La fiesta Mayor de la ciudad no había hecho más que comenzar. Eran días de fiesta, en los que, esas horas, tenues de Sol, cálidas, exasperantes, secas y a veces engorrosas, daban paso a la celebración de las más variopintas celebraciones de la gente. Los demás lugares públicos quedaban desérticos, con apenas gente. Un hombre de unos cincuenta y cuatro años se acercaba, a paso de momia, al Parque Lagarto. Se encontró con una mujer, con la que había quedado para intercambiarse unos papeles, de unos veinti cuatro años. La chica sacó un cuchillo, y le rajó el cuello. Salió corriendo, y dejó el cuchillo en el suelo. Dentro de dos días, el 23/8/13, se celebraba dicho juicio…
Las gotas de lluvia, resplandecientes, por la luz de la luna y el tenso soplido del aire, mojaban con dulce suavidad el tejado del edificio del Tribunal del Distrito 16. El viento se mantenía débil, pálido, seco, mas con un aura oscura, nocturna, terrible e imponente. Algo iba mal. Un mal augurio acaecía. Algo no encajaba. Una simple pieza del rompecabezas.
-¡Protesto! –protestó el abogado Kai- Estas pruebas demuestran que esta testigo se contradice. ¡El número de cliente que compró el cuchillo no es el mismo que el que usa mi cliente!-presentó unos documentos, que corroboraban el número de cliente que compró el cuchillo, que fue el arma del crimen.
El abogado Kai era un hombre de veintitrés años, bastante alto, con piel entre clara y morena y pelo rojizo, puntiagudo, voluminoso y exuberante. Era una persona seria, no se rendía jamás, y tenía algo de valentía en su interior, aunque no era de lo más valiente. Era más bien algo cobarde, pero aún así, cuando hay que sacar pecho, lo saca.
-No tan deprisa-contestó Levi, el fiscal- Hay posibilidades de que el acusado se haya creado una segunda cuenta de cliente; sería muy idiota comprar un arma con su propio número-hizo una pose arrogante y confiada-
El fiscal Levi, en cambio, era una persona con la piel clara, con el pelo corto, negrizo. Se sentía muy seguro de sí mismo, y pocas veces sentía el miedo. Era también una persona seria, pero bastante más que Kai, pues pocas veces había sonreído en su vida.
La tensión de la sala aumentaba por momentos. Kai estaba nervioso, pues sabía que el fiscal Levi siempre tenía buenas pruebas que aportar.
-¡No tienes pruebas!-acusó Kai, tras la protesta de Levi-
-Ja,ja,ja…-sonrió malévolamente su rival- En realidad, sí las tengo.-presentó unos documentos que demostraban algo… algo realmente importante para la resolución del caso-
-Señor Kai… está usted muerto-dijo el juez-
-¡¿Qué?!-respondió el abogado, asustado-
-Para ser un abogado, parece bastante asustado-el juez sonrió maquiavélicamente, mientras un aura gris le rodeaba, sus ojos se tornaron rojizos como el más infernal volcán-
Kai empezó a desvanecer; estaba desmayándose. Intentó agarrarse a las maderas del estrado, pero no llegó a sujetarlas y cayó al suelo. De mientras, delante de sus ojos se visualizaba el mazo del juez golpeándole la cabeza. La sala se deformó por completo, y la oscuridad logró apoderarse de ella. El abogado se quedó paralizado, literalmente, a penas su cuerpo respondía a sus mandatos. Le palpitaba el corazón, sentía que se le iba a salir; el cerebro, parecía explotarle. Solo era una sensación… Solo era una sensación… Y al final, logró sentir como esas sensaciones dejaron de acosarle, y despertó, tranquilamente, en una sala oscura, con manchas de sangre por el suelo.
-¿Qué…? ¿Qué diablos ha ocurrido?-se preguntó- ¿Qué hora es? Tengo hambre-tras ver la sangre del suelo, dejó de tener hambre y se asustó-¡AAAAH! ¡¿Dónde estoy?!
Sin más rodeos ni premisas, decidió levantarse, tras estar sentado un rato en unas férreas cadenas, recién abiertas y rotas, oxidadas por la humedad de la sala.
La puerta que encerraba esa sala estaba llena de musgo, y olía a cerdo disecado. Caían gotas de agua podrida en su cabeza, mientras la gélida, mugrosa y a la vez fresca brisa de la sala musitaba entre sus orejas, con chirridos de azufre y mugre, como si de una voraz saeta se tratase. Al abrir la puerta, que chirriaba en el contacto con el mugriento suelo, pasó a un pasadizo oscuro, esta vez iluminado por una minúscula ventana en la cual se podía apreciar una luna resplandeciente de luz que le saludaba desde lo más profundo del misterio. Creyó que lo mejor era correr hacia esa ventana; no aguantaría ni un segundo más aquel olor, aquel ambiente, aquellas sensaciones, aquella pobre iluminación, aquella esperanza que le saludaba desde su humilde ventanal. Un horrible grito interrumpió su cometido. Parecía venir de una extraña criatura, que venía desde el lado del otro pasillo. Era un hombre, con una hacha gigante, manchada con sangre, y además, tenía cabeza de cerdo, la cual estaba atada a su cuerpo por unas cicatrices con parches, y tenía pinchos clavados en el cráneo, además de una mascarilla de gas de hierro oxidado. Poseía, además, cola de zorro y brazos de mono, todos atados artificialmente. La extraña criatura se acercó a Kai, dispuesta a cortarle la cabeza. El abogado lo detectó (pero sin poder ver su aspecto; el pasillo estaba realmente oscuro), al escuchar unos pasos que casi rompían el suelo, y el sonido del acero acercándose a él.
-¡MORIRÁS!-gritaba la bestia- ¡MORIRÁS! ¡MORIRÁS!
-NOOOOO-gritó Kai, corriendo como un loco, yendo hacia la ventana.
Corrió hacia la ventana y, mágicamente, logró entrar en esta, a pesar del diminuto tamaño de esta. Aquel horrible manto de sensaciones oscuras desapareció. De pronto, apareció en un Centro Comercial, cayendo desde una altura de dos metros hacia el suelo.
-¿Qué…? ¡¿Qué diantres ocurre?! ¿Estaré soñando?-se preguntó- Al menos el sol ilumina con fuerza esto. Ya no hay nada por lo que temer-
Logró salir de aquella horrible pesadilla, que parecía no serlo en absoluto; las sensaciones eran más reales que el cine en 3D de aquel centro comercial, el cual estaba instalado unas plantas más abajo.
-Qué raro, a la gente parece no importarle que haya aparecido mágicamente y me haya dado un mamporro contra el suelo…-pensaba- Bueno, es normal, todo el mundo suele ir a por mí-se dirigía al puesto de bebidas para comprar una-
De mientras, una alegre música sonaba de fondo, mientras en la planta de abajo, visible desde la suya, unos publicistas presentaba un nuevo modelo de coche, con dos chicas modelo en biquini, subidas en él, con pose sugerente. Kai observó la escena un rato, antes de comprar sus bebidas
-Chicas en bañador para un anuncio de coche…-pensaba- ¿Pero qué se creen estos publicistas? Estoy harto ya de este tipo de publicidad. Y de la gente. La sociedad es una basura. Machismo, sexismo, racismo… Toda esa mierda debería ser erradicada. Por no hablar de los crímenes… Que es a lo que me dedico yo; investigar crímenes, y demostrar en los juicios quien es el verdadero asesino, defendiendo a mis clientes, de los cuales, me aseguro que sean inocentes.
Tras divagar un rato en sus pensamientos, fue a la tienda de bebidas a comprar algo.
-Póngame una botella de agua, por favor-Kai prefería lo sano-
El dependiente siguió mirando al frente, y no le hizo ni caso. Respiraba, tranquilamente.
-Oiga… ¡le he hablado!-respondió Kai- ¡Quiero una botella de agua! No se preocupe; la pagaré.
Seguía sin hacerle caso.
-¿Pero qué?...
Decidió tocarle el brazo, a ver si así respondía. El dependiente notó algo en el brazo, pero pensó que eran picores y se lo rascó. No se daba cuenta de la presencia de Kai.
-Qué extraño-pensó-Probaré algo, haré que entro en el baño de chicas. Así comprobaré si la gente puede verme… o no.
Y así lo hizo. Se dirigió al lavabo de chicas, pero sin llegar a entrar, pues él era una persona muy discreta. Al estar a punto de entrar, decidió dar unos pasos atrás y repetir el proceso, observando que nadie le decía nada. Se quedó ahí haciendo el imbécil para nada.
-¡¿PERO QUÉ?!-se preguntó- ¡Creo que nadie me puede ver! Esto es increíble
Por muy increíble que le pareciera, era una persona seria, así que en vez de dedicarse a hacer tonterías, volvió a casa, tras tener ese día tan extraño. De camino a casa, se encontró con el juez del juicio anterior, pero caminando como un civil normal. Miró a Kai durante unos segundos, con cara de malas pulgas
-A caso él… ¿puede verme? No lo entiendo…-aturdido, quería hablar con él, pero, al girarse, impactado por el miedo que le produjo eso, no lo vio. Desapareció misteriosamente-
Sin dar mucha importancia, llegó a casa, dispuesto a dormir. A lo mejor todo era un sueño. Quería que así lo fuera. Entró en su cálida y acogedora habitación. Se quitó la corbata, musitando que era hora de dormir, y que había sido un día agotador. ‘’Seguro que todo ha sido un sueño’’, se decía a él mismo. Se puso el pijama. Se lavó los dientes y volvió a la habitación. Se metió en la cama. Se giró y se dio cuenta que en su mesita de noche había un libro que nunca había visto allí.
Un espantoso libro. Su portada, que tenía un relieve musgoso y férreo, tenía el dibujo de una hacha ensangrentada. Además, en su lomo, se podían apreciar dibujos de cerdos, zorros, monos, gatos, perros y demás animales degollados. No eran dibujos muy violentos; pues eran simples, pero la simpatía con que estaban dibujados contrastaba con el toque oscuro del libro; lo que lo hacía más tétrico aún.
-Bah, lo habrá dejado alguien…-pensó Kai- ¡Espera! Vivo solo…-empezó a tener miedo-
Cogió el libro con miedo, pues no conocía el origen de él, y con valentía; se disponía a descubrir todos sus secretos. Al abrirlo, pudo leer un par de palabras: ‘’Cabeza de cerdo… Brazos de mono… Cola de zorro… Hacha ensangrentada. Ve a la página 102’’. Sin entender mucho del libro, abrió la página 102, en la que pudo leer otro texto:
‘’Bienvenido al mundo de los muertos, Kai. Espero que estés disfrutando. Aquí nadie puede verte.’’
Al leer esas palabras, lanzó el libro al suelo con fuerza y no quiso volver a tocarlo. Decidió irse a dormir. Sin acabar de leer el texto. Cuando apagó la luz, se dio cuenta de que la luz de la Luna, radiante desde la ventana, iluminó justamente al libro que estaba en el suelo. Absorto en un manto de miedos, inseguridades y temores, se refugió en sus sábanas, esperando la llegada del nuevo día. Tras unas horas, en que Kai dormía, con el subconsciente alertado y asustado por los sucesos de ese día, despertó. Fue una noche larga, pero acabo venciendo al sueño, a pesar de no recordar ningún sueño. Pero al levantarse, vio que el libro que había tirado al suelo estaba abierto, encima de él y su almohada.
-¡¿PERO QUÉ OCURRE AQUÍ?!-pensó- Esto no era un mal sueño, al fin y al cabo…
Se dispuso a acabar de leer el texto. Parecía no haber otro remedio para que el libro le deje en paz. Estaba abierto por la misma página, por la 102. El texto que leyó anteriormente, ya no estaba. Ahora se podía leer uno nuevo:
‘’Como iba diciendo, señor Kai… aquí nadie puede verte. Veo que estás llevando un bonito caso judicial, ¿eh? Voy a ayudarte con él. La estás pasando canutas con el fiscal Levi, ¿eh? Jejejeje… Ve a la escena del crimen. Debajo del banco azul, el que está en la esquina inferior derecha del parque, encontrarás una pequeña prueba. Está enterrada con algo de tierra. No me gustaría que alguien se la llevase. Ve y cógela, y ya veremos qué pasa con el juicio, ¿eh? Jejejeje’’
Kai no daba crédito a lo que creía. Las palabras habían cambiado. Además, era como si el libro le hablase a él. Sabía sobre la escena del crimen de aquel caso que llevaba antes de desmayarse. Y el libro sabía dónde se encontraba la prueba definitiva que le sacaría de esos apuros, para así poder salvar a su cliente.
-¿Debería hacer caso al libro, y coger esa prueba definitiva? Podría serme útil. Aún así, no es seguro que esa prueba sea definitiva. Tampoco sé si voy a volver al juicio. De todas formas, creo que será mejor acercarme a ver qué hay en ese dichoso parque.-pensaba Kai, mientras se vestía, pensando en ir a la escena del crimen-
Asustado por las extrañas palabras del libro, se dirigió, no sin miedo, pero con valor, a la escena del crimen, en busca de la prueba definitiva que estaba buscando. Al salir de la puerta de su hogar, y pisar los pasillos del piso, vio un extraño animal que apareció de la nada; un cerdo, que estaba mirándole con una mirada fija. Se acercó al animal, pero este ni se inmutaba. Seguía mirándole con cierto misterio, bloqueándole el paso hacia las escaleras que bajaban hacia la planta de abajo. Se asustó y en vez de bajar por las escaleras, decidió utilizar el ascensor.
-¡Debo encontrar esa prueba ya!-pensaba- Esto se está volviendo muy grotesco
Al salir a la calle, confiado en encontrar la prueba, pensando que, de alguna forma, aquello le serviría para despertar de esa mala pesadilla, vio que no había ni un solo humano vivo, aun estando a plena luz del día.
Llegó al parque en que se había sucedido el crimen, es decir, la escena del crimen. De pronto, la luz del Sol desapareció y se hizo de noche. La luna observaba todo desde su posición nocturna, rodeada de frágiles nubes translúcidas que dejaban observarla. La silueta del juez del juicio apareció a los lejos del parque, rodeada de un aura grisácea, y de pronto, volvió a desaparecer.
-¡ALTO AHÍ!-gritó Kai- ¡Identifíquese!
-No… no cojas esa prueba… por favor-unas tenues voces fantasmales le advertían-
-Debo descubrir esa prueba…-pensó Kai, dirigiéndose al banco azul- No debo hacer caso a mi imaginación… ¡sí! Todo esto me lo estoy imaginando…sí.
Sin miedo a lo que podría pasar, se acercó al banco y desenterró un pequeño montículo de tierra que se situaba debajo de él. En él, encontró un sobre, en el que dentro había una foto, en el que se podía ver claramente a una persona hablando con el dependiente de un mostrador en el que ponía ‘’Números de cliente’’. La fecha de la foto era el 21/8/13.
-Bien… Creo que esto me puede servir…
Volvió a guardar la foto en el sobre. De repente, el asesinato volvió a ocurrir en esa misma escena. Kai vio a la víctima entrando al parque.
-¡¿PERO QUÉ?!...-se preguntó-
Instantes después, la asesina apareció en la escena del crimen, saludando a la víctima, mientras le daba unos documentos que le pidió. Tras el acto, el roba vidas del vida robada le robó la vida, en un suspiro robado, con aquel cuchillo comprado, dejándole un gran tajo en el cuello, cosa que le hizo desangrarse y morir. Tras haber asesinado a la víctima, el asesino dejó el cuchillo en el suelo y huyó. La silueta del juez volvió a aparecer a lo lejos, y se desvaneció, dejando un rastro de oscuridad tras ella.
-¡¡¡NO ENTIENDO NADA!!!-pensaba Kai- ¡¿Pero por qué he vuelto a presenciar el crimen?! Entonces, la asesina, era ella… esa testigo… Y mi cliente, entonces, es inocente.
Tras haber presenciado eso, quedó paralizado sin poder moverse. Intentó correr, pero los brazos no le respondían, así como las piernas tampoco. Un terrible dolor de cabeza le carcomía, y acabó desmayado. Cuando despertó, volvió a aparecer en la sala en que despertó antes. Aquella sala mugrienta, llena de humedad y olores férreos oxidados. Pero, a diferencia de aquella vez, esta vez estaba atado a esas cadenas oxidadas y musgosas. Escuchaba algo a lo lejos que chirriaba como si de lobo en noche de luna llena se tratase. El mismo aire gélido, mugriento y a la vez fresco acaecía sobre él como una voraz saeta. Unos chirriantes pasos en el suelo se acercaban a la sala en que estaba él. Una extraña criatura abrió la chirriante puerta Detrás de él, apareció la misma criatura horrible; el hombre con cara de cerdo, mascarilla de gas oxidada, brazos de mono, cola de zorro y hacha ensangrentada. Se acercó a él y estuvo observando al abogado un buen rato
-Cabeza de cerdo... Brazos de mono… Cola de zorro… Y una hacha ensangrentada…-pensaba Kai, observándolo, muerto de miedo, sin saber que hacer-
Se sentía totalmente amordazado, no podía mover ni un músculo, y tenía a una horrible criatura delante. Le echó un mal aliento horrible desde la mascarilla oxidada. Eso le hizo dormirse.
-Buenas noches…-dijo la criatura, maquiavélicamente, asestándole un gran golpe en la cabeza-
Tras ese gran golpe… Kai despertó del desmayo. Despertó en la misma sala en que se había desmayado. No recordaba nada. Unos alguaciles le estaban auxiliando.
-¿Está bien, Señor Kai?-preguntó uno de los alguaciles-
-Sí, estoy bien-contestó Kai, volviéndose a poner de pie, y ajustándose la corbata- Parece que me he desmayado. ¿Qué ha ocurrido en este tiempo? No recuerdo nada
-Se ha desmayado durante unos cinco minutos-contestó el alguacil- Puede volver a retomar el juicio-
El abogado no recordaba nada de esa experiencia traumática. Simplemente, recordaba lo último que pasó en el juicio, antes de desmayarse. Pero por fin había despertado de ese sueño. No recordaba nada… Simplemente, sabía que tenía que continuar el juicio.
-Como iba diciendo, Señor Kai…-dijo Levi, el fiscal- Estas pruebas demuestran que el acusado es culpable. ¿Por qué? Muy sencillo: Aquí podemos ver el registro de los Almacenes Goquiri… Como usted sabrá, señor Kai, en las tiendas de los Almacenes Goquiri… los clientes obtienen su propio número de cliente. Esto permite identificarlos, para saber quién ha comprado cada cosa, y poder enviarles a casa los pedidos a domicilio. Como bien podemos apreciar aquí, al lado de cada número de cliente, se puede apreciar la calle y el número de casa en que vive cada uno, mas no su nombre, por respeto a la intimidad.
-Sí, eso ya lo sé…-contestó Kai- Pero, ¿cuál es el problema?
-Mire el número de su clientes, Señor Kai…
-Es el 08679543-L-leyó el abogado
-Exacto. A eso quería llegar yo. La calle y casa de dicho número es Avenida del Verano, número 24.-contestó Levi- Ahora mire estos documentos de dichos almacenes, en los que figura… ¡la creación de un nuevo número de cliente! Este documento registra los números de cliente, así como la fecha en que son efectuados y quién los efectuó. Si mira atentamente, verá que el número 19483421-P fue creado nada más y nada menos que por… -¡Alguien que vivía en la Avenida del Verano, número 24! Y en este registro también figura que dicho cuchillo, el arma del crimen, fue comprada con dicho código… ¡Que fue registrado por el mismo acusado!
‘’Mierda, es duro’’ pensaba Kai.
-¡Un momento, Señor Levi!-dijo Kai- ¿Puede recordarme la fecha del asesinato?
-Sí, por su puesto. Fue el 22/8/13-contestó Levi-
-Hoy es 24/8/12-pensaba Kai- ¿Y la fecha en que el número 19483421-P efectuó el cambió al segundo código, con el cual compró el cuchillo?-preguntó al fiscal-
-Fue exactamente el día 21/8/13, a las 17:38. Justo el día antes del crimen-contestó el fiscal-
-Mierda… si tan solo pudiera demostrar que mi cliente no efectuó tal cambio de código…-
-Y bien, Señor Kai, ¿tiene algo que decir?
En un momento de desesperación, Kai decidió revisar todas las pruebas, y vio una que antes no había visto; un sobre. Un simple sobre. Lo abrió. Dentro contenía la misma foto que había encontrado antes en aquella especie de pesadilla. En esa foto, se podía ver como una persona estaba en la Zona de registro de números de clientes, y esa persona, no era el acusado, si no la persona que estaban interrogando. Detrás de la foto, aparecía una fecha: 21/8/13, y una hora: 17:38. Justo el día anterior al asesinato. Kai no entendía por qué había aparecido una prueba de la nada. Pero era una prueba definitiva, así que, sin más rodeos, dictaminó su protesta:
-¡PROTESTO!-protestó- Señor Levi… ¿está usted de acuerdo con que el cliente número 19483421-P se creó otro número el día antes del asesinato?
-Sí
-¿Y que esa persona sólo ha efectuado solamente un cambio?
-Así es
-Pues acaba de cavar su propia tumba, Señor Levi. ¡Observen todos esta foto!-presentó dicha foto que apareció misteriosamente- ¡Esta foto fue hecha por las cámaras de seguridad, el día 21/8/13, a las 17:38! Y esa fecha, coincide exactamente… ¡con la fecha de la creación del segundo código de cliente, con el cual se compró el cuchillo! Observen a la persona que está en el mostrador, que sirve para dicho cambio! No es nada más y nada menos que… ¡nuestra testigo, Kaybear!
-¡AUGH!-gritó el fiscal, dolorido por la protesta- No… no puede ser…
-Por lo tanto, mi cliente, el señor Fishgag, ¡es inocente! El verdadero culpable es este señor que tenemos aquí frente a nosotros, nuestro testigo… ¡Kaybear!
Kaybear era una chica de veinticinco años, con aspecto de luchadora, pelo corto pelirrojo, y una cara penetrante y amenazadora. Gruñía al abogado, al haber descubierto su trampa.
-Parece bastante lógico-dijo el juez- Esta es, sin duda, una prueba definitiva.
-¡GRR!-contestó el fiscal- ¡PROTESTO! ¿Cómo explicas, entonces, que la calle en que vive el portador del número sea la de tu cliente?
-Eso es fácil de explicar-contestó Kai- Hemos cometido un grave error… Desde los inicios de este juicio. El domicilio 24, situado en la Avenida del Verano… ¡NO PERTENECE AL SEÑOR FISHGAG! Si no a esta señorita de aquí… ¡Kaybear! Lo que hizo fue muy simple: hacernos creer que mi cliente compró el cuchillo, utilizando la propia calle del acusado al crearse el código. ¿Para qué hizo esto? Muy sencillo: ¡quería inculpar a mi cliente!
-¡NOO! MIERDA-gritaba Levi, quejándose por haber perdido el juicio-
El misterio se había aclarado de una vez por todas. La verdadera asesina era Kayber, y el abogado Kai lo había demostrado con creces, como siempre.
-Espléndido, Señor Kai-dijo el juez, ejecutando un golpe de mazo- Creo que el caso está claro. Declaro al acusado, el señor Fishgag… No culpable. La acusada, la señorita Kayber, deberá estar bajo arresto, y acudirá al tribunal superior para ser juzgada. Se levanta la sesión, esto ha sido todo.
-¡TOMA YA!-dijo Kai, emocionado!-¡He ganado! He demostrado que mi cliente es inocente.
-Señor Kai, quiero hablar con usted un momento. Pase a mi despacho tras despejar la sala.
-Sí, Su Señoría.
Llegó al despacho del juez. Le encontró mirando por la ventana. De repente, un aura grisácea empezó a salir de él. Su mazo, situado en la mesa, levitó y llegó a sus manos, como si hubiera utilizado poderes psíquicos.
-Señor Kai…-dijo el Juez, girándose, con unos ojos rojos, y una cara realmente aterradora- Sepa que usted… sigue muerto-
Tras escuchar eso, se desmayó de nuevo. Despertó maniatado, por los brazos y piernas, en aquella habitación mugrienta. De nuevo se encontraba en aquel apestoso lugar.
Pero ahora, recordó todo lo que sabía sobre aquel apestoso lugar… sobre su pasado en él… También recordó la horrible pesadilla del libro, así como el juicio… Su memoria recuperó todos sus recuerdos. Aunque solo le sirvieron para atormentarle.
‘’No debí caer en mis tentaciones y seguir los consejos del libro… Ahora ya no sé nada. Sólo se que lo único que me espera es la muerte. ¿Muerte? ¿Qué es eso? Por Dios, ni si quiera sé qué es la realidad. Ni los sueños. ¿Habré despertado… o me habré vuelto a dormir, para volver a tener esta cruel pesadilla? No lo sé, pero sé que he vuelto a fallar. Mi misión. Mi señor no estará contento conmigo. Hasta que no acabe de experimentar conmigo, con mi inteligencia… no seré libre’’
La criatura con cara de cerdo, hacha sangrienta, brazos de mono y cola de zorro volvió a entrar en la sala, abriendo esas puertas que chirrían con el musgo del suelo. Desató a Kai y se lo llevó a otro lugar, arrastrándolo por el mugriento suelo. Lo llevaba a la sala de experimentación. Una misteriosa sala, en la que hacían experimentos de personas y inteligencias. Sí, y después los llevaban a otra realidad… Pero la realidad verdadera, era esa.
‘’No sé qué será de mi futuro, ni qué cambios harán en mí esta vez… Sólo se que la realidad es cada vez más dura, y deseo no haberme decidido a buscar la verdad nunca… Siempre será mejor vivir en la mentira’’
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