscar el comedor. Abrieron otra vez…. Y multitud de personas tragando la merienda de la noche. Si hablamos de frío, esa era una congeladora viva. Si hablamos de inhospitalidad, los gritos, balbuceos y groserías reinaban con corona de oro, como si fuera el sitio predilecto para cualquier batahola.
-¡VAMOS ANIMALES! ¡NADA MÁS ME QUEDAN CABEZAS DE PESCADO, ASÍ QUE ECHEN CARRERA! – Rugió una voz femenina, haciendo chocar dos utensilios para llamar la atención. Como imanes inhumanos, el montón de escuálidos seguidores se abalanzaron unos contra otros, cayeron, pisaron entre ellos, gritaron y agarraron a golpes con el sudor rozando sus frentes, con moretones en sus caras; riendo como locos, o desesperados nada más por la derrota. Y aunque no te lo hubiera contado, los luchadores fueron arrastrados por la horda, llevados por la corriente como pelusas volando en el aire. Fueron como la pieza de un dominó, y tiraron a un cuarto de todos los apegados a por comida de cara al suelo. Cuando pudieron darse cuenta de lo que había acontecido, ya coléricos hombres les rodeaban apretando los nudillos y con la piel enrojecida cual tomate de la rabia, aún ansiosos y desesperados por el predominio.
-¡TENEMOS CARNE FRESCA! ¡A POR LOS DOS NUEVECILLOS!
Lo leí muy rápido y solo el capitulo 1, pero espero poder leerlo centrado, ya que me ha encantado y he alcanzado a memorizar 2 partes.
Le historié continúa en el mensaje siguiente
Totoi- Chamán Recluta
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
¡AQUÍ, AQUÍ!
- Cp 20 = Ya es pan comido:
¿Te imaginas haberte estampado en una carrera contra un panal de peligrosas abejas, este colgado de un árbol y metido en tu camino sin que pudieras verlo en lo más mínimo? Aquellos pequeños y salvajes insectos te rodearían, ansiosos por un único objetivo sin tener en cuenta su propia integridad. ¿Asustado correrías, o intentarías enfrentar el problema por mucho que te parezca imposible? Si estás mal de la cabeza, de seguro te burlarías de que unos “microbios” te plantaran cara, siendo ellos los que nada más van por lo bruto a la muerte. Si tuvieras orgullo y poder entre tus semejantes, nada más harías valer tu fuerza y seguirías tu camino, a por lo que tan apresurado correteabas. Lo que importa, es que ese simple obstáculo te dejaría marcas por bastante tiempo. ¿No?
-¡DI BUENAS NOCHES!
Supongo que pelear contra tantos organismos es un tanto más que complicado. Pero si toda tu vida has entrenado para aplastar sus aguijones y diezmar sus fuerzas, de seguro que nada más te parecería un mal espectáculo puesto para entretener. Resulta que si se pasan de listas aquellas abejillas, a tu caminata se verá arruinada. Pero no, no te importa. La euforia del momento te devasta y solo quieres darle una paliza a tus minúsculos rivales. ¡Es tan divertido! Tu piel se hincha con el veneno que te inyectan, pero solo son pequeñas irritaciones que mal no te harán, fuera de echar a un lado tu apariencia. Nunca nada había sido tan emocionante.
-¡Son como muñecos de trapo! ¡Parecen perritos rabiosos! – Bramó sin pena el irlandés, encajándole un golpe en la mandíbula a uno de sus tantos contrincantes. Sandman estaba repartiendo tortazos por otra parte, pero ambos simulaban no tener ni un solo rasguño. Aunque con el rato, empezó a ser bastante cansino, y mayormente la ira canalizaron para acabar con los vasallos de Leirten. Algunos debiluchos que no sabían pelear se les aferraron tales muertos vivientes, y les arrancaban la ropa solo para conseguir la nariz rota. Curiosamente, todos allí peleaban peor que niñas, y estoy hablando en serio. ¿Serían los esclavos? ¿Solo eso guardaban en Norteamérica? Las mayores fuerzas del empresario ilegal estarían dominando en otro lado, y lo afirmo con muchas posibilidades también. Puesto que cuidar de peones sin motivo siempre llevaba a pensar que rehenes eran las víctimas. Ah… ¡Pues claro, si ese alemán estaba falto de un tornillo, o dos! De seguro era inhumano en los límites.
Pasaron los minutos. Muchos de los que se proponían a luchas se detuvieron y escabulleron pro los interminables pasillos. Nada más cayeron cuarenta hombres, totalmente inconscientes, y solo quedaban unos quince desafiando de sobra. Ya los luchadores les habían agarrado y estaban por propinarles una ráfaga bestial, si no hubiera sido por quienes irrumpieron la escena, partiendo la puerta en dos. Allí estaba Cid Leirten, junto con unos chismosos colados que le habían informado del desorden. Era….muy rápido.
-¡Ah, vaya altercado! – Gritó con mucho sarcasmo, ajustándose su chaqueta por el irritante y congelado ambiente. – Mis pobres favoritos, ¿Qué habéis hecho? Tenéis las camisas destruidas, y mis amigos me han contado que vieron algo al tener sus prendas hechas trapos.
-Ehh…si señor…. – Tartamudeó peligrando a la muerte uno de sus acompañantes, un jovencillo que andaba con pintas singulares; tal como un cabo recién entrado el ejército. – Vi el tatuaje. Vi que ese del cabello pelirrojo tenía un tatuaje en el brazo, uno que conocemos…
Hubo un silencio. La respiración acalorada, algunos arrastrándose por el suelo como moribundos. Los dos boxeadores frunciendo el ceño con cólera y horror a la vez.
-“No…me tienes que estar bromeando…” – Pensó de inmediato el irlandés, apretando los dientes, soltando al pobre diablo que tenía agarrado justo para quebrarle la cara. - ¡ME TIENEN QUE ESTAR BROMEANDO!
-¿En serio? ¿Me decías que…era una calavera, puesta con un lema?
-Yo no dije eso….
-Ah, cállate malnacido. ¿No ves que hablo con mis favoritos? – Se dirigió nuevamente a los dos presentes – No pensaba que me podían traicionar así. Si ustedes son de los calavera sangrante…. ¡Oh, no quiero ni pensarlo! Baranet es un nombre muy listo… - Rió en silencio.
-¡AH! ¡El maldito loco! ¡Ya nos… - Exclamó Ryan.
-¡Ya nos ha descubierto, no tienes que decírmelo! – Y siguiendo los pasos, Sandman intentó retroceder. Pero no había ninguna vía de escape, y si hubiera una ventana, sería otro viaje a por lo subterráneo…
-¿Dónde van? Oh, pobres….no tienen donde escapar. Y… ¿Saben? Aun así me gustaría despedirme con algo. – Replicó Leirten – Les haré otra oferta. ¿Querrían ustedes visitar una de mis tiendas? Vendemos café importado, café de marca, café originario, café… ¡De lo que más quieras! Es una tienda muy bonita, y lo único malo que tiene es que la calefacción siempre anda fallando. ¿Irónico, verdad? ¿Les gusta el frío?
-¿Por qué no te mueres? – Le dijo Aran, haciendo caso omiso a sus agresivas indirectas.
-¡Me gustaría mucho hacerte el favor! Pero mis amigos y amigas te tienen que llevar a la tienda. Te juro que es muy bella y para cuando vuelvas ten seguro que me habré muerto como querías. ~
Y ya estaba escrito que aquel hombre era un enfermo mental de los buenos. Con un chasqueo de dedos hizo retumbar las paredes de la habitación, cerró sus ojos y se apoyó en el bastón que traía consigo (Decorado con un firme mango de oro, con una fineza excepcional). Con este aviso, todos los que lograron huir, los que salieron ilesos y los ya repuestos se levantaron a duras penas, utilizando el último suspiro que les quedaba de ánimo para obedecer las órdenes de su dictador. Pero esta vez, el muy insano mental como muchos hubieran hecho, no se quedó quieto. Y entre uno de sus bolsillos, retiró un instrumento de metal, un ama de fuego. La observó con malicia, y estiró uno de sus brazos para apuntar directo y con elegancia.
-No se resistan. Dejen que los guíen. Les gustará, lo prometo. – Y hecho esto, entregó el arma a uno de sus sirvientes, que acompañaría a todo el grupo que arrimados agarraron a los luchadores, e inmovilizaron con todo lo que podían coger entre los escombros. ¿Estás perdido? Ellos estaban ya cayendo por la borda del barco. Leirten se retiró a sus aposentos, mientras que aquella montonera de gente se movía, hacía subir las escaleras a cada uno de sus integrantes, y salían de la tienda de armas con la mirada desinteresada del vendedor italiano puesta en ellos. “Es cosa de todos los días” debió de haber pensado.
Les metieron al mismo automóvil que anteriormente robaron, encendieron el motor y todos juntos avanzaron entre gorgojos, cacareos y animales blasfemias riendo por lo que iba a suceder. Cuando les mandaban esa clase de objetivos, olvidaban el zagas ardor del trabajo, la dura lucha por la supervivencia. Y claro, se contentaban con ver sufrir a otros en peor regla que ellos mismos. Conducían como borrachos, jugando con el manubrio mientras los duchos luchadores se maldecían entre ellos, soñando nada más con salir vivos y poder vengarse del espectáculo que les estaban dando. El tiempo pasó como horas, y aún ni siquiera había vuelto el amanecer cuando llegaron al deprimente destino. Curiosamente, el centro de Bronx, ¡Su corazón!, ¿Qué clase de tratos podían concebirse allí?
Nadie lo sabía. Les encerraron en una masa humana y cubrieron los ojos con vendas. A esa hora nadie podía detener nada, y se esparcieron por la ciudad buscando el local tan famoso del que había parafraseado Cid, la cafetería misteriosa y multicultural del infierno. Si…estaban por llegar….
Cuando escucharon rechinar las puertas recién, se les heló la piel y erizó como unos pollos. Más bien, porque una cubeta de agua fría les bañó enteramente.
-¡El jefe dijo que les encantan las duchas, y este es el mejor lugar para tomarlas! – Se burló uno de ellos, haciendo clara alusión de que allí podían colocarse alimentos en conserva sin ningún problema. Claro también mojaron unas cuantas prendas y se las colocaron a la fuerza, para que calamidad fuera la espera a por la muerte. Hecho esto, las luces se apagaron por completo, pues les estaban moviendo con arma en mano hacia lo más oculto del local. (Invisible por el momento). Todos juntos, como empujando una vagoneta por los raíles de un tren lanzaron a los enorme luchadores dentro, en el vacío y solitario esplendor de la puerta trasera. ¿Y después?
Se marcharon, nada más de marcharon, y les dejaron allí a morir. Estaban prácticamente silenciados a voluntad, tenían sus manos y piernas atadas también. Cuando aquellas pañoletas se les resbalaron por el rostro, ojearon entre ellos con ira. ¡Ambos se maldecían de idiotas! Aunque no estaban para nada desesperados. Claro que no podía terminar todo allí. Así que….solo quedaba esperar con el agua volviéndose escarcha en sus pieles. Nada grave.
- Cp 21= Una salvación descafeinada:
Sí, como yo lo había predicho. Un buen tiempo bajo la oscuridad y la tierna luz de la luna intentando traspasar las grietas de las imponentes y macizas murallas. Se sentía la fatiga, se sentía la impotencia calando y maltratando la piel, congelada esta por los terribles tratos. ¡Que ganas daban de calentar, por lo menos! Sudar como pavo al horno no era problema si es que eso permitía evitar la muerte (Y de por medio, poner los límites entre categorías, si es que hablamos directamente del deporte que tanto manejaba sus vidas). Pero era imposible, o tan remoto que parecía un sueño. Más deseos daban de destruir el tic-tac del reloj puesto en la tienda, cansador y repetitivo hasta tal punto que prendía la ira en el irlandés como un interruptor automático. Callados estaban perfectamente solo porque el silencio era lo único que no les quitaba la cordura, y conducía a lo bestia.
Sandman arqueó una ceja, levemente sorprendido. ¿A qué podía deberse? Sus ojos no captaban más que difusas imágenes y granilla blanca, pero lo que le había alterado era su oído. Más que los perros aullando lastimeramente, un ruido directamente humano le hizo recobrar las esperanzas. Eran pisadas. Pisadas fuertes que mostraban la presencia de alguien. No llegaba la luz, pero al parecer la tienda tenía uno que otro asistente… ¡O quién sabe si un cliente! ¿Estarían todos metidos en la organización, o cabía la pequeña posibilidad de que alguien ajeno a los malos tratos les ayudara? No titubearon los dos, e intentaron levantarse por muy entumecidos que estuvieran sus cuerpos, y por muy nimias energías que les quedaran. Cuando ambos pudieron erguirse decentemente, embistieron la puerta metálica sin piedad, solo para hacer ruido, y quien sabe si por un golpe de suerte liberarse y escapar. Claro que la primera opción era más fiable, peor no tenían nada que perder.
-¡YA NO AGUANTO EL SILENCIO, QUE ALGUIEN VENGA DE UNA VEZ! – Rugió Ryan, con los ojos inyectados de ira; pues nada más su cuerpo contra el acero le estaba ahogando. En cambio, el campeón parecía estar en total calma, y al ver que en parte surtían efecto sus esfuerzos, dejó la puerta y retrocedió.
-Alguien viene… - Murmuró brutal como siempre, y Aran se detuvo conteniendo las ganas de desafiar su prisión. Efectivamente justo en ese segundo se detuvo alguien contra la puerta, y su voz les trajo tantos recuerdos que por poco no se les volaron los ojos.
-Quoi? ... Y at-il quelqu'un ici? – Y dio unos pequeños golpecillos, para cerciorarse de que no estaba loco. Lamentablemente, sin piedad un montón de gritos se abalanzaron sobre el desconocido francés, cosas tales como “¡ABRE LA PUERTA, NO TE QUEDES PARADO CABRÓN REFINADITO!” nada más no tan agresivas pues el tono de voz que llevaban se había reducido considerablemente. Se hubiera jurado que si los Calavera muerta estuvieran presentes, les habrían callado, pero al parecer se habían desvanecido como la niebla sin mayores preocupaciones. ¿Entonces, quién era el extraño que parecía ser su salvación? Se escucharon algunos susurros nerviosos, pues al parecer quería abrir la puerta, ¡Oh, por fin! La espera había sido eterna, de verdad.
-¡No puedo, parece tener una combinación! – Reveló la voz, al parecer siendo más multilenguaje de lo que pensaban. ¿Una combinación, tantas precauciones e habían tomado?
-¡Prueba con alguna palabra en alemán!
-¡Inútil! ¡Cómo va a saber? – Le refunfuñó Sandman - ¡Coloca “L-E-I-R-T-E-N”! – Le gritó, temblándole los dientes.
-¡Es de doce dígitos, n-no sé si pueda servir! ¿Qué hago? – Les preguntó, tan alterado como ellos mismos.
-¡Ya sé, Leirten apesta! ¡Es verdad y conjunta! – Le bramó Ryan, casi sacándose una sonrisa. Se escuchó como lo apartaban al suelo de un solo golpe.
-¡Leirten es rey! ¡Coloca eso! – Y apenas terminar la última sílaba, el choque de los pequeños candados y el movimiento de la puerta alertaron que no habían perdido el tiempo. Como por arte de magia, la luz les dilató los ojos, el chirrido del metal les despertó los tímpanos. Habían sido liberados por una simple frase sacada de la nada. Pues digámoslo en voz alta, ¡Estaban improvisando! Y dudaban de que de verdad la seguridad tuviera en vez de dígitos letras, peor así como estaban las cosas…
-¿¡Estáis bien?! ¿¡Qué les ha pasado?! – Preguntó nervioso el francés, entrando y buscando alguna luz. Cuando pudo ver a los dos luchadores, se les acercó y les desató las manos y piernas para que pudieran andar. Cuando ellos salieron fuera, heridas y todo tipo de golpes se lucían en sus rostros, quien sabe por cuál castigo sufrido.
-Esto ha sido más fácil de lo que esperaba… - murmuró Ryan cabizbajo, sosteniendo su muñeca. Al momento, observo a su aparente “salvador” - ¿Yo no te conozco, eh?
-No sabría que decirte, he viajado mucho…
Era un hombre de ya bastantes años, con una buena constitución física incluso para su delgada apariencia. Un cabello anaranjado con bastante diseño, una camisa cuello de tortuga que servía como para abrigar lo suficiente. Unas grandes ojeras, una mandíbula puramente hecha de cristal. ¿De verdad le conocía, no?
-“Nah, ni me importa” – Simple y llanamente eso – Oye, francés… ¿Nos ayudarás a salir que aquí, verdad? No sabemos dónde estamos. – Dijo siniestramente, acorralándole con un brazo y su tremenda estatura, a la vez clavándole vilmente la mirada para convencerlo. No había escapatoria.
-Mon Dieu… ¿Estaban realmente atrapados? – Respiró un poco - …L-lo haré. Esta cafetería no queda muy lejos, puedo llevarlos al centro y…
-Con que nos ayudes a encontrar un carro rojo nos basta – Gruñó Sandman, pasando de lado y buscando con qué cosa no morirse de hipotermia. Si aún les quedaba el tiempo, de sobra alcanzarían a atrapar a ese Leirten. No podían marcharse con las manos vacías.
- Cp 22 = Un peldaño más arriba:
Leirten…, Leirten…, ¡Leirten! Ese nombre ya ha destruido muchas vidas. Ha desmoralizado al mundo, ha creado oscuridad, ha causado la propia muerte de su creador. O yo estoy exagerando penosamente, o simplemente no logras entender todo el misterio que hay tras el loco que acabas de conocer hace un tiempillo atrás. ¿Estoy en lo correcto?
Es alemán, pero no ha hablado nunca ese idioma en su vida. Aun así, piensa, jura y ratifica que lo sabe y puede dictarse el abecedario sin titubear ni un segundo. Piensa que sobrepasa los cuarenta, que es un anciano arrugado y débil…el punto siendo que su cuerpo es joven y nada más sufre del mal cuidado que le prestan las alcantarillas, sin decir una sola palabra. Está totalmente loco de cabo a rabo, pues ni sabe quién es, y nadie se atreve a decirlo por miedo a su presencia. Por eso mismo, Baranet tampoco tiene conciencia sobre aquella mentira viviente, pues hace muchos años que no observa a su verdadero rival. Su verdadero rival está muerto. He aquí el misterio que todos aguardaban, el soportar una mentira que te hace tu propia alma. Digamos que robar un lugar, seas quien seas, te traspasa las secuelas del antiguo portador. Horribles y perdurables errores.
Y cuando ya quieres remediarlos, solo te queda robar tu propia vida, y rezar con que tu próximo futuro sea placentero.
Porque allí estaba, en lo alto de un tremendo edificio, con mil ventanas apagadas que decoraban los lados, y un tejado plano y grande sin ningún color.
-Va a ser divertido…
:megusta: Está muy bien
Está muy bien narrado y disfruté imaginando la pelea. Sobretodo la segunda, cuando escupe sangre xD
'' comenzó a golpearlo en la cara por diversión, por donde le cupiera el alma y haciendo galas de su entrenamiento. '' me gustó mucho esa parte :megusta:
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Aarsfthfggfrr, eres genial Digi. Muchas gracias xD. A Totoi también (?)
Bueno, editado, que ya tengo nuevo capítulo xD. Creo que es el más largo, supongo que debo empezar a postear en los mensajes si no quiero perder espacio. De todas maneras, graacias a todos T___T
Bueno, editado, que ya tengo nuevo capítulo xD. Creo que es el más largo, supongo que debo empezar a postear en los mensajes si no quiero perder espacio. De todas maneras, graacias a todos T___T
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Excelente historia
Lo que más me gusta es que describes con detalle cada escena, permitiendo al lector introducirse en la misma
En el primer capítulo me perdí un poco con el tiempo y con los personajes. Sólo luego de releerlos logré entender lo que decía
Me da la impresión de que Aran se olvida de los hechos ocurridos fuera del bar, como que deja todo de lado por una pelea. Pero me gustó que se retome esta línea al final del tercer capítulo. Todo queda muy misterioso.
A mi parecer, en el segundo capítulo se puede conocer con mayor extensión la personalidad del personaje principal. Diría que está hecho a propósito. Es un detalle admirable
La pelea contra el español fue bastante cómica. No pude evitar reírme con algunas partes Todo un espectáculo.
Al principio no la veía como la gran cosa, pero desde lo del bar me atrapó, y no quisiera que la historia quede inconclusa. Odio las historias inconclusas
Mis felicitaciones, Xhaps
Y sigue escribiendo!
Lo que más me gusta es que describes con detalle cada escena, permitiendo al lector introducirse en la misma
En el primer capítulo me perdí un poco con el tiempo y con los personajes. Sólo luego de releerlos logré entender lo que decía
Me da la impresión de que Aran se olvida de los hechos ocurridos fuera del bar, como que deja todo de lado por una pelea. Pero me gustó que se retome esta línea al final del tercer capítulo. Todo queda muy misterioso.
A mi parecer, en el segundo capítulo se puede conocer con mayor extensión la personalidad del personaje principal. Diría que está hecho a propósito. Es un detalle admirable
La pelea contra el español fue bastante cómica. No pude evitar reírme con algunas partes Todo un espectáculo.
Al principio no la veía como la gran cosa, pero desde lo del bar me atrapó, y no quisiera que la historia quede inconclusa. Odio las historias inconclusas
Mis felicitaciones, Xhaps
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
:ohstop: y tuXhaps [DCF] escribió:Aarsfthfggfrr, eres genial Digi.
Qué interesante se puso Un español
Me ha encantado el capítulo 3. Me recuerda mucho al Quijote; escenas cómicas con un personaje loco, que suele acabar mal
Pobre Aran, veamos como reacciona al volver al hospital xD
DigiDSoul- Chamán Cazador
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Muchas gracias a los dos por leer todo xD. Veamos, MX3, te voy a enviar un mp para aclarar algunos puntos.
Les voy a poner sorpresa, (?), ¡De nuevo, muchas gracias! ¡De verdad T___T!
Hay nuevo capítulo ~ [Estoy como una máquina xD]. Ojalá que les guste.
Les voy a poner sorpresa, (?), ¡De nuevo, muchas gracias! ¡De verdad T___T!
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Al principio me dije "Leo un poco y dejo el resto para luego". Cuando me quise dar cuenta, ya lo había acabado.
Está genial.
Está genial.
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Imperatrum DG escribió:Al principio me dije "Leo un poco y dejo el resto para luego". Cuando me quise dar cuenta, ya lo había acabado.
Está genial.
Muchísima gracias, Dg , ¿Leíste los cuatro capítulos que llevo y todo? XD. En serio, muchas gracias. ¿Ves? Así te ganas puntos de confianza (???), vale, no xD
Xhaps- Visitante Viajero
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Tanta publicidad y buenas críticas que hay me dieron ganas de leerla. Luego. xD
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¡Gracias @Gherla! | ¡Gracias @Ikaros[LW]! | ¡Gracias @niko1996arg! | ¡Gracias @trashmunster! |
- Spoiler:
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Wigazo escribió:Tanta publicidad y buenas críticas que hay me dieron ganas de leerla. Luego. xD
Muchas gracias de antemano, Wig (?)
Bueno, he de postear capítulo. Ya van a ver que sucederá, puesto que en la mañana no relaté demasiado bien xD
Xhaps- Visitante Viajero
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
La historia esta genial, la verdad pense que al ser fanfic seria monótona y de poca originalidad, pero es todo lo contrario. Tu forma de escribir es buena, ademas de hacer buenas descripciones escribis de una manera optimista y calida que no aburre como en otros casos. Veremos como sigue.
GhOsT- Diplomático Ayudante
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
¡Eh, muchísimas gracias también, GhOst! Gracias por las opiniones, de verdad ~
¡Y adivinen, nuevo capítulo! Esta vez de seguro que les gustará ~
¡Y adivinen, nuevo capítulo! Esta vez de seguro que les gustará ~
Xhaps- Visitante Viajero
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Re: The journey of the fights [Mi novela] [Punch-Out!!]
Qué interesante se puso!
Me sorprende el repentino giro que toma la historia
Me perdía al final del capítulo 4. Eso que está escrito en Italic, quién lo relata?
No puedo evitar preguntarte si te has hecho algún tatuaje. La descripción es tan realista que casi lo sentí en carne propia :megusta:
La verdad que estoy deseando saber cómo continua
Me sorprende el repentino giro que toma la historia
Me perdía al final del capítulo 4. Eso que está escrito en Italic, quién lo relata?
No puedo evitar preguntarte si te has hecho algún tatuaje. La descripción es tan realista que casi lo sentí en carne propia :megusta:
La verdad que estoy deseando saber cómo continua
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